Partamos de la base de que Gus Van Sant no es santo de mi devoción, y caminando con semejantes antecedentes quizás sea una crítica excesivamente desequilibrada, pero baste recordar títulos que más que pasar a la historia del cine pasarán a la historia del anonimato: "Descubriendo a Forrester", "Elephant" o el maldito remake de "Psicosis", para envalentonarme a seguir escribiendo estas líneas. Dicho lo dicho, se hace insoportable tener que revisionar esta cinta que no aporta absolutamente nada. Tras su tedioso visionado lo primero que se te ocurre hacer es tirarla al cubo de la basura y lo segundo maldecirte por haber perdido un par de horas de tu vida. Ellas se deprimen, ellos se deprimen, yo también me deprimo y cualquier persona gramatical que se precie con semejante bazofia.
Los personajes causan una animadversión tremenda y un asco atroz desde el primer momento, sólo hace falta recordar ese John Hurt afeminado con la cara de fantasma, o el personaje de Uma Thurman, reconvertida aquí, no sé en virtud de qué, en un marimacho sin gracia ninguna. El film en ningún momento sabe ni de donde viene ni adonde va, hallándose en un limbo desértico y errático. Cualquier pensamiento oscuro que se te pase por la cabeza lo ejemplifica la película mejor que ninguna otra. ¿A qué "genio" se le ocurrió tan absurdo título en español que nada tiene que ver con la trama de la película? ¿Alguien podría explicarme qué significa y qué quiere transmtir un argumento consistente en una tipa haciendo auto-stop con pulgares descomunales por las carreteras estadounidenses y el escaparate de frikies que aparecen escena tras escena? El silencio por respuesta, evidentemente.
Algunos creen que porque alguien en un momento dado dé una campanada, quizás fortuita y casual, ya entre a formar parte del Olimpo divino del maravilloso mundo del arte. El arte debe medirse por otros valores exentos de la casualidad, y si se revisa la filmografía de este individuo uno puede darse cuenta que abundan los depropósitos más que los aciertos.

Desde que la regordeta figura de Steven Seagal entró de lleno en el maravilloso universo del videoclub ha ido encadenado despropósitos sin sentido y su cine, si alguna vez se le pudo llamar de esa manera, ha ido cayendo en picado.
Nombraría, si la memoria no falla, "En las entrañas de la bestia" o "Venganza ciega" como últimos productos estrenados en salas de cine, aunque desde "El patriota", cintilla sin pena ni gloria y que por increible que parezca también se estrenó en salas comerciales, la degradación de sus películas ha ido "in crescendo". Ahora nos llega "esto", imposible de clasificar, que consigue tirar por los suelos cualquier apunte de inteligencia. Con un penoso guión, si es que alguna vez lo tuvo, la trama consiste en pegar cuatro tiros, montar las secuencias como si fueran parches y rodar escenas de acción como si la cámara la tuviera un estudiante de 1º de la ESO. No sirve ni para pasar el rato porque aburre desde la primera escena. Alguien podría argumentar que siendo una película de Steven Seagal no engaña a nadie y uno sabe de sobra lo que va a ver, pero por lo menos se pide algo de coherencia y una historia atractiva, por lo menos, detrás.
No pierdan el tiempo más con este tipo y si pese a todo algún masoquista quiere seguir sufriendo con su insufrible presencia en la pantalla, recomiendo "Submerged", también polvorienta cinta de videoclub pero quizás sea lo mejor que ha hecho Seagal en los últimos años.

Insufrible, insoportable, reiterativa hasta la extenuación, tedio absoluto y aburrimiento masivo. De las peores películas de Wesley Snipes sin pies ni cabeza y con unas interpretaciones que dan pena. Pienso que el cine de acción debe ser sobre todo eso, acción, no mansedumbre sin justificación posible. Sencillamente, dediquemos nuestro precioso tiempo a otra cosa.

Primera de las películas que Kurt Russell interpretaría como ídolo de la chiquillería para la factoría Disney, después vendrían algunas más como "Un ejecutivo muy mono" y "Te veo y no te veo", compartiendo mismo director y casi mismo reparto. Es la típica comedia de instituto con las acostumbradas gracietas y gamberradas de los alumnos más torpes, lo que acarrea el enfado habitual del decano, aderezado todo con el estilo Disney para que sea un producto disfrutable para toda la familia. En esta ocasión, el alumno más torpe del colegio recibe una descarga eléctrica pasando toda la información de un ordenador a su cerebro, lo que provoca que se convierta en un genio.

Estas películas, vistas hoy, no dejan de ser una pequeña tontería con regusto a los años ya pasados y destinadas al público más pequeño de la casa, los cuales acostumbrados a tecnologías de ordenador variopintas las encuentren quizás algo aburridas y trasnochadas.

Lo cierto es que la película se deja ver sin problemas y cuenta con algún que otro momento divertido, sin buscarle más pretensiones. De todas formas, probablemente la más divertida de todas sea "Te veo y no te veo" (1972), en la que la Disney hace gala de los efectos especiales de la época y bastante buenos, como ya demostró en auténticas joyas de la época o incluso anteriores.

Éste es uno de los mejores ejemplos de cómo estropear un planteamiento interesante. Habría que preguntarse qué hubiera pasado en manos de otro director. Desaprovechada al máximo, la película, que tiene un buen punto de arranque, cae a los 10 minutos del comienzo en un ritmo tedioso que envuelve la cinta en un aburrimiento manifiesto. Está mal rodada, una fotografía de pena, en el montaje final se nota que faltan escenas porque se producen saltos en la trama, encadenando fotogramas estúpidos e inconexos, algunas provocan alguna que otra sonora carcajada, veáse la muerte de Keitel, y así un largo etcétera.

Por una vez no falla la historia que, con pretendidas reminiscencias hithckonianas, ofrecía material suficiente para trabajar algo digno, falla todo lo demás. Aquello del falso culpable estaba ya muy visto en el cine y ha dado miles de thrillers, algunos con bastante calidad, o al menos distraidos, pero éste definitivamente no engancha.

El director no es capaz ni de arrancarle el mínino atisbo de belleza a la Emmanuelle Beart, que aunque haga de borrachina semi depresiva, podría haberle sacado un hermoso partido a su inquietante mirada, sino todo lo contrario, la sume en un torbellino de suciedad y sordidez que provoca un profundo asco en el espectador. Mejor olvidar.