Se me hace difícil y abrumadoramente parcial que se pretenda juzgar una película por la crisis de la que está siendo objeto el género. Hablar de que está bien para las inclinaciones del género, es banal, pueril, es una ofensa a quienes saben hacerlo. El thriller de terror si va en déficit, pero no como para perdonar a Raimi, ofender de esa forma un género digno. Me pareció tan poco divertida que aquella secuencia de regalar el botón, se sabe fallida desde antes de que empiece a gestionarse la dichosa entrega. Lo único que rescato, un inicio magistral con claras alusiones y guiñadas habidas y por haber a Robert Rodríguez, pero una ejecución mala, con guion malo, predecible hasta el cansancio, en fin. Parece otra para dejar en el olvido.

Ya en serio es de las mejores películas que he visto en los últimos 10 años y seguramente de las mejores que veré de aquí en adelante, siendo optimistas. El discurso del rey es ante todo estilo, de lo que fue y ya no será. No pensé encontrar tantas sorpresas en esta novela psicológica, pero vamos despacio. ¿Quién rayos es ese Tom Hooper? Sus padres lo describen como un chico normal, cuyos primeros pasos en la mal-llamada industria del entretenimiento… ¿Hay peor desacierto que llamar al cine entretenimiento? Al carajo con esto.

No tengo quejas de esta película, tampoco. Aunque es el pretexto de siempre, convicciones políticas distintas. El cine está repleto de situaciones iguales, pero no debe negarse el empeño en el aspecto (único en el que, a mi juicio una peli, a estas alturas sobresale) estético. Porque la belleza puede hacer creíble el cine. Y en el fondo lo justifica, no se me ocurre otra explicación para que el vuelo atípico de dos personajes envueltos en una batalla se torne aceptable para el gusto.

Noto una gran acumulación de pretensiones alrededor de esta película. Aun después de ver detenidamente las notas y leer las críticas, algunas por lo menos, no yerro al asegurar que falta un poco de valentía y menos influencia negativa, que recoge criterio una vez abren los oídos para argumentos de gente “durísima” en esto de hacer críticas. Por decir uno, Boyero, que hace gala de las imágenes pulcras y el esteticismo, para luego ensuciarlo como con una toalla higiénica usada y escribir en tinta roja “…dudo que vaya a generar muchas pesadillas”. Y así mas o menos, porque queremos convencernos de que los listones en los films de terror, se pudren en películas de hace más o menos cuarenta años, que entre otras cosas ya nadie visita o no por algo distinto a la nostalgia. Tan sacrílego para el purista es encontrar buenas películas en la actualidad como ser testigo de que en muchos casos se ven superadas. No dejo de leer en esta página más que comparaciones. Antes fue divertido hacerle el juego, después de todo hay nombres en la historia que no pueden borrar la buena labor histriónica de un Hafstrom o un Nolan. Pero “el rito” fue la tapa, especialmente al leer argumentos tan faltos de inspiración como los de Boyero, que más parecen producto del temor a encontrar algo bueno en la actualidad, cerrar los ojos o su mente y dedicarse al idilio de recordar pasadas glorias como si se pudiera vivir de eso. Al leer con cierta simpatía, que esta “no recrea el ambiente mágico del primer exorcista de los 70´s” y que no hay otro camino para el hacedor de cine de terror que basar su labor creativa en esta película, como por supuesto, todo escritor de aventuras debe basar su obra en Julio Verne, Stevenson o Wallace. O, en otro caso, todo estado debe construirse de acuerdo a sus concepciones primigenias al menos en política. ¿Y porque defender el rito? Por lo que para mí significa expresar abiertamente que ha sido una de las mejores películas de terror que he visto, y a cambio recibir la censura, el reproche de que estuvo todo mal hecho, (especialmente) de que no iguala al exorcista y otras cosas así.

Es evidente que todas las críticas tienen la misma línea de apreciación. Aquella de relegar como los chicos, los chavales sin criterio, el objeto del mimetismo a los que diplomáticamente denominan el público menos exigente. Puntuación baja, ese penoso primer paso hacia el olvido. Pero ese no es el caso, el caso es, que la película vale la pena, recopila la esencia primigenia del cine. Qué es entonces lo que sobrevive de una película, sino la oferta de una realidad alternativa. Que desde aquellos tiempos, la evolución paulatina se centre en otros criterios de observación tales como una mirada a los diálogos, una actuación decente entre otros no es óbice para que se desconozca la labor inicial, y de ser así, debe reconocerse que no, esta no lo logra, pero más que por negligencia del director, por puro desinterés total de emprenderlo siquiera. Los moldes-prejuicio no son sino expresiones andróginas que evitan se dibuje la opción de un infinito sui generis, al fin, todo debe controlarlo la industria, los resultados alternativos reúnen un alcance nocivo, impropio.
¿Por qué defenderla entonces? Pues, partiendo de la base que reconoce su brillantez técnica, su propuesta visual, sumarle:
-La hipocresía de los gobiernos, pretender mantener el orden en una situación similar, con el único y soberbio fin de asegurar un teatro adecuado para emprender el escape.
-El padre jazz-men, airado y virtuoso en su interpretación musical, recibe la llamada de su hijo (científico que representa la ética en el actuar, la cuestión moral), momentos antes de que la gran embarcación fuera engullida por el oleaje marino, la necesidad indispensable de olvidar la vida sin 10 años de licor y pedir un whisky doble, el buen amigo del que se adivina de inmediato un sentimiento de toda la vida, quien seguro se incorporó al esfuerzo por que aquel dejase la bebida, lo rechaza; una aventura facinerosa que invita al espectador a considerarlas como conjunto.
-Un final de fábula. El sol alumbra con un enceguecedor esplendor en la coraza de los navíos que contienen los últimos restos de humanidad, a todos los abraza la esperanza, el mar es hermoso, atrás quedo ese cimiento polvoriento y de hecatombe que se forjo en miles de años de historia, atrás la economía, la esclavitud, la explotación, el hombre tiene una nueva oportunidad, la naturaleza lo dispuso, los mayas lo imploraron en su tiempo, atrás las armas, la oración de Hemingway fue al fin escuchada. El mundo se sacude de tanta tierra y de tanto malestar, y lo hace a golpe de permitir vivir a solo algunos vestigios de humanidad, hay noticias de que en África no se sintieron los estragos. Las naves que contienen los 5000 que pudieron ser 10000 o 20000 se abre paso entre tanta belleza al último rincón de la tierra. Es tiempo de comenzar nuevamente, no iniciemos con el odio y la envidia, palabras más, palabras menos del científico más cuerdo que me haya topado.