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Críticas de Luis Guillermo Cardona
Críticas 3.333
Críticas ordenadas por utilidad
6
31 de agosto de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jed Cooper, un hombre noble y valiente, pero analfabeta, hace las veces de trampero con sus leales amigos: Gus, una suerte de padre para él; y, Mungo, un “indio” que bien seguro ha contribuido a que ahora conozcan palmo a palmo todo el territorio. Son un trío de montañeses y mantienen un gran respeto por los indígenas Tetons (nombre que se deriva de The Grand Teton, uno de los ecosistemas de latitudes templadas, situado al noroeste de Wyoming, que sigue siendo uno de los más grandes del mundo y aún se conserva intacto).

Cualquier día, queriendo rescatar pertenencias que les fueran arrebatadas por “los casacas azules” (nombre despectivo con el que nombran a los soldados del ejército de la Unión), el trío de tramperos termina vinculado con ellos, para ayudarles a moverse por el inhóspito territorio, pues, además de que lo desconocen, constantemente son hostigados por los nativos que no quieren tenerlos cerca.

El extrovertido, Jed Cooper (Victor Mature), será quien más se sienta a gusto con este nuevo empleo, pues, además de que anhela llevar un día una chaqueta azul, al conocer a Corinna, la esposa del coronel Frank Marston -ahora ausente- queda prendado de ella y ¡ya nadie la sacará de su corazón!

La novela que, Richard Emery Roberts, publicara, en 1947, con el título, “The Gilded Rooster” (El Gallo Dorado), fue el punto de partida para el guion que luego escribieran, Philip Yordan y Russell S. Hughes, los cuales se proponen hacer una vigorosa contraposición de la suerte de temperamentos que pueden hallarse dentro de un fuerte militar, para el caso, Fort Shallan, donde se originará lo que la historia conocería como La Guerra de Nube Roja, cuando los Lakota, los Cheyennes y los Arapaho, liderados por Nube Roja (Red Cloud), tuvieron que enfrentarse con el ejército de los EE.UU., por el control del territorio del río Powder, en el norte de Wyoming.

En realidad, Nube Roja (1822-1909), fue un cacique Sioux Oglala y su triunfo en esta guerra se selló con el tratado de Fort Laramie de 1868, pero, en la película, <<DESIERTO SALVAJE>>, se minimiza lo que realmente sucediera e incluso se muestra como una historia de ficción donde los que lucharon fueron apenas 140 soldados, y no los 750 con que contaba el Coronel, Henry B. Carrington, en aquel diciembre de 1866.

Lo que atrae de esta historia, es la especial relación de amistad que se produce entre los tramperos, pero, resulta poco creíble el romance que se comienza a forjar entre Cooper y la señora Marston (Anne Bancroft), quien da cuenta de ser muy estructurada y de fuerte carácter. También logra cierto realce el contraste entre la personalidad afable y protectora del capitán Glenn Riordan (Guy Madison), contra la actitud obsesiva y agresiva del coronel Marston (Robert Preston), pues, es de esas contradicciones que no es raro verlas en cualquier ejército del mundo.

En fin que, el filme se hace entretenido, pero, nos quedamos esperando mucho más de La Guerra del Río Powder -como, por su parte, la llamaban los nativos-, pues, los hechos ocurridos dan para una gran historia, ya que, Nube Roja (Maȟpíya Lúta, para los sioux), fue el único líder indio en ganar una guerra contra los Estados Unidos de Norteamérica.

Título para Latinoamérica: <<EL TIRANO DE LA FRONTERA>>
Luis Guillermo Cardona
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La próxima estación
Documental
Argentina2008
7,1
165
Documental
10
30 de agosto de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los sistemas de transporte se han venido perfeccionando desde que existen las sociedades, por ser un medio de vital importancia para la movilización de personas y mercancías de todo tipo. En el siglo XIX, el sistema ferroviario se desarrolló en Inglaterra como forma de movilizar el carbón extraído de las minas, hasta los distintos centros industriales del país. Al ser un medio de transporte en manos del Estado, éste se ocupaba del funcionamiento, el mantenimiento de trenes y estaciones, las nóminas de empleados y la regulación de tarifas. Con la llegada del ferrocarril a Francia, su uso se fue expandiendo a muchos otros países de Europa, Asia y América, donde funcionaba en condiciones más o menos parecidas a las de Inglaterra… hasta el punto de que, cuando allí decidieron que, por los altos costos que representaba para el Estado lo mejor era privatizar el sistema ferroviario, los países más pequeños “pensaron” igual… y la voraz industria automotriz que comenzaba a extender sus tentáculos, aplaudió (y promovió) esta idea para que les abrieran nuevas carreteras.

