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España España · Ciutadella
Críticas de KillerCarrot
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Críticas 36
Críticas ordenadas por utilidad
Cuando el viento sopla
Reino Unido1986
7,6
7.842
Animación
8
12 de octubre de 2016
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Abuelos, periódicos, núcleo central o refugio, economía doméstica.

"When the Wind Blows" es una peculiar película de animación que adapta la novela gráfica homónima de Raymond Briggs. La amabilidad del dibujo (que de vez en cuando se combina con imágenes reales, stop motion y hasta animación 3D) refleja el carácter alegre y sencillo de los protagonistas, Jim y Hilda, una pareja de jubilados londinenses que, retirados en una tranquila casa de campo en Sussex, se preparan para recibir el posible ataque de una bomba nuclear. Huelga decir que la historia se sitúa hacia el final de la guerra fría entre Rusia y los Estados Unidos (en 1986, el año de la película), cuando el ambiente internacional estaba realmente tenso y la confrontación nuclear se temía tanto que hasta se repartían folletos que te explicaban cómo prepararte para lo que pudiera suceder.

Toda la película es, en realidad, una escena costumbrista, un diálogo continuo entre dos personas que se nota que se han aguantado mutuamente durante muchos años. Jim, la encarnación del optimismo y de la fe ciega en las instituciones, es el experto en todo, el hombre de la casa; Hilda, la mujer servicial que solo se preocupa por pequeñeces y deja las cosas importantes para su marido, todo el rato se desvive por tener la casa limpia y arreglada. La personalidad exagerada, casposa, tópica y plana de los protagonistas podría poner nervioso a más de uno, pero resulta útil para no desviarse del mensaje de la película.

Porque, eso tiene que advertirse, esta no es una película para cualquier estómago. Al principio parece inocente, o incluso entrañable, sí, pero a medida que avanza va volviéndose más dura e incómoda, aunque el tono de los diálogos siga en la misma línea ligera, despreocupada, incluso divertida.

"When the Wind Blows" es una crítica feroz a los gobernantes, a la situación política y económica, a las guerras, etc., pero también al conformismo del rebaño que se deja manipular por los poderosos y además les da las gracias por hacerlo.

Por último, como curiosidad, se encarga de la banda sonora un Roger Waters post Pink Floyd (antibelicista i melancólico) con colaboraciones de David Bowie, Genesis, Hugh Cornwell y otros músicos británicos con debilidad por los sintetizadores.


La frase: «¡Eso está pasado de moda! Con los métodos científicos modernos, se utilizan puertas con cojines y libros encima.»

El personaje: solo hay dos, y ambos tienen su gracia, pero Jim es quien lleva la “iniciativa”, quien hace que haya una historia.

La escena para el recuerdo: cuando Jim y Hilda rememoran, nostálgicos, cómo vivieron de niños la Segunda Guerra Mundial (aunque aquí hay un error cronológico, pues no cuadra que fueran tan pequeños; hubiera funcionado mejor si la historia se hubiera situado en un “futuro próximo”).

www.cinequanon.cat
KillerCarrot
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10
3 de diciembre de 2016
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Melbourne, Nueva York, cartas, chocolate, leche condensada, Noblets, jerez, «M».

Os presento a Adam Elliot (guionista, director y diseñador), el ganador del Oscar al mejor cortometraje de animación por “Harvie Krumpet” (2003). Con el Oscar bajo el brazo, Elliot tuvo la oportunidad de embarcarse en una travesía de cinco años para crear la mayor película de plastilina de la historia de Australia. Eso le permitió, con más presupuesto, enriquecer su estilo particular, pulir el tono, y abordar una historia más jugosa y ambiciosa.

Enmarcada en espectaculares escenarios de plastilina en blanco y negro en Nueva York y en blanco y marrón en Australia, “Mary and Max” narra una relación por correspondencia entre dos personajes que no consiguen comprender la vida por más que se esfuerzan: Mary Daisy Dinkle, una niña australiana de 8 años con una mancha de color caca en la frente, una madre alcohólica y cleptómana, y un padre apático que solo muestra interés por la taxidermia; y Max Jerry Horowitz, un norteamericano de 44 años obeso, con síndrome de Asperger y judío, pero ateo, que sigue llevando su kipá (el típico gorro judío) porque le mantiene el cerebro caliente.

Mary y Max son dos personas solitarias que toda la vida han buscado la amistad, pero el entorno en el que viven siempre les ha privado de ella y les ha hecho sentirse cada vez más extraños y más aislados. Hasta que fortuitamente encuentran en la otra punta del mundo al amigo que buscaban.

