Una más entre el montón de películas realizadas al son del terror juvenil, trillado, de sustos yl lugares comunes con que nos asedia/tortura el cine americano desde hace años y especialmente durante los últimos.
Medianamente entretenida, previsible y con muy escasa capacidad para sorprender/atraer más allá de lo obvio a cualquier espectador.
No cabe desatacarse siquiera ni su vocación gore ni un guión entre lo cachondo y lo inverosímil (ese psicópata ataviado de minero es muy fuerte).

"Operación swordfish" es un camelo, más que una película. Durante gran parte de su metraje me "engaña" -literal-, haciéndome creer que estoy ante un simple y epidérmico thriller ruidoso en el que a un tipo multimillonario que se priva por la informática se le ocurre la brillante idea de poner en jaque a practicamente toda la nación. Pero llega un punto en el que se me quita la venda de los ojos y veo ante mí un espanto de material fílmico. Estamos ante un film a evitar y a no tocar para evitar sarpullidos. Es otro hijo de la nefasta "Independence day", es una película hipócrita, necia y burda, embrutecedora y fascista, que huele a espectral patrioterismo, a vomitivo pseudoapocalipsis y a falsedad integral. Resulta que al falso personajillo de Travolta le pone realizar atentados terroristas de tal calibre que hasta el resto de los propios terroristas desprecien cometer semejantes actos. ¡Joder, que se lo pregunten a Bin Laden, al que además aquí dan ideas!. Si es que parece que estamos una película profética, anunciadora de la trágica debacle de las torres gemelas (y todavía hay gente que se extraña de que se golpee así al invasor, capitalista y dominador territorio yanqui, cuando es lo que han hecho y seguirán haciendo ellos todavía la puta vida acrecentando con sus políticas empozoñadas las diferencias de riqueza y la pobreza en el mundo; si son ellos los grandes impulsores y amamantadores del terrorismo global, de las grimosas guerras preventivas, de derrocar y poner dictadores, de inventarse armas de destrucción masiva...). Claro que aquí resulta que los terroristas de turno son, cómo no, fundamentalistas islámicos. Y es que es muy bonito hacer videojuegos destructivos -y siguen en ello, hay que darse cuenta del negocio que supone- como éste pudiendo romper y aniquilar rascacielos, edificios y monumentos, salvando al mundo de la destrucción,etc; lo peor viene cuando todo lo inventado y manipulado te estalla en las narices y ves que se ha convertido en realidad. Bofetada inaguantable.
Entre tanta basura putrefacta, entre tanto tic e incongruencia, entre tanto ininteligible "hacker" informático y tanta gilipollez argumental, solo nos queda la abrumadora sensualidad de Halle Berry. Odio esta película.

Hizo furor en los cines de Arte y ensayo en su época y pertenece al ciclo de Cuentos Morales de Rohmer, pero resulta un film tedioso, muy francés en el peor sentido - mucho diálogo y poco fuste -, de corte presuntamente liberal, y en la que cada día se corresponde con una secuencia. Llena de defectos y falta de emoción, convicción o brillantez, resulta una película inútil, hueca y de ineficaz naturalismo. Lo que no significa que sea ni buena ni mala, sino todo lo contrario. Me aburre pero no me cabrea. O sea, nada.

Un simple y tímido empleado de banca (Stamp), coleccionista de mariposas, obtiene un gran premio a las quinielas. Entonces se propone lograr su anhelado sueño: secuestrar a la mujer de la que está enamorado con el fin de que ella, tras conocerle, tenga para él los mismos sentimientos...
Posiblemente la película más atípica e inesperada de Wyler (cineasta academicista y canónico dónde los haya) y más a su avanzada edad y que ha sido fuente de inspiración directa o indirectamente a muchas más películas y semilla para dos de las mejores películas del cine español: la genial, obsesiva y absorbente, irrechazable "Bilbao" de Bigas Luna; y la excelente, compleja formalmente y lograda "Átame" de Almódovar. Sin embargo, y pese a todo lo cacareado y la canonización cinéfila de este film, "El coleccionista" queda, a todas luces, como una película que pudo ser genial y se queda a medias. Claramente influenciada por "Psicosis" de Hitchcock, empezando por Stamp como "alter ego" de Perkins, Wyler reduce el espacio y los personajes y transforma esta historia de amor -¿idilio, sueño o deseo sería más correcto?- obsesivo e imposible en una crónica de terror psicológico. Stamp, al lograr raptar a Eggar, tiene la más preciada y única mariposa para su colección pero queda claro que tan pronto se le pierde esa pieza, se lanza compulsivamente a por otra, luego sustituye presunto amor por constante deseo.
Soledad, Obsesión, Idealismo, Realidad y deseo se dan cita en "El coleccionista" pero no logra cuajarse para tan genial historia en una inolvidable, dañina, arrebatadora o pegajosa película. Conclusión obvia: no era Wyler el director indicado para el argumento, pues logró lo que magistralmente sabía hacer: una buena película pero sin el alma arriesgada y despeñada de, pongamos por caso, Buñuel, von Sternberg o el propio y primerizo Luna.

Un viejo profesor (Lancaster) que vive encerrado en su mundo culturalista y de belleza, es importunado por una condesa, su amante, su hija y el amante de ésta, que pretenden instalarse en el ático de la casa del viejo profesor.
La penúltima película de Visconti y, sin lugar a dudas, una de sus obras más imperfectas y poco logradas. Se trata de una reflexión acerca de la búsqueda de la belleza como elemento de felicidad, además de una reivindicación de la cultura y la estética, belleza que es destruida por la más absoluta vulgaridad, por una nueva corriente de individuos desapegados, irreconocibles, desunidos y desorientados.
Cuenta con un notable trabajo del gran Lancaster, pero ni el guión -muy irregular- del veterano Susi Cecchi D´Amico -autor de varios de los guiones más relevantes y mejores de la Historia del Cine europeo e italiano- ni la tristona y raquítica realización de Visconti, ya enfermo, hacen de ella una obra conseguida. Tampoco ayuda nada la vulgar interpretación de Helmut Berger ni de una sobreactuada Silvana Mangano. Interesante, pero envejecida.