Haz click aquí para copiar la URL
Críticas de Chris Jiménez
Críticas 2.197
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
4
17 de febrero de 2017
Sé el primero en valorar esta crítica
El suelo, el cielo, los muros, los árboles se retuercen, cambian de forma, se contraen sobre sí mismos. Todo el universo está condenado a girar y girar hasta caer en una horripilante deformación.
Todo es una espiral. ¿Qué secretos esconden?

Eso mismo se preguntaba el sr. Junji Ito, mangaka prestigioso y respetado, creador de algunos de los más absorbentes e imposibles universos que se han visto dentro del cómic japonés, cuando estaba preparándose para crear uno sus trabajos más celebrados: "Uzumaki". Aunque la base para su historia era otra muy diferente, su obsesión por representar el descenso a la locura y al tormento infinito le llevó a hacer de la espiral una parte esencial de ella; dicho manga empezó a publicarse en una serie de extensos volúmenes en 1.998, ganando una legión de adeptos a no mucho tardar.
En ese momento una adaptación cinematográfica estaba en curso, cuando casualmente llegó a inmiscuirse en ella Akihiro Higuchi (apodado "Higuchinsky" por su ascendencia ucraniana), un director sobre todo asiduo a los videoclips de grupos y series de televisión con ganas de dar el salto a la gran pantalla. Fascinado, como es lógico, con el trabajo de Ito, decidió ponerse tras la cámara con la fidelidad a la obra original como principal pretensión; sin embargo esto no sería posible debido a que aún estaba publicándose, por lo que asumió la difícil tarea de continuar el argumento por su propia cuenta.

En un momento en que el "j-horror" había renacido de sus cenizas gracias a "The Ring", acumulando tanto exitosos títulos muy premiados en festivales extranjeros como el inicio de longevas y populares sagas, "Uzumaki" se desvela como toda una rareza dentro del género que sólo recordamos al abrir las puertas de nuestra memoria y viajar a principios de siglo. En ese 2.000 se estrenaba la tercera de las muchas aventuras de Tomie, y en ella se hizo uso de un presupuesto considerable; Toei y Omega Project (responsable de todo el "boom" del horror asiático contemporáneo) también apoyaron a Higuchi para traer los dibujos de Ito a la vida con la mayor credibilidad.
Los guionistas Takao Nitta y Chika Yasuo, bajo la supervisión del mismo dibujante, dividen la trama en cuatro capítulos; el primero nos introduce en Kurouzu-cho, un Twin Peaks nipón envuelto en sombras donde una terrible amenaza se empieza a desatar debido a la obsesión del padre de Shuichi por las formas en espiral, que (como aprendimos del "Pi" de Aronofsky) todo lo envuelven y absorben. La conjunción de elementos permite al film respetar la estética del manga, si bien recrear al 100% toda su paranoica y grotesca imaginería es cosa imposible.

Pese a las limitaciones, Gen Kobayashi (a la fotografía), Atsushi Doi (efectos visuales), Yuji Hayashida (dirección artística) y el director se esfuerzan en modelar un clima viscoso, repulsivo e impregnado de un calor sofocante, con el último sirviéndose a su nerviosa cámara de infinidad de trucos para subrayar la sensación de extrañeza (enfermizos "zooms", encuadres demenciales, movimientos mareantes...). Nobuhiko Obayashi, Nobuo Nakagawa, Takashi Miike, David Lynch y Teruo Ishii, además de Kazuo Umezu y, cómo no, H.P. Lovecraft, son las principales influencias tanto en forma como en estética y narrativa.
Las verdosas aristas que define Kobayashi hacen brotar la paranoia para instalarse directamente en el inconsciente; a efectos técnicos "Uzumaki", como sus muchas espirales, atrapa en su vorágine de locura contagiosa, además de su delirante y en ocasiones vergonzoso absurdo. Esto no tiene nada que ver con las gélidas sombras de "The Ring", la asfixiante tensión psicológica de "Cure" o la nauseabunda atmósfera de "Tomie"; esto es algo totalmente distinto que va por su propio camino. A otros efectos la cosa cambia; Nitta y Yasuo intentan resumir y condensar muchísimo la intrincada, elaborada y sumamente detallista historia de Ito...

