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Críticas de Luis Guillermo Cardona
Críticas 3.333
Críticas ordenadas por utilidad
7
11 de mayo de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para las mujeres que habitan en el edificio de Connie Scott, Charles K. Patterson, es un tipo encantador. Él es galante, generoso, simpático… ¡y sabe muy bien cómo llegarles a las mujeres mayores -sobre todo viudas- para hacer que se derritan ante su presencia! Hasta, Jim, el esposo de Connie -recién desempacado de la II Guerra Mundial- admite que, si Charles no tuviese tanta edad -pasaditos los 40-, él se sentiría celoso de la amabilidad con que trata a su linda mujer.

Una de las novelas que escribiera el también educador y luego experto en historias para niños, Scott Corbett (1913-2006), titulada “The Reluctant Landlord” (1950), interesó a la Twentieth Century Fox, que la encargó a nada menos que, I.A.L. Diamond (futuro escritor de “Love in the Afternoon”, “The Apartment”, “Some Like it Hot” y otras joyas), lo que, de entrada, nos asegura diálogos chispeantes, pícaros y sustanciosos. Especie de estudio del carácter femenino y de los juegos de seducción de ambos sexos, la trama resulta bastante atrayente y divertida, y por fortuna, el director Joseph M. Newman, sabe llevarla a buen puerto, pues, demostró que recordaba muy bien lo aprendido cuando fue asistente de dirección de, George Cukor y Ernst Lubitsch.

Los protagonistas son, June Haver, actriz que se iniciara como cantante en varios grupos musicales, pero, quien luego conseguiría entrar al plantel de la Fox, cuando demostró que, además de ser bella, también tenía aptitudes para la actuación. Tras su primer protagónico al lado del excelente comediante, Monty Woolley, en “Irish Eyes are Smiling” (Gregory Ratoff, 1954), June hizo otros tantos filmes hasta llegar a, “Scudda Hoo! Scudda Hay!”, una encantadora historia familiar en la que hacía un extra la luego célebre, Marilyn Monroe.

Tres años después, el destino vuelve a juntarlas: June, sigue siendo protagonista, y Marilyn tiene ya un rol secundario, pero, de esos que no deja indiferente a nadie por su coquetería y sensualidad. Incluso, sería ésta la primera vez que los periodistas se animaron a entrevistarla y los Críticos la tomaron en cuenta. Tres años después, decepcionada de la industria del cine, June Haver ingresaría en un convento… y Marilyn Monroe, ya ingresaba a los Estudios Cinematográficos, convertida en la más célebre diva de la industria hollywoodense.

William Lundigan, también hace un agradable rol como el esposo que quiere tomar la rienda, pero… ¡eso tienen que verlo!; y claro, Frank Fay, se roba la película como el encantador don Juan que pretende viudas ricas para reivindicar, de alguna manera, a los maridos que se mataron trabajando para dejarles una vida cómoda. Su rol es encantador y el singular inquilino se convierte en uno de esos tipos a los que se les perdona todo… pero ¿lo perdonarán también las viudas?

Un diálogo para recordar:
-¡Tengo debilidad por el champán! -Comenta Roberta.
Ben, el abogado, babeándose por ella, añade:
-Si tengo debilidad por algo, ¡es por las chicas que tienen una debilidad!

Título para Latinoamérica: VIUDAS ADORABLES
Luis Guillermo Cardona
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7
8 de mayo de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que se sabe a ciencia cierta de la infancia de, Guy de Maupassant (1850-1893), es que a la edad de 12 años presenció la separación de sus padres, puesto que la madre ya no soportaba las infidelidades de su marido. Por esta razón, el escritor siempre se referiría a sí mismo como huérfano de padre. A esa edad, su madre lo introdujo en el estudio de las lenguas clásicas… y ya en su adolescencia, Maupassant fue alumno y protegido de, Gustave Flaubert, quien lo presentó a escritores como Émile Zola, Iván Turguénev y otros, al tiempo que le abrió la puerta de varios periódicos para que publicara sus cuentos. Habiendo estudiado Derecho y mientras trabajaba como funcionario en un ministerio, Guy de Maupassant publicó su primer gran cuento, “Bola de Cebo” (Boule de Suif, 1880), el cual fue muy bien acogido por la crítica literaria; y como su padre, se convirtió entonces en un buscador de sexo sin límites, no habiéndosele conocido nunca una relación realmente estable, pues, siempre pensó que el sexo no era otra cosa que un instinto primario. Bien conocida es esa frase suya que dice: “El matrimonio es un intercambio de malos humores durante el día y de malos olores durante la noche”. De igual manera, rechazaba los compromisos sociales y por esto se negó a recibir la Legión de Honor que le ofreciera el gobierno francés.