Desde el punto de vista tierno e inocente de las cartas que se envían los protagonistas, con el soporte de un narrador que les observa y describe desde una distancia prudencial, Elliot juega con una ironía despiadada. Sin tregua, te lleva de una bestialidad a otra, y raramente te deja pararte el tiempo suficiente para que te des cuenta de que quizá deberías dejar de sonreír y tendrías que empezar a tirarte de los pelos. Son tantas las frases lapidarias y detalles visuales, que es imposible digerirlos todos en un solo visionado.

En los diseños de los personajes (ya de por sí grotescos, “feos”), Elliot incorpora sus temblores congénitos, con lo cual acentúa sus imperfecciones. Hay que decir que, además, todos tienen alguna tara, como todo el mundo, pero él no las esconde ni deja que sus personajes se avergüencen de ellas, sino que las convierte en rasgos para caracterizarlos y dotarlos de una entrañabilidad difícil de superar.

No se me ocurre nada que no merezca ser resaltado de esta producción, pero quiero hacer una mención especial a la música (entre melancólica y vitalista) y a la fotografía (inspirada en el estilo de Diane Arbus), que ligan a la perfección con la estética de la plastilina de Elliot. Y además aprenderéis cosas interesantes, como que las tortugas pueden respirar por su ano. No se le puede pedir nada más a una película.

Pese a ganar ex aequo con “Coraline” (Henry Selick, 2009) el premio a mejor película en el festival de cine de animación de Annecy, “Mary and Max” no tuvo distribución en España. No se le debía prever un buen futuro comercial, como ha pasado hasta con “El Apóstol” (Fernando Cortizo, 2012). Parece que si no eres una producción de Aardman (“Wallace y Gromit”, “Chicken Run”, “¡Piratas!”) o de Tim Burton (“Pesadilla antes de Navidad”, “La novia cadáver”, “Frankenweenie”) lo tienes difícil, aunque seas mejor.


La frase: «Desafortunadamente, en América los bebés no vienen de latas de cola. Se lo pregunté a mi madre cuando tenía cuatro años, y me dijo que venían de huevos que ponían los rabinos. Si no eres judío, los ponen monjas católicas. Si eres ateo, los ponen sucias prostitutas solitarias.»
El personaje: el amigo imaginario de Max, el señor Ravioli (con sus libros de autoayuda).
La escena para el recuerdo: «Qué será será…»

Más (en catalán) en www.cinequanon.cat
KillerCarrot
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3
25 de noviembre de 2018
23 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Viñetas, superpoderes, robots, España.

No me hacía ilusiones; sabía que, como adaptación rigurosa del cómic, la película de Superlópez dejaría mucho que desear, pero si al menos me hacía reír la mitad que la de Anacleto, me daba por satisfecho.

No puede decirse que satisfaga mucho sentir que has caído en la típica trampa de marketing… Cuando no se tienen garantías de conseguir una obra artística decente, se recurre a las matemáticas: ¿cuánto pueden sumar en taquilla los fans del actor protagonista (Dani Rovira, una máquina de atraer espectadores desde “Ocho apellidos vascos”), los del autor de la obra original (Jan, uno de los más veteranos dibujantes y guionistas del cómic español) y los del director (Javier Ruiz Caldera, una apuesta segura en la comedia tras “3 bodas de más” y “Anacleto: Agente secreto”)?

Además, el tándem de guionistas Borja Cobeaga y Diego San José, pese a no haber firmado los guiones más redondos, aseguran un sentido del humor ágil y ácido. Pero el de “Superlópez” no es precisamente uno de sus mejores trabajos, y, para rematarlo, Javier Ruiz Caldera tampoco estaba demasiado inspirado… Todos los personajes son esquemas repetidos de otras películas (por ejemplo, Dani Rovira y Julián López no hacen de Juan y Jaime, sino del Quim Gutiérrez y el Berto Romero de “Anacleto: Agente secreto”), al empezar cada escena sabes cómo va a acabar, y los gags que copian o referencian el cómic no remueven nada positivo (sino todo lo contrario).

Para postre, algunas de las escenas más “importantes” resultan más absurdas que otra cosa (la del metro, la de “Kill Bill”, el enfrentamiento final…). Tolero las escenas sin sentido, pero si además también carecen de gracia, apaga y vámonos.

En resumen, en “Superlópez” encuentro un producto lleno de buenos profesionales en un proyecto que, sencillamente, no era para ellos.


La frase: «Primero, buenos días.»
El personaje: Jaime (Julián López) es el único que me hizo reír hasta dos veces.
La escena para el recuerdo: el holograma del padre biológico de Superlópez, Jan (Gonzalo de Castro).


www.cinequanon.cat
KillerCarrot
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9
12 de octubre de 2016
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Noche, linternas, canicas, evaluación psicológica, justicia.