Lo que sucedería después y la manera como, en particular, afectó a los pueblos y a los trabajadores ferroviarios de la república Argentina, es lo que vamos a ver en este impecable documental realizado por, Fernando E. Solanas, con el mismo rigor a que nos tuvo acostumbrados.

<<LA PRÓXIMA ESTACIÓN>>, está contada en seis estaciones (segmentos), con entrevistas a quienes vivieron en carne propia dicho proceso y con imágenes documentales -muchas de ellas tomadas en los propios lugares donde se dieron los hechos + imágenes de archivo-, veremos una rigurosa exposición de aquella larga historia sobre la que hay mucho que contar.

Gracias a un gran puñado de valiosísimos entrevistados, Solanas consigue que haya anécdotas de todos los calibres: Desde las que ilustran las infames decisiones de la clase política que llevó al acabose del sistema ferroviario cohonestando con los intereses estadounidenses; pasando por los absurdos de las dictaduras; cotejando los puntos de vista de algunos políticos que construyeron y los que destruyeron todo lo que se había hecho; contraponiendo, de nuevo, los aportes de Juan Domingo Perón y el saqueo de Carlos Menem… y mostrando a la gente del pueblo con sus frustraciones, sus pérdidas a todo nivel… ¡y sus invencibles esperanzas!

Como documental, <<LA PRÓXIMA ESTACIÓN>>, tiene la suficiente potencia para mostrarnos la grandeza del pueblo argentino y hacer que nos emocionemos con su compromiso y sus incansables luchas. Accede a penosas verdades de la clase dirigente, mostrando que, como en gran parte de América Latina, el hecho de que sean títeres del imperio Estadounidense, los lleva a traicionar a su pueblo sembrando miseria sin misericordia.
Pero, al final, también vemos las jugadas del Universo y cómo el caos en el transporte de las grandes capitales, está obligando a una suerte de regreso al pasado que comienza a devolver un poco de esperanza a los pueblos olvidados.

Quien quiera empaparse de la dolorosa realidad latinoamericana, aquí tiene un buen reflejo de lo que ha sucedido.
Luis Guillermo Cardona
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Tierra sublevada, parte 2: Oro negro
Documental
Argentina2011
7,2
33
Documental
10
24 de agosto de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Todos los países que alguna vez privatizaran su petróleo lo recuperaron en este siglo: Rusia, Bolivia, Venezuela y Ecuador, anularon las concesiones porque no cumplían con los contratos. El único país que no lo ha hecho y mantiene la política privatista es Argentina”. Dice el director y guionista, Fernando E. Solanas. Y ¿Cuáles han sido las consecuencias de esta situación?

Esto es lo que, con la más profunda investigación, con muy selectos documentos visuales y calificadas entrevistas a los profesionales y a la gente del pueblo que ha vivido directamente este proceso, el director argentino ilustra en este valiente y exhaustivo documental titulado, <<ORO NEGRO -Tierra Sublevada II>>, en el cual desarrolla, desde sus comienzos en la historia, lo que ha significado la existencia de los hidrocarburos (petróleo y gas) para el pueblo argentino… historia que también padecen, a su manera, otros países de América Latina.

Para empezar, Solanas, nos hablará de un memorable personaje, Enrique Mosconi, ingeniero civil y general del ejército argentino, quien fuera el que, en 1907, propuso al presidente, Hipólito Irigoyen, construir la propia empresa petrolera del Estado, para que así el país no dependiera de las importaciones. En La Plata, se construye entonces la mayor destilería de la nación, y Mosconi sería, en 1922, el primer presidente de la YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales S.A.).

Pero, lo que ocurre a partir de 1960 y lo que luego haría el deleznable presidente, Carlos Menem a partir de 1991, seguido por Néstor Kirchner, quedará aquí ampliamente sustentado, con imágenes y entrevistas que darán cuenta de las gravísimas afectaciones que se han hecho, no solo a la economía de los pueblos sino también a la salud, a los sembrados, a los animales y al ambiente en general.