Tras numerosos cuentos que fueron muy bien acogidos (La Casa Tellier, Los Cuentos de la Tonta…), en 1883, Guy de Maupassant publicó su primera novela, “Une Vie” (Una Vida), en la cual narra la difícil vida de, Jeanne Le Perthuis, la hija única de una aristocrática pareja quien, tras pasar varios años en un convento, decide abandonarlo, y pronto conoce a un vizconde llamado, Julien de Lamare, quien, con más afán de obtener dinero para saldar sus gruesas deudas, que por amor, se casa con ella, pero no tardará en serle infiel… y así comenzarán las desventuras de esta noble muchacha.

Llevada primero al cine, en 1947, bajo el título, “Naiskohtaloita”, y bajo la dirección del finlandés T.J. Särkkä, once años después, es el director, Alexandre Astruc, quien decide hacer la versión francesa de <<UNA VIDA>>, pero, solo toma la primera mitad de la novela como base para el guion que él mismo escribiera, en compañía de Roland Laudenbach. En términos generales, la película sigue la línea de la novela de Maupassant, pero, también preserva el estilo narrativo de, Astruc, cuando decía que, “cualquier pensamiento, al igual que cualquier sentimiento, es una relación entre un ser humano y otro ser humano, o determinados objetos que forman parte de su universo”; y en esa austeridad de palabras, donde algunas cosas hay que interpretarlas por un movimiento o por un gesto, el director pretende -y logra- que entremos en la mente de los personajes enriqueciendo así las posibilidades interpretativas.

Maria Schell (Jeanne), logra una sentida interpretación como esa muchacha que calla -y soporta- mucho de lo que sabe porque no quiere perder al único hombre que ha amado en su vida. Pascale Petit (Rosalie), es la doncella que no resiste las tentaciones, pero, su fragilidad nos permite comprender que la mayor responsabilidad está en el que tiene el “poder”; y Antonella Lualdi (Gilberte), es la casada-coqueta que toma lo que quiere para satisfacer sus instintos. Infortunadamente, no pude conectar ni un solo instante con, Christian Marquand, el frío e impávido Julien -de inexplicable nivel de seducción-, pero siento que, la película, logra una marcada belleza visual y un cruce de caracteres femeninos que no se aleja en nada de la realidad.

Y claro, hay que leer, “Una Vida”, para continuar con la historia que, Maupassant, cuenta como los grandes maestros: Con una narrativa memorable.
Luis Guillermo Cardona
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8
2 de mayo de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando uno de los miembros de la familia reunida alrededor de la mesa, pregunta: ¿Qué es un cimarrón? La madre de Sabra Cravat, simplifica su respuesta afirmando peyorativamente que “es un salvaje ingobernable”. Pero, para precisar tal concepto, hay que decir que, cimarrón es, en principio, cualquier animal domesticado que, un día cualquiera, decide liberarse de sus amos y se dedica a vivir en estado silvestre, en plena libertad. En la América de la colonia -cuando a los afrodescendientes se les consideraba literalmente como a animales y era común que así se les tratara-, el término comenzó a aplicarse para definir a aquellos esclavos que escapaban de sus amos y se iban a rincones apartados para tratar de vivir en libertad. Así que, objetivamente, un cimarrón era un hombre de carácter que, contra todo, defendía su derecho a la libertad.

Adaptación de la célebre novela de la brillante escritora estadounidense, Edna Ferber (1885-1968), <<CIMARRÓN>>, es un significativo compendio de aquellos vergonzosos años de la historia norteamericana, cuando las magníficas tierras que antes pertenecieran a los nativos comenzaron a ser violentamente arrebatadas, o "en el mejor de los casos", compradas a ¡un dólar con cuarenta centavos (US$1.40) el acre! Por supuesto, este costo no lo decidían los indios sino el execrable gobierno norteamericano, porque de esta manera podían afirmar: “¿Se las arrebatamos? ¡No, señor, se las compramos!”

La historia -inspirada en Temple Lea Houston (1860-1905) un abogado, pistolero y político que llegó a ser senador de los EEUU-, convierte a este personaje en Yancey Cravat, abogado, periodista, pastor y pistolero, quien con su esposa Sabra y su pequeño hijo, intenta abrirse camino en los turbulentos años del salvaje, salvaje oeste. La señora Ferber, nos recrea a Cravat como un personaje de gran carisma, quien mira con simpatía y con sumo respeto a negros e indios, y quien está dispuesto a defender a una prostituta (muy bello el personaje de Dixie Lee representado por Estelle Taylor) si siente que su integridad como ser humano está siendo atropellada. No era ni mucho menos, el personaje típico de la América de la colonia, pero si era la suerte de hombre que preservaría la dignidad y la moral, en un pueblo que, hasta entonces (¿?) tenía harrrto de salvaje.