¿Es un gato negro?, ¿es un camión de la basura? No, es… Defendor (escrito con de y no con ese, como indica el esparadrapo de su jersey): un Batman de clase baja, sin recursos y… disminuido psíquico.

"Defendor" es una película con pocos medios que cuenta como principal reclamo con la actuación protagonista del versátil Woody Harrelson (casi siempre una garantía) y que aborda un género del cual hoy en día ya estamos bastante saturados: el de los superhéroes alternativos.

Pero aquí no hay trampa; la historia de este superhéroe sí es realmente distinta: es un drama como un piano. Y precisamente es por ello que a la película le cuesta encontrar un público, porque normalmente la gente que busca un drama no se va a poner a mirar una película de superhéroes y la que busca una película de superhéroes no va a buscar un drama (hay mucho prejuicio en el mundo).

Aquí no encontraréis la carga filosófica (ni la puesta en escena, ni muchas otras cosas) de "Watchmen" (Zack Zinder, 2009); "Defendor" recuerda más bien a "Super" (James Gunn, 2010), pero evita más tópicos y no recurre tanto al humor (o, al menos, no al mismo tipo de humor).

Se trata de una película dura y auténtica que no retrata solo a un justiciero enmascarado que se involucra en una trama policial, sino también (sobre todo) las dificultades de una persona que, aun siendo consciente de sus numerosas limitaciones, se cree capaz de luchar para hacer del mundo un lugar más habitable y menos vergonzoso (aunque a veces, para hacerlo, intente soltar frases solemnes que lo hacen todo más ridículo aún, más entrañable, más triste).

No, Defendor no tiene el glamur de Batman, pero ello no le impide tener una base secreta, un montón de gadgets y un compañero fiel (me refiero a Defendog) y ser “amigo” del jefe de policía. ¿No os apetece conocerlo?

La frase: «Las capas son para volar, y yo no vuelo.»
El personaje: el abuelo (gran mentor).
La escena para el recuerdo: la puesta a punto del héroe antes de salir por la noche a repartir justicia (un clásico).

cqn.cat
KillerCarrot
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8
4 de octubre de 2016
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uniformes, un flequillo, miradas incómodas, tabú interno, honor, rumores.

La última película que rodó Nagisa Oshima (1932-2013), director de "L’Empire des Sens" (1976) y "Merry Christmas, Mr. Lawrence" (1983), profundiza en la homosexualidad en el mundo samurái (un tabú que en otras películas solamente suele aparecer de forma superficial), y lo hace sin buscar la provocación, con respeto y elegancia, pero sin edulcorantes, tratando el tema con una naturalidad poco habitual en el cine.

"Gohatto (Taboo)" empieza en Kyoto en 1875, cuando los jóvenes Kano Sozaburo y Tashiro Hyozo ingresan en el Shinsengumi (la milicia ciudadana encargada de mantener el orden en las calles y de proteger el sogún). A partir de aquí, las atracciones, los rumores, las envidias…

La mayor parte de la acción transcurre entre las ligeras paredes de las sedes del Shinsengumi, entre conversaciones, miradas y prácticas con espadas de madera. Este es el marco para una interesante historia sobre las relaciones, la pasión, el poder, el deber y la manipulación.

Las intrigas y misiones se desarrollan a ritmo oriental, pausado, sin grandes estridencias, con una tensión sostenida curiosamente agradable (perfectamente acompasada con la música). Solo falla un poco el final de la historia, y no porque la resolución no sea satisfactoria (¡lo es!), sino porque en el último acto Oshima decide jugar con ciertos recursos oníricos y simbólicos que desentonan con el resto del conjunto. Aun así, es una película accesible; no necesitas ser un experto en cultura japonesa para seguir lo que te cuenta, y el narrador y los diálogos ya se encargan amablemente de explicarte lo que necesitas saber sin que quede forzado.

Por desgracia, pese a haber recibido numerosos premios y nominaciones, "Gohatto (Taboo)" pasó bastante desapercibida en Europa, y con el tiempo se ha quedado diluida entre las películas de temática samurái, eclipsadas casi completamente por el cine de Kurosawa o Kobayashi y por franquicias clásicas como las de "Lone Wolf and Cub" o "Zatoichi".

La frase: «El valor del samurái depende absolutamente de la compasión que tenga.»
El personaje: el “viejo” Ionue Genzaburo (Jirô Sakagami).
La escena para el recuerdo: la intensa práctica con catanas de madera entre Kano y Tashiro.

Más (en catalán) en www.cqn.cat
KillerCarrot
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