Paso de hablar de la exactitud histórica. Eso no existe en esta serie ni por asomo.

Tampoco voy a hablar del vestuario ni del curro de peluquería (el polvo no existía en el siglo X, parece ser... pero bueno, teniendo en cuenta que en otras series lo único con lo que visten a la peña medieval es el cuero, pues ver tanto trapito y tanto paño parece hasta exótico)

De lo que voy a hablar es los protas de esta serie y de "Viriato" (El Bola) donde tanto el Cid como Viriato parecen andar buscando al dealer del barrio, o hablar de las jais del último pedal mítico de fin de semana. Coincido plenamente con el compañero que ha criticado la dicción de los actores españoles desde Jorge Sanz: es lamentable que hablen como una pandilla de quinquis en una representación sobre el Cid del grupo de teatro en la cárcel de Carabanchel.

Y luego está el reparto de "mayores" que, entre frase y frase, meten un silencio con respiración a todo trapo, pensando que le dan más intensidad a su papel... Y, coño, ya estamos cansados de estos bodrios de nuestro cine y televisión, donde le ponen tensión hasta cuando hablan de unos huevos con chorizo.

Le pongo un 1 porque no hay un 0.

Es, con diferencia, la serie de televisión que más me ha gustado y más me llena en cada visionado.

Lo que yo destacaría son el optimismo y el pesimismo, la alegría y la tristeza, el amor y el desamor, las mujeres y los hombres, y, en fin, los contrastes, porque esta serie va de eso, de antítesis. ¿Quién olvidará esas nevadas y esos fríos salvajes de los inviernos que pasamos junto a Fleischman y Maggie y los demás personajes, sazonados con ritmos de reggae, caribeños y yuyus de Nigeria?

Un poco es como el Mozart de las series de televisión: por momentos uno siente una alegría y un optimismo desbordante que, con una simple nota o un cambio de tono se transforman en una tristeza y una nostalgia gigantesca. Esto mismo nos sucede cuando nos topamos con capítulos donde un personaje está exhultante y otro, en cambio, nos deja tiesos con sus nostalgias (míticas son las nostalgias de Minnifield y su infancia o sus soledades, o de tantas narraciones de Chris a ritmo de simples melodías infantiles, o de Ed buscando reflejar en un documental la artesanía india, o Maggie recuperando a Rick mediante un perro perdido, o Joel recuperando reminiscencias de sus antepasados).

Además, es una de las pocas series que he visto en la que todos los personajes tienen cosas buenas y malas, y uno no puede odiar a ninguno de ellos en demasía. Sólo hay un personaje antipático en toda la serie que es Mike, que como es tan perfecto, tan bueno, tan impoluto -y nunca mejor dicho- se nos hace tan "miel sobre azúcar" que... ¿a quién de nosotros no se le pasó por la cabeza pegarle un buen puñetazo en todas las narices?

En particular, me encantan los capítulos con Adam, porque el personaje es genial y tiene cada salida que hace que toda esa pinta costrosa y sucia no sea más que una simple y pura anécdota, y con Graham Greene, el curandero y primo de Marilyn.

En cuanto a las temporadas, mis favoritas son la tercera, la cuarta y la quinta. Son las que parecen tratar los asuntos serios (la soledad, la tristeza, el arte, la familia, el matrimonio, el desamor, la pérdida, la ausencia...).

Absolutamente recomendable.

Creí que después de ver "La loca noche de los muertos vivientes" poco o nada me quedaba por ver del submundo de lo "peor", pero estaba equivocado, ¡y de qué manera!Jamás pensé que uno de los peores films que vería fuese de Scorsese, pero así ha sido.

Tedioso y aburrido popurrì de violencia sin ton ni son que intenta impresionar al espectador sonoro y pero no al cinéfilo. Jamás pensé que el director de "Malas Calles", "Toro Salvaje", "Taxi Driver" o "Uno de los nuestros" fuera el responsable de tan mal film. Ya desde la primera batalla -inverosímil-, en que un creidísimo Liam Neeson piensa de sí mismo ser un mariscal de campo de época napoleónica -un Murat-, uno puede preveer el peor desarrollo de la historia del cine. Y así, efectivamente, sucede. ¡Y yo que pensaba que el mayor bodrio de Scorsese era "¡Jo, qué noche!"!

En fin, malísima. Y es indicativo que haya gustado tanto en las esferas de espectadores entregados a los films de publicistas como "Gladiator", "Troya", "El rey Arturo" y últimamente "El reino de los cielos", es decir, a los "hipotalámicos", a los que sólo desean impacto visual y sonoro.

He visto patatas más artísticas.

Se trata de un gran film que, no obstante, carece un poco de realismo, a pesar de los esfuerzos por acercarse a los testimonios de los presentes. El desembarco parece impoluto, un tanto irreal (con un Robert Mitchum que se pasea por la playa como por el salón de su casa sin que una maldita bala le pase ni a un metro). A pesar de ello se trata de un film excepcional con un gran reparto: un John Wayne excepcional, un Henry Fonda fantástico.

Un buen film para ver tranquilamente durante una tarde de Sábado.

De verdad, no sé cómo, sabiendo de antemano el churro que me espera, me atrevo a ver estas superproducciones hollywoodienses. Pero lo hago. Y lo peor, no una vez, sino varias para que la peli ve vaya calando. Pero nada. No hay forma. Esa manía endémica de Hollywood de crear protagonistas yanquis para historias de otros países es casi tan épica que deberían hacer una superproducción sobre ella.

En este caso, lo único que salvo son esas panorámicas a lo John Ford de las montañas de Filipinas (que nadie se engañe: no es Japón lo que se ve ahí) y buenos planos americanos. Los diálogos son, ¿cómo decirlo?, poco convincentes, con parrafadas, con gritos histéricos -tan habituales por otra parte- de Tom Cruise y mucha sensiblería hollywoodiense mezclada con mucho cuento también hollywoodiense, y todo bien sazonado con la típica -y tópica- mente super mega hiper atormentada del protagonista, en la que si el guionista hubiera podido meter algún recuerdo de Auswitz lo hubiera hecho sin dudarlo de no ser porque se generaría una paradoja temporal y un anacronismo de tres pares de narices.

Está bien que hagan estas pelis, pero... ¿glorificarlas así?

En plena campaña de reivindicación del cine japonés, recomendaría a alguien Zatoichi, Gohatto, Love and Honor, La espada del Samurai, Hidden Blade o ese cuento fantástico, Kaidan -tanto la versión original como el remake fabuloso-, tan repleto de detalles del teatro kabuki.

Algunas cositas buenas, como en todo, pero por lo general no me gustó. Ahora, que a lo mejor es el mejor film de la historia del cine y yo ni me he dado cuenta.