Infortunadamente, es el director Wesley Ruggles, quien traicionando la mentalidad progresista y civilizada de la autora de la novela, deja escapar su personal e irreprimible tufillo racista cuando, por ejemplo, muestra al personaje de Isaiah actuando como un literal mono colgado de la lámpara en el comedor de los Cravat, y haciendo también demasiado énfasis en las frases despectivas y anti-indios que utiliza la señora Cravat hasta muy avanzada edad. Representada en el filme por Irene Dunne, Sabra Cravat es un personaje que responde claramente al tipo de ser conservador, reaccionario y clasista, y le harán falta un montón de años para que, el excelente ejemplo de su marido, cale un poquito en su obtusa ideología.

Con todo, y haciendo la vista gorda ante algún anacronismo, ciertos baches en la edición, y aún ante lo que se ha criticado como sobreactuación de Richard Dix -que yo justifico por el apasionado compromiso que demuestra siempre el personaje-, siento que, <<CIMARRÓN>>, sigue siendo un filme muy acertado como recreación de un imperioso momento de la historia, y su personaje, Yancey Cravat, continúa siendo la suerte de hombre imprescindible que, aún hoy día -¡un siglo después!- todavía escasea bastante en nuestra lerda, lerda sociedad.
Luis Guillermo Cardona
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9
30 de abril de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
“La moral burguesa es lo inmoral para mí, es aquello contra lo que se debe luchar. La moral fundada en nuestras injustísimas instituciones sociales, como la religión, la patria, la familia, la cultura, en fin, los llamados pilares de la sociedad”. Luis Buñuel

Tras un largo viaje en tren desde París, Célestine llega como empleada a la casona del señor Rabour, la cual éste habita con su hija y con el esposo de ésta, el señor Monteil. Desde el momento en que es recibida por la Sra. Monteil, Célestine (y nosotros también) podremos advertir la preocupación materialista de la familia y el afán de poseer y conservar chécheres con los que pretenden llenar sus vacíos interiores. Seguidamente, saldrán a flote los problemas sexuales (frigidez, lascivia y fetichismo) que envuelven a la familia y la nueva empleada comenzará a sentir que en ese ambiente no va a durar mucho. Pero, los y las empleadas, a veces terminan pareciéndose a sus empleadores y vamos a ver que ocurre con esta muchacha que también despertará los deseos de la familia.

La novela, “Le Journal d’une Femme de Chambre”, que, el brillante escritor francés, Octave Mirbeau (1850-1917), publicara en 1900, ya había sido llevada al cine por, Jean Renoir, con el título, “The Diary of a Chambermaid” (1946), pero, sería el español Luis Buñuel, quien tomaría muy en serio las palabras de Mirbeau cuando en su novela, “En el Cielo”, escribió: “El arte, no es volver a hacer lo que otros hicieron… es hacer lo que uno ha visto con sus ojos, sentido con sus sentidos, comprendido con su cerebro“, y fiel a esto, la película conserva a todo lo largo y ancho, un toque buñueliano que se adivina enseguida, y con el que veremos, fielmente reflejada, a una clase social bastante decadente, al tiempo que disfrutaremos de esa estética tan particular que caracterizaba a este notable cineasta. Entonces, podremos captar efectivas metáforas como la del señor Rabour disparando a una mariposa… La del capitán arrojando la basura a los Monteil, porque así los considera... O, entre otras, el jabalí persiguiendo a una liebre, como reflejo de lo que hace el mayordomo, Joseph, tras ver adentrarse en el bosque a la pequeña Claire.

Prescindiendo esta vez del surrealismo en sus expresiones oníricas (tampoco hay música), la historia, escrita por el propio Buñuel, con la colaboración de Jean-Claude Carriére (a quien también veremos en el rol del cura), se asemeja ideológicamente a la posición política de Mirbeau, quien se caracterizó por un espíritu pacifista en la condición más avanzada del anarquismo; y también por su posición antimilitarista y anticlerical al comprobar que, los curas, se asociaban a los militares en sus afanes represivos y cargados de dobleces.

Políticamente, <<DIARIO DE UNA CAMARERA>>, hará una recreación de época, mostrando con ciertos detalles el deplorable rol del fascismo y el antisemitismo… y con una escena de cierre muy efectiva donde, además, Buñuel nos hace presentir que aún no vendrán tiempos mejores.

