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Críticas de David Navarro
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Críticas 36
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
3
9 de mayo de 2007
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las cartas boca arriba. A Gutiérrez Aragón se le recordará por muchísimos motivos, pero ninguno de ellos se titulará Una rosa de Francia. Su última película hace aguas por tantos frentes que más bien parece un divertimento del director que un proyecto serio.

Muchos de los males provienen del mismo guión que nos presenta al buscavidas Simón (Jorge Perugorría), un cubano que se dedica a dejar en tierra de nadie a sus compatriotas con la falsa promesa de desembarcarlos en Estados Unidos. Aparte, consigue chicas jóvenes para los pudientes. Una joya, vamos. Todavía le queda tiempo para mantener una relación especial con la “madame” del burdel hasta que conoce a la jovencísima Marie (Ana Celia de Armas). La adolescente al principio queda prendada de Simón, pero Andrés (Álex González), una especie de delfín del contrabandista la cautiva y le ofrece la salvación: la huída a Francia. O séase, de lo dulce a lo agrio pasando por lo picante con triángulo perverso incluido.

Todo en este film parece arbitrario, empezando por la ambientación, una Cuba precastrista, que podría ser cualquier otro lugar y cualquier otro tiempo. Sin saber a qué palo quedarse, el realizador cántabro compone un film que titubea entre la comedia, la aventura caribeña, y termina recordando a El lago azul y otras tragedias amorosas que debieron quedarse en los primeros ochenta. Con todo, dos motivos para verla: la mirada de Ana Celia de Armas y el fastuo visual, si es que echas de menos el delirio almodovariano y el kistch aplicado a épocas jurásicas.
David Navarro
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6
9 de mayo de 2007
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los mismos que auparon a Spider-Man 2 un poquito más arriba de lo que merecía se han pasado a la hora de darle el mazazo a esta tercera entrega.
Sí que es cierto que da la sensación de que Sam Raimi ha querido tumbar la saga para siempre y aporta, por ejemplo, una larguísima secuencia cómica totalmente desafinada (y desatada) que ni con calzador.
Sin embargo, el film está más que bien dirigido. El guión es, sin duda, la parte más floja del conjunto, con un cúmulo de casualidades que junto a la profusión de villanos hacen de esta crónica de las aventuras del Trepamuros algo mucho más superficial que las dos anteriores entregas. Se pierde verosimilud y se pierde, por tanto, implicación en la historia.
Con todo, y excepto un manidísimo y previsible final (y carente por tanto de todo suspense), no es fácil encontrar un espectáculo más concentrado en menos minutos. Y es que, a pesar de rebasar las dos horas, Spider-Man 3 nunca aburre, si acaso, desmotiva.
Para aumentar la carga negativa, la moralina que sirve de epílogo y los vanos intentos de Tobey Maguire por llorar. No, si al final va a resultar que al protagonista se le dan mejor las escenas de acción que las dramáticas. Qué tipo más raro, pedazo de freaky, símbolo de su tiempo... De ahí su éxito.
David Navarro
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7
8 de mayo de 2007
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
El nuevo caso del Inspector Closeau retoma el personaje del atolondrado pero siempre eficaz policía de La pantera rosa y lo convierte en protagonista absoluto. Peter Sellers campa a sus anchas por un film hecho a su medida como sucederá en los siguientes títulos dirigidos por Blake Edwards y con un "Pink Panther" siempre en el título.
Lo cierto es que la parodia de los típicos relatos detectivescos a lo Agatha Christie adquiere un relieve más interesante que en la popular Un cadáver a los postres. En El nuevo caso del inspector Closeau sólo hay un elemento fuera de control: el protagonista. El resto está perfectamente estudiado y subordinado al film.
Ni que decir tiene, que aparte de unos gags muy logrados, la interpretación de Sellers es de un comedido increíble en un actor que a lo largo de su carrera tuvo que soportar el peso de su propio ego más de lo aconsejable. Otro ególatra, el realizador, apenas se dispersa como sucede en otras de sus películas y consigue atar en corto todas las secuencias.
Una película muy recomendable para pasárselo en grande con algunos de los elementos que más han influido en la comedia contemporánea, desde los Agárralo como puedas a Mr. Bean.
David Navarro
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1
6 de mayo de 2007
6 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de ver subproductos como Va a ser que nadie es perfecto a uno sólo le vienen a la cabeza teorías conspiratorias. No sé con qué cara Oristrell y Espinosa presentaron su proyecto a las productoras, pero sí qué jeta se me queda como espectador y como contribuyente, porque esta película no tiene la más mínima vocación de nada, ni como comedia, ni como, por supuesto, material artístico. Pero, lo más grave: ¿no deberían devolver el dinero de las subvenciones?
Una historia sin rumbo, unos personajes estereotipados, una dirección caótica incluso con cuatro elementos contados y una colección de chistes sobre minusvalías de dudoso gusto.
Si a Oristrell no le quitan el carné de realizador, por lo menos que no contamine a Alberto Espinosa, que prometía mucho y que nos regaló uno de los mejores estrenos teatrales de la temporada con Idaho y Utah.
Sólo comparable, por lo bajo, a De qué se ríen las mujeres, este film horrible encumbra a la cúspide de la comedia a cualquier episodio de Los Serrano. Con este universo, los Monty Phyton y los hermanos Marx, obviamente, sobrevuelan cualquier galaxia conocida.
Al menos Va a ser que nadie es perfecto nos lleva a una poco original reflexión: ¿Qué tiene el vil metal que desde que se acuñó la primera moneda envilece al más digno?
Los actores, dicho sea de paso, hacen lo que pueden, sobre todo Tejero. Qué desperdicio.
David Navarro
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6
6 de mayo de 2007
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vida de Alejandro Magno contada en imágenes podía originar un peplum espectacular, pero Oliver Stone no se conforma con rallar la superficie ni le preocupa lo más mínimo seguir los dictados de un género.
El realizador prefiere cometer la osadía de internarse e internarnos en los recónditos secretos del alma de un personaje al que desmitifica, destripa y vigila desde varios ángulos.
Tan magno protagonista es un hombre débil, temeroso de la vida y por eso desafiante ante la muerte, cuya sed de poder no conoce límites. Su retrato en el film huye del maniqueísmo y siempre versa en torno a dos ejes: su padre, déspota y muerto, y su madre, atormentada y manipuladora.

