Absurdo intento alemán de humanizar a los alemanes nazis. No a los de antes de la guerra. No a los que lucharon en contra. No a los que se vieron enmedio del fregado. No. A los nazis.

Como si de sus adorables abuelos hablara, la guionista traza un esquema televisvo básico para cruzar la segunda guerra mundial con un retrato humano de los malos. Y no me lo creo. Y no me lo quiero creer. Y no quiero que nadie pueda llegar a pensar nunca que así pudieron pasar las cosas. Es una ficción, no la realidad, y opta por ser condescendiente con los malos. Con los peores. Y eso me asusta y me apena tanto que la cantidad de convencionalismo televisivo y mediocridad vertidos en esas cuatro horas y media ya me dan igual ante tal despropósito.

Muchos films y series han tocado el mismo aspecto y nunca han caído en la disculpa o el perdón y siempre en la investigación sociológica y psicológica del porqué, algo totalmente inexistente en la miniserie que nos ocupa.

Así se empieza a relativizar y con el relativismo viene el olvido. Una vergüenza, y más viniendo de Alemania.

Risible y sonrojante película al servicio de una de las historias más tontas, ridículas y delirantes que nunca se han filmado.

Cruza de cabo a rabo del largo una sensación de cine Amenábar: pedante, cursi, ridículo, kitsch. Pareciera que Tornatore se reencarnara en la piel del español en su peor versión. Es todo un delirio loco con ínfulas de autor. El personaje de Rush es superlistísimo y, a su vez, supertonto. Sus rivales, al revés.

Este tipo de cine new age, tan vacío, de estilismo hueco, que llega a conclusiones de obviedad sonrojante con un aplomo que pareciera que estuviera hablando el mismísimo Nietszche, es lo peor de lo peor, solo un escalafón por encima de las inmundicias con mensajes racistas, nazis y demás basura del estilo. Pero después de ese submundo intelectual, cosas como 'La mejor oferta'.

Patetismo propio de la época en que existen coachs y la homeopatía y se cuestionan a las farmacéuticas, a la psiquiatría y a la inteligencia en general.

Nunca he sido un fan de Gene Wilder. Menos aún de Richard Pryor. Y aún menos de los films en que hacen dúo, siempre malos. Esta alianza hacia la nada seguramente empezó aquí, una insípida película de acción, misterio y comedia que no tiene ninguna de las tres.

La evolución cansina y monótona de la trama se alarga como un dia sin pan y la repetición de un esquema narrativo hasta tres veces (me tiran del tren, busco como volver, vuelvo) acaba con la paciencia de cualquiera. Es ciertamente soporífera, pasada de moda en todos sus aspectos y su evidente falta de propósitos mayores no consigue calmar mucho mi crítica. Es muy floja.

Tengo muy claro que pretender poner por escrito varios peros a 'Juego de tronos' en esta web es un acto que acarreará no pocas iras pero, como siempre, la opinión de uno no se vende.

Nadie puede menosvalorar la serie en su apartado técnico. La ingente cantidad de dinero invertida en ella está bien empleada. Su vestuario, su maquillaje, su dirección artística, su montaje y su dirección de fotografía caminan juntos sumando, aportando y retroalimentándose; algo muy, muy difícil. El tema musical principal es fantástico, lleno de épica, emotividad y voluntad de grandeza.

El 'pero' de la serie, que no es poco, está en lo que cuenta y cómo. La trama es un rollo, sin objetivos ni puntos de llegada claros y llena de lugares comunes, partida además en 2000 historias que no se retroalimentan unas a otras -como sí pasa en otras grandes series tan dispares como 'A dos metros bajo tierra', 'Los Soprano', 'The wire', 'Breaking bad' o 'Battlestar: Galactica', por ejemplo- y que permiten a los responsables del traslado de las novelas a los guiones el truco facilón de saltar de un lado a otro sin más. La descompensación entre lo que no te importa nada y lo que sí es brutal y se nota que sus responsables son conscientes de ello apostando por igualar con el mismo tono letárgico sea cual sea la trama y el momento de ésta. Algunos se confunden y dicen que este tono es 'serio' o 'de calidad' y no; 'The wire' es seria, esto es un rollo.

Una de las cosas más ridículas que contiene la serie son sus diálogos, queriendo imitar a Shakespeare. Lo repito. Los diálogos quieren imitar a Shakespeare, trivializando así el estilo y honda sabiduría del genial inglés y, por supuesto, provocando en el conocedor una sensación de sonrojo habitual durante el visionado. Como muestra de esta grandilocuencia me remito al título original de la saga: 'A song of ice and fire'. Vaya.

Entiendo que a los adolescentes -que aún tienen todo por conocer- y a los jóvenes que no han conocido mucho o nada, la serie les parezca una absoluta revelación. Entiendo también que guste a los amantes de la literatura fantástica, pues es rica en su universo y hábil en sus trampas, pero no nos llevemos a engaño: 'Juego de tronos' es una serie muchas veces aburrida (la 2a temporada es para tirarla entera a las llamas), llena de tópicos y molestamente consciente de querer ser filosóficamente grande cuando solo es una serie que narra las aventuras de unos cuantos personajes a cual más odioso u odiable. Porque querer, lo que se dice querer, aquí no se puede querer a nadie.

Seguramente tendrán razón los que digan que 'las novelas son mejores'. No lo sé. Ni pienso saberlo. Menudo tostón.