Quedará bien sustentado que, “la cultura de la petro-dependencia y el irracional consumo de los hidrocarburos son las causas del efecto invernadero y el cambio climático”… y quizás comprendamos que, todo esto, comienza a sugerir el necesario ocaso de la dependencia del petróleo, siendo urgente diversificar las formas de producir energía.

Resultan hondamente conmovedores los relatos que incluye, Pino Solanas, sobre La Unión de Trabajadores Desocupados, un amplio grupo de gente del pueblo con un corazón y una capacidad de supervivencia que nos llegará al alma. También conoceremos otras comunidades bastante valiosas como los Mapuches, las cuales luchan con denuedo por sus intereses, negándose a abandonar aquellos territorios que las petroleras foráneas cada vez cierran, aquí y allí, para salvaguardar sus intereses.

Oiremos hablar de cifras inconcebibles; de los inimaginables beneficios y exenciones que les otorgan con cada licencia a las transnacionales… y de la forma inequitativa como les venden y luego les compran para satisfacer las necesidades energéticas de la propia nación.

Solanas logra aquí uno de sus más significativos documentales y América entera debería conocer todo su trabajo para que no se repitan las mismas infamias que nos siguen convirtiendo en los parias del mundo entero.

Sin duda, asegurar la exorbitante rentabilidad en contra del bienestar de los habitantes de un pueblo y/o de una nación, es un atropello que, tarde o temprano, obtendrá su merecida respuesta del universo… o de los propios pueblos.
Luis Guillermo Cardona
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8
21 de agosto de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Partiendo de “Electra”, la clásica obra de Eurípides, el dramaturgo francés Jean Giraudoux, escribió su propia versión de la tragedia y su, “Électre”, se estrenaría en 1937, en el Théâtre de l’Athénée de París, con notable éxito. La obra se cerraba con un diálogo entre la señora Narsés y un mendigo, en la cual ella preguntaba: “¿Cómo se llama cuando surge el día, y aunque todo anda mal y pareciera al revés, sin embargo se respira…?” A lo que el mendigo responde: “Eso se llama la aurora”.

Esta última frase, la tomó el escritor y, por entonces, directivo del movimiento Pueblo y Cultura, Emmanuel Roblès, para titular la novela que publicaría en 1952, la cual sería la base para la película del mismo nombre que realizaría el director español, Luis Buñuel. Co-escrito en compañía de Jean Ferry, como bien puede esperarse, el guion está cargado de toques buñuelianos y los dardos apuntarán hacia los habituales estamentos a los que siempre fustigó el movimiento Surrealista. Los detalles, ya han sido mencionados en las numerosas obras que se han escrito sobre Buñuel, pero, por su contrastante significado, necesario es mencionar lo que puede verse en el despacho del comisario Fasaro: Colgada, una reproducción de, “El Cristo de Port Lligart” de Salvador Dalí, y sobre su escritorio un volumen de las obras de Paul Claudel, siendo ambos autores de inclinación franquista durante la época del fascismo. En contraste, “El Cristo Electrificado”, que conserva el Doctor Valerio en su consultorio, pretendiendo iluminar lo que, en su ejercicio práctico (la iglesia), poco ilumina a la sociedad.

Esta sería la segunda de tres películas que podríamos llamar, Trilogía de las Islas, junto a “Robinson Crusoe”, y posteriormente, “La Joven”, títulos que podemos recordar por sus muchos valores intrínsecos. En, <<ASÍ ES LA AURORA>>, el protagonista es un médico norteamericano (George Marchal) quien ejerce sus labores en una isla del Mediterráneo donde se siente muy a gusto sirviendo a las personas de bajos recursos que allí habitan y mucho lo valoran. Tras marcharse su esposa -quien no se siente a gusto en la isla-, el médico conocerá a Clara Bernacci (Lucía Bosé), una joven viuda, irresistiblemente bella, de la que quedará totalmente prendado… y con ella enfrentará los nuevos problemas que pronto se avendrán en aquella olvidada isla.

De nuevo, en micro queda planteada la lucha de clases y, Buñuel, se servirá de precisos detalles y de sus habituales presencias animales (gallinas, gatos, tortuga…) para mostrar la moral y el camino que cada quien sigue ante las circunstancias que surgen en el día a día, y cómo a la clase obrera a veces se la arrastra a la desgracia cuando se le cierran las oportunidades. El médico será un hombre de posiciones muy claras y tomará partido, sin reserva alguna, cuando sienta que es preciso hacerlo.

