Una película sorprendente, quizás por el hecho que no me permití ver ningun tráiler, crítica o entrevista/reporteje televisados. Tan sólo conocía al personaje de Pérez-Reverte. Por eso puedo juzgar objetivamente, creo, y afirmar que como ya me había pasado en películas como "Una historia de violencia" o la difamada trilogía del anillo que Viggo Mortensen es el ingrediente que hace funcionar la película. Y no solo eso: no tan solo consigue hacer girar toda la España del siglo XVII a su alrededor - en gran parte debido a la propia naturaleza del personaje, Alatriste - sinó aún más.
Mortensen no se ha desprendido de su aura de rey que le acompañase en el papel de Aragorn y no lo considero un lastre. Es la expresión de su cara, más allá de sus rasgos, que nos hacen ver una persona por encima del resto, noble pero fuerte. Por eso el papel le va como anillo al dedo: es el soldado que, aún siendo pobre como las ratas, conserva toda su altivez, como diría el Conde Duque de Olivares.

Se acuerdan del Sr. Lobo y su mítico "No empecemos a chuparnos las pollas todavía!" en Pulp Fiction? Pues eso; en Death Proof, Tarantino intuyó que había llegado la hora de empezar a chuparse la polla. Y ni corto ni perezoso, se saca de la manga una peli en la que no rinde tributo a otros más grandes o mejores que él en el séptimo arte.

Es una peli casi onanista. El amigo Quentin decidió por fin después de sus logros, que podía incluirse a sí mismo en lo que seguro que él llamaría "mi puto jodido hall de la fama privado" y para celebrarlo - a la vez que demostrarnos que está en lo cierto - rueda este proyecto con su coleguilla Rodríguez (todavía padawan). El hecho de que las referencias a otros films de culto sean de otras pelis del mismo director es una muestra de su hinchado ego. Y aún así no explota, entretiene y nos obsequia con una - me atreviré a decirlo? - nueva versión de El Diablo Sobre Ruedas de Spielberg. Unas escenas de persecuciones de coches al límite y un toque B que no altera para nada la calidad de una película que habla más de Tarantino que de otra cosa.

No entiendo como aún hay quién tiene la idea de hacer una película para lucimiento del actor pincipal cuando este resulta ser alguien como Britney Spears...De actriz no tiene más que el cuerpo (todo sea dicho) pero ni siquiera eso la salva en esta sarta de buenos propósitos que disfrazan un intento muy vago de dar una buena imagen en público.

De este intento de película, solo cabe destacar unas increíbles coreografías, saltos imposibles y una banda sonora que haría las delícias de cualquier "bboy". Todo el resto, muy en la línea de los estudios americanos más comerciales; palomitas y bebida imprescindibles. Solo para amantes del breakdance.

Tuve un profesor de literatura castellana en el bachillerato que dijo una vez una frase que me quedó grabada. Surgió a raíz de algún comentario en clase sobre "Matrix: revolutions". Pues bien, era algo así como "Keanu Reeves es el actor que actua sin actuar". Primero piensas, o más bien no mucho, y ríes. Pero luego recapacitas y te das cuenta que este buen hombre siempre pone cara de palo en todas sus películas.
Creo que está encasillado en películas de este tipo porque es un tipo inexpresivo, algo que un actor de teatro no se puede permitir, pero si uno de cine. Siempre vestido de negro, sus personajes son lobos solitarios que estan por encima de los demás, que aparentan conocer la verdad. El caso más evidente es el de "Matrix", en el que Mr. Reeves está incluso por encima del bien y del mal, aunque en "Constantine" tampoco se queda corto.
En fin, que a pesar de haber cambiado el telón de fondo, el espectáculo sigue siendo el mismo una, y otra, y otra vez, más o menos oscuro.
Realmente "Constantine" no se encuentra a medio camino del cielo y el infierno, sinó entre James Bond y "Matrix", no necesariamente en este orden.