Así, se centran en la obsesión de Toshio y el creciente miedo de su hijo y Kirie; lo restante, desde las relaciones entre alumnos al trato de personajes secundarios, se expone de un modo insípido, débil e incompleto. Si el primer capítulo demuestra bastante fidelidad, los pasos independientes de los guionistas y el director pierden credibilidad, incluso la sensación ya no parece la misma; más que espiral, la historia se precipita a un laberinto argumental donde la ilógica y el gusto por lo puramente visual se convierten en las estrellas de la función. Mientras tanto, infinidad de situaciones, personajes y episodios enteros estarán ausentes.
Pero el golpe más doloroso se lo lleva el reparto (o mejor dicho, nos lo llevamos nosotros por tener que soportarlo...), encabezado por el espeso Fhi Fan y la muy estrangulable Eriko Hatsune (cuya cabeza hubiera querido ver retorcida en el asfalto, y no la del pobre Tamura) asumiendo fatalmente el rol de la genial Kirie del manga (un servidor cree que Misaki Ito o Miho Kanno habrían sido mejor opción...). Incluso los artistas más veteranos como Ren Osugi, Yoshihiro "Denden" Ogata, Taro Suwa o Keiko Takahashi, parecen perdidos al mando de Higuchi y sus interpretaciones se resienten hasta límites insoportables.

El caso es que con sus defectos, "Uzumaki" tuvo su relativo éxito y gozó de atención internacional, mayor por parte de la crítica. Más visual que lógica, pocos la entendieron y a la larga, al contrario que "Ju-on" o las obras de Nakata y Kurosawa, se fue perdiendo de la memoria colectiva, sobre todo teniendo en cuenta que mejores muestras de "j-horror" estarían por llegar.
El director, por cierto, acometería un par de trabajos fallidos más y se retiraría definitivamente del cine para dedicarse otra vez a los videoclips y la televisión; su obra queda como eso, una verdadera rareza de su género, considerada de culto por un pequeño sector. En conclusión: otro trabajo de Ito que fracasó en su versión cinematográfica.
Chris Jiménez
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
Clannad: After Story (Serie de TV)
SerieAnimación
Japón2008
8,1
1.008
Animación
10
16 de febrero de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
(AVISO: La siguiente crítica contendrá spoilers en esta sección, ya que me sería imposible analizar este anime de otra forma).

Empezando con un nivel cómico a la altura de la anterior y presentado historias de personajes secundarios, que quedaron mejor porque no duran tanto como en la 1.ª temporada, la serie pega un giro muy notable, cuando vemos que Tomoya se gradúa y se sale, por fin, del instituto para afrontar lo que es la vida del "adulto" al meterse de lleno en la sociedad.
En esta parte hay que empezar a cambiar la forma de pensar porque los protagonistas también cambian. Ya no se puede ver la serie con los mismos ojos con los que veíamos el cap. 3; ahora Tomoya llega tarde de trabajar, agotado, y su mujer está esperándole para preprararle la cena y apoyarle en su día a día (...una niña de 12 años que se lo pasaba bomba con la 1.ª temporada no entendería muy bien estas situaciones o, a lo mejor, le parecerían aburridas).

Tomoya se busca un trabajo, se casa con Nagisa, su padre es encarcelado; preña, con todas las de la ley y sin que nosotros lo intuyamos siquiera, a su esposa; se muda a un apartamento y la carga dramática se nota mucho más, aparte de dejarnos el espacio sólo para los protagonistas. En el 13 Nagisa se gradúa, en el 15 conocemos el nombre que le darán a su futura hija, Ushio...y en el 16, tras un agradable encuentro con todos los antiguos amigos del instituto, la dulzura se vuelve amargura y melancolía cuando vemos que Nagisa, tras dar a luz, muere en el parto.
Si la cosa puede empeorar empeorará...y, esta vez, nos vamos más adelante, cuando esa niña ya tiene 5 años y un camino largo que cruzar para entenderse bien con un Tomoya derrotado, sin ilusión y más frío que nunca. Es en esta 3.ª parte de la serie donde asistimos a su momento (creo yo) más memorable; no por triste sino por bonito, el cual se da en un vasto campo de girasoles con el tinte naranja del sol de la tarde y donde Ushio, tras perder su robot, le dice a su padre esa frase inolvidable: "es el que escogiste y compraste para mí...el primer regalo de papá"; luego viene la preciosa melodía "The Place where Wishes Come True", de Jun Maeda, de fondo, y las lágrimas empiezan a fluir, como le pasa a la niña.