El realizador norteamericano ha sabido lidiar las dificultades de una biografía, aunque corta, muy intensa y repleta de claroscuros. Su propuesta se basa en la humanización de un mito y es por eso lógico que centre todos sus esfuerzos en quitarle brillo al personaje legendario.

En lo visual, presenta escenas de lucha de primer orden donde el ralentí y los ricos atuendos orientales componen bellos poemas de muerte. Incluso consigue conectar con el presente, con ese Darío más parecido a un Ben Laden de lo aconsejable para no hacer saltar las alarmas.
Sin embargo, el film no siempre mantiene el ritmo merced a un montaje donde se echan en falta fotogramas. Especialmente inconexas parecen todas las escenas en las que Alejandro se dedica al amor. La homosexualidad es tabú en esta película. Vamos, que no hay problema en comprobar la belleza de una mujer que pasa por el alejandrino lecho. Todo lo contrario ocurre cuando Alejandro se acerca a un hombre, como mucho, unos besos. Si la sociedad del tiempo de Alejandro, toleraba o castigaba la homosexualidad no queda claro en el film. Sobre todo no nos enteramos de qué palos toca el conquistador.
Otro problema que se le presenta a Stone es el papel de Olimpia, la madre de Alejandro. Angelina Jolie brilla por encima de cualquier actor o actriz en el film, pero es que su papel también resulta incluso más jugoso que el interpretado por Collin Firth. El actor irlandés sobreactúa en ocasiones, quizá influido por lo afectado de su atuendo y el de sus amantes, pero al menos capta bien la personalidad infantil que el realizador quiere destacar.
Este film mo pasará a los anales de la historia por muchísimos motivos, sin embargo resulta interesante, y poco más, por algún momento especialmente logrado y sobre todo por la mirada del realizador, que tratándose de Stone, siempre proporciona motivos para gozar. La pena es que en Alejandro Magno sean más bien escasos.
David Navarro
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