Antes de nada déjenme recalcar mi status de fan de Harry Potter que, a buen seguro, condiciona mucho la calificación que otorgo a esta película (la única, de las 8, a la que voy a poner una nota por encima del 8).

Lo más importante, a parte de que soy un fan de la saga, es que yo ví esta película en el cine sin haber leído ninguno de los libros. O, mejor dicho, sin ser un aficionado a eso que llamamos lectura.

Salí del cine realmente fascinado con la película y diciendo "este Harry Potter". Así que, por fin, era el momento de darle una oportunidad al libro.

¿El resultado? Más de 100 libros leídos en mi vida y subiendo. Así que, Piedra Filosofal, tienes un 10 porque si hoy leo, es gracias a tí.

La película es preciosa. ¿Cómo un personaje tan frío, oscuro, no-humano y por tanto tan extraño como Eduardo se hace con los corazones de los ciudadanos de una Burtoniana ciudad y, lo que es más complicado a priori, de los espectadores de la película?

La respuesta es muy fácil: todos hemos sido marginados alguna vez en nuestra vida, y eso es lo que le pasa al pequeño Manostijeras. Por tanto, todos tenemos un Eduardo Manostijeras en el interior. Qué listo Burton usando lo que bien podría llamarse "chantaje empático".

Pues bien, ese sencillo recurso utilizado (una vez más) por el genio Tim Burton es lo que hace a esta película tan preciosa como digo. Ni los actores (soberbios), ni la ambientación (perfecta), ni la historia (inolvidable). Es ese sentido empático, esa moraleja de "todos somos menos que cualquiera" es lo que marca la diferencia en Manostijeras. Como en los mejores cuentos.

Recomiendo que la veáis. Sin lugar a dudas, una de mis películas preferidas y de esas que no me canso de ver.

Rodada en 2002, Minority cuenta con un genial director (Spielberg), un perfecto protagonista (Cruise), un malo malísimo, una muy bien marcada estructura y, sobre todo, un brillantísimo guión. El repertorio de inconvenientes que se le ponen al protagonista, destacando el hecho del reconocimiento ocular como la prueba más fuerte que tiene que pasar, es grandioso.

Pese a todo, se le puede poner un "pero". El final de la película, que de otra manera podría haber sido muy sorprendente, se hace muy previsible porque se adelanta unos minutos por lo que, así, me sobran los últimos 10 minutos de cinta.

Con esto y a pesar de los errores, se puede decir que Spielberg, como los PreCog, ha hecho posible un mundo (en su caso, un cine) sin crimen.

Si buscáis mi crítica de "Regreso al Futuro 2", encontraréis una valiente aseveración de que la segunda es mejor que la primera.

Si seguís leyendo, os sorprenderéis de que la compare en calidad de secuelas a "El Padrino": la película número 1 para una inmensa mayoría de gente.

Pero...¿Y ésta? Es el principio de mi trilogía preferida. Es quien realmente se ganó al respetable. Es cuando Marty y Doc empiezan a liarla "parda". Es el niño que Spielberg, Zemeckis y Gale quisieron tener desde el principio: el niño mimado. Es donde se nos deja ese mensaje de "no te dejes pisar" que se mantiene a lo largo de las tres películas. Es la demostración de que a padres gallinas, hijos gallitos. Es donde descubrí que quiero ser como Marty. Es como yo empecé a ver películas. Es LA PELÍCULA DE MI VIDA.

Y por ello, este sinfín de elogios que lanzo a esta adorable película acaba con el 10 más merecido que puedo poner. Porque, al fin y al cabo, esta película es mi seña de identidad.

Moulin Rouge hace el efecto en mí que debería hacer el cloroformo. Es decir, me provoca unos bostezos increíbles...

Vale que nunca la he dado la oportunidad, de verdad, para verla con detenimiento y valorar otros aspectos que no he podido evaluar (vestuarios, diálogos, interpretación)...pero cuando es la única película que en lugar de comer palomitas me ha dado ganas de ir a dormir y, por tanto, no aguantarla hasta el final, es que quizás no es tan buena como muchos me hicieron ver.