Con esa otra "Sanae me dijo que está bien llorar en el baño...y en los brazos de papá" Ushio se lanza a los brazos de Tomoya y rompe a llorar mientras esos destellos naranjas cruzan el paisaje, y, después, nos vamos al tren donde éste comienza a hablarle de Nagisa a su hija y, sin poder evitarlo, también se deshace en lágrimas al recordar el que fue el amor de su vida y el que ya no está con él en el mundo. Una sucesión de escenas que son las más lacrimógenas, preciosas e inolvidables que haya visto jamás en una serie de animación. Todo sigue el mismo camino, sobre todo cuando Tomoya y su padre se reencuentran, para llegar, esta vez sí, al momento más triste de la serie. Una calle llena de nieve, un padre abatido y una hija enferma andando por ella y que cae de nuevo en los brazos de su progenitor, ahora para decirle que le quiere antes de cerrar los ojos por última vez.
Todo se vuelve demasiado ácido, meláncolico y pesimista; la salvación no es posible para nadie en la ciudad donde Tomoya vive, y, tras ver el que habría sido un final más que magistral, aunque desagradable, Tomoya implora a gritos para que su difunta Nagisa ayude a la recién fallecida Ushio. Entonces llega la fantasía, el mundo alternativo de la chica y el robot se funde con el real dando paso a una conclusión onírica y de momentos épicos, regresando al pasado en el parto y, para gusto de todos, viendo como la heroína de la serie sobrevive a éste.

Así todo acaba bien; se puede llorar de felicidad y no de tristeza y tener ese final que todos los fans querían. Con "Small Palms" de LIA, llegamos al final, donde la vida de los protagonistas se ha desarrollado bien y la felicidad campa a sus anchas por toda la ciudad y en todos sus habitantes; como diría Nagisa, "igual que en la Gran Familia de los Dangos".
"Clannad" es una historia que no busca un llanto fácil, sino que sabe cómo hacer que el espectador se emocione con una combinación perfecta de música, la expresión de unos personajes bien trazados, el ambiente y, claro está, el gran trabajo que hacen los "seiyuus" con sus voces (bendita Mai Nakahara). No me extraña que sea uno de los trabajos más queridos de la compañía KEY, porque si te quiere hacer reír te hara reír, si te quiere hacer llorar pues llorarás, y como nunca, desde luego.

La serie juega con los sentimientos creando situaciones que están hechas para calar bien hondo en el corazón y en la memoria...todo ello le ha garantizado un puesto indiscutible en el Monte Olimpo de los animes.
Chris Jiménez
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
Clannad (Serie de TV)
SerieAnimación
Japón2007
7,0
926
Animación
8
16 de febrero de 2017
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cariñosamente hilvanado y cuidadosamente construido, "Clannad" es uno de esos animes para ver utilizando la paciencia por encima todos los demás sentidos.

Si no se tienen ganas no se pueden disfrutar los 46 capítulos de esta tremenda serie en su totalidad. Hay que dejarse envolver por su cálida atmósfera de ensueño, conocer poco a poco a todos los personajes y esperar a que te caigan bien, a que te gusten sus voces y sus distintas personalidades.
Tomoya, un chico de buen corazón y poco preocupado de su vida académica, y la tímida, adorable y amable Nagisa, son la clave. La pareja por excelencia del "slice of life"; pero sobre todo hay que tener sensibilidad, porque este no es un "shojo" a lo "School Days" o a lo "Ichigo 100%". Esto tiene un ritmo muchísimo más lento, un tono más inocente y sobre todo, entrañable.

Pero no está hecho sólo para los que quieren llorar, como se suele decir. Sí que hay momentos realmente dramáticos, pero unidos a situaciones muy cómicas; Sunohara es el que se lleva esa parte, con sus inolvidables peleas entre Kyo y Tomoya.
Luego están las bromas que Tomoya le gasta a la gruñona de Fuko, las ocurrencias del padre de Nagisa y esas carreras que se pega Sanae cuando alguien hablaba mal de los bollos de la panadería...pero los recuerdos perdidos, la soledad, los amigos que se van, las malas relaciones familiares o los amores fracasados también son temas a tocar y ahí se mete la parte más seria de la trama.