Es muy probable que la censura interviniera de cierta forma, pues, la escena del fusilamiento al que juegan los niños presenta un corte abrupto, y la muerte de uno de los personajes era más fácil presentirla de otra manera… pero, lo que el director quería decir ha quedado clara-mente dicho y, esta película, entra en esa amplia lista de muy valiosos títulos que nos legara el maestro Buñuel.
Luis Guillermo Cardona
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7
11 de agosto de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
De la misma manera que encuentro lamentables a aquellos individuos que, teniendo unos padres honrados e íntegros, eligen el camino del mal y no les duele empañar su nombre; también admiro a los hombres que, no obstante haber recibido un inapropiado ejemplo de sus padres, en vez de seguir su mismo oscuro sendero, se disponen a hacer el bien y a vivir del lado de la justicia contra todos los obstáculos que surjan en el futuro, pues, tienen bien claro que hay personas que solo sirven de mal ejemplo y que, con un mínimo de inteligencia, seguir el camino correcto es lo natural. Infortunadamente, en nuestra absurda sociedad nos marcan los errores de nuestros más allegados y no se comprende que cada individuo es uno y único, y que, en justicia, nadie puede ser juzgado por las acciones de los demás por más familia que sean, sino, y únicamente, por lo que él mismo haga. Muchos seres humanos se preservan dignos entre familias deshonestas… y también hay seres muy desubicados que surgen de entre familias intachables, pues, no es solo la familia la que puede influir en nuestros planes y criterios, también lo hace el entorno, los amigos, el conocimiento que adquirimos y las experiencias que cada uno tiene.

Manuel Saldívar “El Texano”, se siente, él mismo, un hombre tan bien puesto del lado de la justicia, que no consigue creer lo que dicen de su padre, hasta en un corrido que ahora cantan en las calles. Por esta razón, decide cabalgar hasta San José, el pueblo donde habita un temido pistolero llamado Río Kid, de quien se dice que solo busca a los mejores pistoleros para matarlos. El Texano confía en que él podrá responder a la pregunta: “¿Quién fue realmente mi padre?”… Pero, lo que no imagina, es que está entrando en un pueblo casi abandonado porque la gente teme al misterioso e invencible pistolero que ahora habita en su territorio.

Me animé a ver, <<EL PUEBLO FANTASMA>>, porque la protagoniza otro actor mexicano al que tuve en muy alto aprecio cuando era niño. Se llamaba, Rodolfo de Anda, era hijo de un reconocido actor, productor y director llamado Raúl de Anda, y aunque inició su carrera en el cine desde que tenía tan solo dos años, yo lo conocí cuando hizo, “El Charro Negro contra la Banda de los Cuervos” (1963), una película que proseguía las aventuras de un personaje que primero interpretara su padre, y que, aunque estuvo muy pobremente realizada por alguien que fuera mejor actor que director, con mi visión de niño logré emocionarme y me animé a seguir viendo otras películas de, Rodolfo de Anda, quien comenzó a llegar a nuestro Cine México con bastante frecuencia.

Curiosamente, <<EL PUEBLO FANTASMA>>, fue una de las películas que nunca había conseguido ver, pues, es una suerte de western un tanto adulto en el que se tocan temas sensibles que, en aquellos tiempos nos estaban vedados. Aquí, Rodolfo de Anda prosigue con el personaje que ya había interpretado en, “El Texano” (Alfredo B. Crevenna, 1963) y es el mismo, Crevenna, quien pronto retomaría a este personaje en dos secuelas más.

El guion de, Alfredo Ruanova, resulta muy entretenido y está bien dosificado con acciones del más puro western; también hay espacio para algunos toques de comedia (incluidos los colmillos del chupasangre de turno) y un cierto suspenso cada que aparece el temido pistolero… y lo que más nos atrae, es que el protagonista (entonces un muchacho que aún no cumplía la mayoría de edad) es una suerte de Audie Murphy a la mexicana: Con una figura menuda; sin ínfulas de héroe; con ciertos temores que no teme expresar; en ocasiones irrespetado… y uno siente que está ante un ser de carne y hueso con el que puede identificarse y aprender, como él, a vencer nuestros propios miedos.

Me agradó ver otra vez a Rodolfo de Anda. Lástima que no pudiera leer este artículo, pues, falleció el 1° de febrero de 2010… seguramente cansado de haber estado 65 años de su vida entre los sets cinematográficos.
Luis Guillermo Cardona
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