El reparto, lo encabeza, Jeanne Moreau, la cual caracteriza a la suerte de doncella que termina por impregnarse de ciertas cosas que su conciencia reprocha. George Géret, con su personaje del impredecible Joseph -magníficamente representado- nos recuerda, en cierta forma, al mayordomo que, James Fox, representara en “The Servant” (Joseph Losey, 1963), sobre todo en el sentido de tener más poder del que debiera; y Michel Piccoli es Monteil, la clase de individuo “capaz de tirarse a su propia madre”.

Por estas y otras tantas cosas, Luis Buñuel, agrega aquí otra de sus brillantes películas.
Luis Guillermo Cardona
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8
27 de abril de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una isla, en cualquier lugar de los Estados Unidos de Norteamérica (aunque la película fue rodada principalmente en Acapulco, México), van a encontrarse, y a chocar, un hombre afroamericano, llamado Traver, quien, según remembranza que él mismo tiene, huye de las autoridades, pues, se le sindica de alguna suerte de delito; y con quien va a encontrarse es, Hap Miller, el guardabosques que acaba de quedar a cargo de una bella muchacha de 14 años que acaba de perder a su abuelo, Peewee.

Miller es un racista, pero, Traver tampoco oculta su resentimiento por los blancos, por quienes, seguramente, se ha sentido maltratado y discriminado… y pronto vamos a ver que, entre ellos, hay otras semejanzas bastante curiosas (ambos son músicos, pero, carecen de escrúpulos para matar y comer animales; ambos gustan sin malicia alguna a la joven Evalyn, y ambos se sentirán amenazados por un hecho semejante... con la diferencia de que uno lo cometió y el otro no).

Basado en una temprana historia titulada, “Travelin Man”, escrita por el naturalista y habitual escritor de novelas selváticas, Peter Matthiessen, el guion escrito por Hugo Butler (quien firmaría como, H.B. Addis, por sus problemas con la HUAC) y Luis Buñuel, apunta a romper con el patrón habitual del cine, made in Hollywood, que casi siempre preserva el estereotipo de los Buenos y los Malos. En lo que a todas luces representaba un acto de rebeldía -y una toma de conciencia si sabe verse-, Buñuel, quien también asume la dirección, decide a todo riesgo corroborar y tratar de posicionar -¿en vano?- lo que la psicología dinámica ya ha advertido desde mucho tiempo atrás: No hay hombres buenos ni malos en el sentido estricto de estos conceptos; en cada uno hay valores e inevitables defectos; hay un ser pacífico y uno violento, un ángel y un demonio, pero, en diferentes niveles, uno gobierna más que el otro según sea la formación y los instintos de cada individuo. Por eso, esa efectiva táctica de hacer que, los dos antagonistas, puedan verse el uno en el otro como en una suerte de espejo… y de paso, nosotros los espectadores, veremos cómo a los prejuicios se les va corriendo el velo, y de pronto, hasta caemos en cuenta de que, lo que censuramos en otro, quizás esté más en nosotros que en aquel al que señalamos, porque, con más frecuencia de la que creemos, aquel que juzga y que señala, solo está buscando que los demás miren hacia otro lado y no hacia él… ¡porque siente que se quema!

Inevitable que, <<LA JOVEN>>, nos rememore a la “Lolita” de Vladimir Nabokov, y con ésta, a la “Lolita” de Stanley Kubrick, pero, hay sensibles diferencias, sobre todo porque, Evvie, es más cándida… aunque también se anima a regalar la manzana, en lo que podría ser la prueba de fuego que demostrará, cuál de los hombres tiene mayor capacidad de resistir las tentaciones.

Curiosos también esos planos por separado en los que, Buñuel, muestra el lado primitivo de cada personaje que, luego, contrastará con su lado humano y sensible.

Siendo su segunda película en lengua inglesa (la primera fue, “Robinson Crusoe”) y con producción estadounidense, <<LA JOVEN>>, cuenta con un reparto que incluye a, Zachary Scott (“The Southerner”, “Mildred Pierce”, “The Unfaithful”…), Bernie Hamilton (“Let no Man Write my Epitaph”), y entre ellos, Key Meersman, una debutante actriz quien solo aparecería una vez más en, “L’Isola di Arturo” (Damiano Damiani, 1962).

En su día de estreno, la película de Buñuel recibió malas críticas desde todos los sectores políticos, pero, quien sepa verla sin prejuicio alguno… quizás comprenda que, en realidad, es una valiosa película.
Luis Guillermo Cardona
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