Esa equidistancia entre lo serio y lo humorístico en la 1.ª temporada, toma de contacto para el verdadero conjunto que son los más de 40 episodios, hace de "Clannad" una serie, cuanto menos, "bonita".
El diseño también es atractivo: cabellos de distintos colores, ojos grandes y brillantes, chicas con rostros "kawaiis"...bueno, lo típico de un "shojo". Y las canciones son algo que también llegas a recodar, las más divertidas y las más lacrimógenas.

Las comparaciones con la anterior serie del estudio Key, "Kanon", son odiosas, pero "Clannad" tiene personalidad propia como para ser recordada por ello.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6
16 de febrero de 2017
Sé el primero en valorar esta crítica
La pupila de un ojo contraída en plano-detalle. ¿De quién?, no importa, es un plano que lo explica todo: subidón, éxtasis, un estado mental distinto que es mejor no conocer.
No cabe ninguna duda de que la persona que ideó "Spun" se encontraba bajo sus efectos.

William de los Santos provoca auténtica inquietud si se le observa un par de segundos, ya desde su aspecto estrafalario a lo Alan Moore, y eso que asistió a la universidad como cualquier chaval...pero se metió en el mundo de las drogas de una forma espantosa, ejerciendo de chófer para un fabricante de metanfetaminas a lo largo y ancho de Oregon. Aquellas experiencias le convierten a mediados de los '90 en un adicto a esa droga, le trastocan la cabeza y le marcan de por vida, y ello lo irá a reflejar en un guión psicotrópico, ininteligible y basado en todo lo que ha vivido.
Es asombroso hasta donde puede llegar el ahínco humano cuando se cree en algo, y este chiflado lo demostró marchando a Los Angeles y acosando a una gran cantidad de individuos que de algún modo u otro estaban en el negocio del cine. Su empeño resultó en cruzarse con Hans Jonas Åkerlund, un sueco de mucho prestigio relacionado con el universo musical y los videoclips (Madonna, Ozzy Osbourne, Metallica, Smashing Pumpkins e incluso McCartney han estado a su servicio...) que sin embargo trató de evitar lo posible hasta el momento en que accedió a leer su alucinada historia. La producción, totalmente independiente, tardó en ponerse en marcha y sufrió varios periodos de estancamiento.

El concepto de "Spun" es curioso: la historia ni empieza ni termina, simplemente sigue, al igual que la vida de los personajes implicados en ella. Y entramos con la naturalidad de un documental, una vida colapsada por la locura, la miseria, la pobreza, la ruina humana de frente y sin paliativos, en un lugar perdido que perfectamente puede ser la Eugene de Ontario; y Akerlund nos empuja a ella, a esa atmósfera malsana con la fuerza de un ciclón, gracias a su urgencia visual y montaje tan "ritchiano" de ritmo taquicárdico y experimental, que comparte junto a Johan Söderberg.
Jason Schwartzman como una versión perversa, desagradable y no tan simpática del Nicky de Adam Sandler, más o menos con la misma capacidad neuronal, es el álter-ego del guionista y casi todo lo que le sucede en el transcurso de varios días se relaciona con la realidad. Y somos obligados a saborear, contemplar y escuchar el universo pútrido y consumido en metanfetamina en el que él está ya metido hasta el cuello, y que lo simboliza el interior de la casa de "Spider" Mike, primera de muchas referencias cinematográficas (donde un John Leguizamo haciendo lo que mejor sabe (el loco) suplanta al Eric Stoltz de "Pulp Fiction" mientras Mena Suvari podría ser la cara más fea, grasienta y lánguida de Rosanna Arquette).

Bien integrados todos ellos en el vértigo técnico-visual servido sin pensar en los nervios del espectador; es el efecto que desea el cineasta: la condición física y mental de alguien que ha sido forzado a probar esta droga y empieza a sufrir las consecuencias de una subida de la presión arterial, agitación psicomotriz, esquizofrenia paranoide y alucinaciones, y antes de llegar los créditos iniciales ya nos sentimos así. Por ello no es tanto el énfasis que se le da a la trama como a la forma del film y al carácter de su troupe, todos trastornados, inocentes a su modo, algunos malvados...
Aun así no se ofrecen moralejas absurdas acerca de la drogodependencia, ni se profundiza mucho en los anteriores, al contrario de Boyle en su "Trainspotting". Esto es un día a día de colocón y efectos, lógica de reiteración y delirio como la de "Miedo y Asco en las Vegas" sin alcanzar las dimensiones del fascinante imaginario de Gilliam, y sin plantear las oscuras reflexiones ni la caída en desgracia (ni nada mínimamente trascendente) de "Réquiem por un Sueño", a la cual Akerlund ha echado el ojo y pretende imitar en estilo, forma y riesgo, pero quedando su sinsentido más cerca de la horrible "Cookers", realizada un año antes.

