Debo de admitir que la fotografía de esta película es de 10. Los planos de la naturaleza, los personajes estáticos, envueltos en el paisaje, luz, mar o amaneceres me parecieron espléndidos. Algunos silencios son muy impactantes, duros, incómodos y muestran el vacío de los personajes, sus sentimientos de amargura y dolor, su encerramiento en sí mismos. Sin embargo, no perdamos la cabeza. De 89 minutos de película argumento, argumento tiene como mucho 15 minutos. Personalmente, siento que es una pena que una película con un argumento tan poco explotado, con tantas posibilidades haya desembocado en un corto de 89 minutos disfrazado de filosófico en mudos silencios que no reflejan nada. No perdamos la cabeza. Podría haber sido un canto a la madurez del director pero sólo se ha convertido en algo denso, largo y pesado que repentinamente a 10 minutos del final intenta borrar todo lo anterior y sorprender a un público que con suerte no se ha dormido.

Álex de la Iglesia, entre otros, es sin duda uno de los representantes del cine español. Sin embargo, creo que ésta, no es de sus mejores películas. No seré el que niegue, el talento del cineasta ("La comunidad", "El día de la bestia"). Pero, creo, que en esta ocasión ha sido más bien un desatino.

A pesar de todo, no llego a comprender qué tiene Álex de la Iglesia, que me gusta y por lo tanto no voy a minusvalorar su potente primera parte por una segunda más floja. Creo que el largometraje es bueno, es más me gusta, pero creo que podría haber sido mejor, teniendo en cuenta, que es el primo hermano de una de sus primeras y mejores películas, "El día de la bestia". Será su forma, de criticar tanto al machismo, como al feminismo, su muestra del poder la mujer, de la superstición, de la oscuridad... Pero me gusta. Aunque sea, una versión 2.0 de "El día de la bestia".

Nunca en un primer trabajo alguien había mostrado tanto talento. Lejos de la bucólica y tópica animación idealista con personajes tan banales y aburridos como sus historias nace Vincent, una creación apartada de todo aquello que reina en el mundo de la utopía sosa, machacona y manida del mundo de la animación.

Tim Burton nos presenta con Vincent dos partes de un personaje cuya transgresión es incalculable. No, Vincent no es el clásico niño con aspiraciones y sueños vanos. No quiere ser bombero, ni médico, ni abogado, QUIERE SER VINCENT PRICE. Desde el primer hasta el último minuto del corto Tim Burton de propone demoler y destrozar el knowhow de la animación clásica y en un plano superior del cine. Esto provoca que Tim Burton critique (conscientemente o no) un mundo en el que la sorpresa se ha vuelto la sorpresa por lo conocido, algo impactante, en vez de innovar. Demostrando a su vez que en ocasiones una ruptura de esquemas clásicos atrae más, llama más la atención y muestra más talento que el subirse al carro del talento repetitivo de los demás y de la historia del cine.

Además ya en esta producción recibimos una primera muestra del estilo del director. Homenajea en diversas ocasiones a clásicos del gótico y del terror como Frankenstein, Vincent Price y el mítico e inigualable Edgar Allan Poe. Y es aquí donde vemos eso que convierte a Tim Burton en un género por si sólo. Gótico, pero un gótico aplicado a la vida actual, a la vida moderna y nuestro mundo. Gótico diferente, fuera de esquemas y moldes. Un personaje único con un dolor y trastorno, una historia impensable e inimaginable por cualquier otra persona y arte. Arte en cada plano, en cada centímetro de la pantalla unido a la capacidad de llegar. Porque, ¿quién no ha sido alguna vez un Vincent Malloy? Porque Vincent no es más que la muestra de las personas que vivimos, imaginamos y empatizamos en el ámbito cultural, literario y cinematográfico. Gente que conectamos tanto con el personaje que somos capaces de sentir como él. Y lo mismo ocurre aquí. En este mismo corto. Todos sufrimos como Vincent y con el pulso del ritmo de la voz en off nos angustiamos con él, hasta el punto de quedarnos tan mudos como el propio Vicent. Hasta el punto de quedarnos sin palabras.

Creo que después de semejante película solo se me ocurre una cosa, ir al oculista. No sé si seré capaz de mantener mi vista viva durante toda la crítica pero tras esto, merece la pena perder la vista. Pobre Hitchcock, si el más allá existe, ahora mismo le deben arder las muelas al hombre. Simplemente, no encaja. Guillem, buen intento de imitar a los genios del cine de terror pero el terror no se lo gana precisamente por provocar miedo este largometraje. Se nos presenta una especie de sociópata amargado creedor de su invisibilidad y fútilmente, se nos intenta mostrar un trauma. Siento decir, que esto fracasa estrepitosamente cuando sin venir a cuento nuestro sujeto axfisia a su madre, mentirosa compulsiva. Me siento profundamente decepcionado porque este largo metraje que me va a dejar ciego (no se sí de la ira o de la decepción) no sólo se rodea de tópicos, sino que carece de estructura alguna, argumento sólido y simplemente catapulta al público en un mundo caótico, un enrevesado sinín de cambios y absurdeces varias que no cuadran con nada de lo anteriormente expuesto o dejado caer. Cuestiones o preguntas clásicas y muy repetidas. En resumen, es una película simplemente de problemas y temas para-anormales.

Sofia Bohdanowicz es una directora que ha ido labrándose un camino por la esfera de la cinematografía alternativa, con sendos reconocimientos en el Festival de Cine Independiente de Buenos Aires y la Asociación de Críticos de Toronto. Ms Slavic 7 se trata de su tercera incursión en la creación de largometrajes.

Bohdanowicz tiene un sello singular, gusta de un trabajo de lo mínimo que encaja a la perfección con las eventualidades archiconocidas de la producción independiente. Su fotografía limpia, adivina una mirada certera y una visión ideológica del mundo contraria a la espectacularidad, en favor del estudio de lo íntimo y personal. Es lógico que, en el marco de este discurso, la directora canadiense haya optado por vertebrar la premisa de este filme alrededor de un personaje que se dedica a la interpretación de las cartas de su bisabuela.

En esta elección existe una perspectiva aguda sobre la manera en que el mundo de las escritoras se circunscribió en repetidas ocasiones al inmenso paraíso personal de las epístolas, ante la dificultad de lograr un hueco en el entorno editorial. Ms Slavic 7 confronta las compatibilidades e incompatibilidades del diálogo entre dichas piezas y la academia en diálogo con los baches de la existencia de la bisnieta. La pieza es una almazuela de inuendos, en los que asoman las relaciones entre la hermenéutica y la poesía, la traducción frente al marco simbólico, la constricción de las instituciones y lo íntimo como gesto hermético y liberador a partes iguales.

Con todo y ello, donde la mudez podría haber alcanzado las dimensiones de un cuadro de Agnès Martin o el carácter conceptual mínimo de On Kwara, la artista opta por quedarse en un entorno anecdótico sin llegar a convencernos de que éste merece nuestra atención. Si esta propuesta fuera pionera, el concepto vencería sobre el fenómeno pero uno no puede evitar recordar ejercicios que han salido mejor parados como 'Correspondecias' de Rita Azevedo o 'A Volta ao Mundo Quando Tinhas 30 Anos' de Aya Koretzky. No en vano, el film es un interesante ejercicio y una perfecta carta de invitación a conocer la rica subjetividad y mundo interior de una artista observadora y sensible.