Sin embargo Brittany Murphy, quien traslada sus propias adicciones (la cocaína y la (terapéutica) metanfetamina, culpables de llevarla a la tumba unos años después) a Nikki (clásica zorra con el corazón de oro, versión drogadicta de Vivian Ward), destaca entre los imbéciles adictos, clubs de striptease, terribles suburbios, policías corruptos y el "villano" "The Cook" (ese Rourke en un mundo muy acorde a su vida en aquel momento, sin importarle el guión ni el reparto, a su aire, de cowboy arrogante, como de costumbre...), en definitiva: una luz de esperanza en mitad de tanta negrura de la que para todos es imposible escapar.
Es quien representa el cambio frente a la debilidad de Ross, la paranoia de "Spider" Mike, la irritación constante de Cookie, la falta de compasión de "The Cook" o la asquerosa existencia de "Frisbee" (¿quién iba a pensar que encontraría al tierno Patrick Fugit de "Casi Famosos" en semejante papel?). Tal vez el primero desea reunirse con su ex-novia, pero se ve incapaz de afrontar un cambio vital; Nikki, por suerte, es una criatura de puro candor y afecto, la única bocanada de aire en este agujero ahogado con el humo de los químicos de las anfetas, la única que, aun atrapada en él, intenta huir hacia un destino mejor. Un puro sustitutivo femenino de Mark Renton.

Más allá de este increíble personaje sólo queda: frenesí desde todos los ángulos, estridencia, humor escatológico, violencia cruda, experimentación bizarra, absurdo basado en el cómic y la animación grotesca, imitación barata de otras obras, una trama sin principio ni final.
Pero también hay un asombroso desfile de caras conocidas: de Eric Roberts, Ron Jeremy y los artistas Billy Corgan, Deborah Harry y Rob Halford, símbolo de la influencia musical de Akerlund, a Peter Stormare y Alexis Arquette de pareja policial "exploit" (y enormes en las, de lejos, mejores escenas de la película, homenaje absoluto a Tarantino).
Chris Jiménez
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
Ikki Tousen (Serie de TV)
SerieAnimación
Japón2003
5,4
165
Animación
7
16 de febrero de 2017
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dragones y demonios, que se agolpan en el interior de jóvenes guerreros esperando a salir en el momento propicio.
Y cuando sucede las entrañas de La Tierra crujen, sangran, se despedazan tras su paso...

"Ikki Tosen" fue uno de esos títulos del anime cuya influencia aún sigue manteniéndose en el mundillo, tanto más cuanto que cuenta con cuatro temporadas, una película y haber sido adaptada a múltiples formatos; el autor Yuji Shiozaki termina en Young Jump y se dedica a su trabajo más ambicioso, tomando de referencia el celebérrimo cómic de Mitsutero Yokoyama "Sangokushi", el cual recreaba el legendario "Romance de los Tres Reinos" de Luo Ben. El primero se empapa de la historia de ese periodo concreto, sangriento y caótico, de la China del siglo III, y lo traslada al Japón del siglo XXI.
El gran éxito cosechado lleva a JCSTAFF, tres años después, a crear la versión en animación, que tendrá estrenos a nivel internacional. El comienzo de ésta puede causar una impresión confusa, donde básicamente, y a pesar de tal épica introducción, se nos presenta un Japón alternativo cuya joven generación batalla entre sí por el control del territorio, al estilo del "Crows" de Hiroshi Takahashi; pocas expectativas nos dan las trifulcas iniciadas en el instituto en el que ha ingresado Hakufu, gran estereotipo del anime: la "genki girl" enérgica, de físico explosivo y más simple que un ladrillo. A su alrededor se arremolinan una enorme cantidad de personajes con cuya contribución personal irá avanzando la trama.

No es extraño que, salvo para los fans de la acción y el "fan service", los primeros episodios sean decepcionantes; a ritmo de vértigo Takashi Watanabe, un veterano habituado a las series enfocadas al público juvenil masculino, nos introduce, y sin paliativos, en este universo de trazo grotesco, violencia salvaje y sexo crudo, y aumentando la carga de humor absurdo que ya exhibía Shiozaki (principalmente a causa de la imbécil protagonista y su lasciva madre Goe, resultando el mayor fallo de la serie). Pero sin descender este nivel de brutalidad física extrema en la línea del anime de los '80 y '90, los personajes se irán desgranando y así los misterios del argumento.
Porque cuando parecía que la acción iba a concentrarse dentro del instituto Nanyo, ésta se abre, engloba un territorio amplio, y toman parte una serie de jóvenes definidos por la codicia, el odio, la venganza, el orgullo y un recalcitrante individualismo, jóvenes distribuidos en un estricto orden grupal acorde a la tradición a la que se hayan sujetos: la de su propia estirpe, de guerreros cuyos actos y decisiones marcaron de algún modo la Historia de la nación siglos y milenios atrás, representado en un artefacto con el que el autor introduce la fantasía: la magatama, símbolo de su linaje, su poder y su destino.

Como Nanyo hay otros centros escolares, más bien cuarteles generales de las distintas facciones de guerreros, cuales clanes samurái modernos; Kyosho, Seito, Yoshu, figuración de las diferentes dinastías durante la era de los Tres Reinos, y sus "alumnos" machacándose los huesos por el liderazgo. Cuando viene a suceder el torneo entre estas "escuelas" los todavía algo difuminados secundarios toman forma, revelan sus ambiciones y debilidades y se preparan para enredarse en una maraña de conspiraciones y luchas internas en la mejor tradición de las fábulas "jidai-geki".
El carisma de cada uno no rebaja la impresión que causan sus personalidades, algunas sumamente horribles (salvo Kokin, primo tímido y protector de Hakufu, todos, hombres y mujeres, producen una desagradable sensación): Ryomo y su total desafección pero blindada lealtad; Koha, un demente que parece más bien un demonio a la caza de cualquiera; Saji y sus siniestras maniobras a espaldas de todos y su repulsiva perversión; Gakushu y su físico temible, además de su entrega incondicional por sus aliados; el malvado Totaku, que ostenta el poder con su sadismo y arrogancia; la fiera y promiscua Hosen, una de sus súbditos, que termina luchando contra la injusticia de su clan...

La clave de la habilidad de Shiozaki radica, quizás influenciado por el concepto de "Los Inmortales", en poner a este mosaico de personajes rico en detalles contra las cuerdas de un destino trágico e ineludible, un destino regido por la fatalidad histórica, que ya determina desde antes de nacer su supervivencia o su muerte, y que intentan evitar a cada momento, pero como el anciano maestro Choko dice: "Luchar contra el destino forma parte del mismo destino". Esto se expresa de mejor manera en Totaku, cuyo antepasado murió a manos del de Hosen.
Su historia, la de un diablo que hace lo posible por girar en la dirección contraria los engranajes de su ya "preparado" futuro y los sangrientos conflictos entre los miembros de su clan Rakuyo, ofrecen los mejores momentos de la serie, con la venganza de la anterior como motor de los hechos, perfilándose un drama íntimo desgarrador (y romance lésbico incluido); otra oscura subtrama asoma a través de Saji, inesperado instigador de los enfrentamientos entre los protagonistas y un villano aún más complejo que Totaku en sus deseos...y entre medias Hakufu, la única que no comprende lo que pasa a su alrededor, pues debe cargar con la tediosa ignorancia que le ha conferido el autor.

Ella es la perfecta muestra de que aquí el cuerpo y los impulsos determina las acciones y emociones más que la inteligencia; debido a eso su evolución a lo largo de la serie se da por medio del dolor, de los duros golpes, que extraen de su interior un poder por todos temido, decisivo para dominar y unificar el territorio.
Si Watanabe optase por un enfoque más dramático y oscuro y de menor carga humorística, "Ikki Tosen" sería uno de los animes definitivos del "shonen" y del nuevo siglo. Sin llegar a tal nivel, no se le puede quitar su mérito dentro de dicho género y época; hasta su alegre "opening" ("Drivin' Through the Night") resiste bien el paso del tiempo.
Chris Jiménez
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here

    Últimas películas visitadas
    Shock Treatment
    1981
    Jim Sharman
    5,2
    (156)
    arrow