Y otros no, y siguieron perdiendo años y años después, décadas después, y la sociedad les silencio y les olvidó mientras ellos no olvidaban. Porque es imposible olvidar cuando han matado a tu padre, te han torturado, o te han robado a tu hijo. Porque es imposible olvidar cuando te han arrinconado y estigmatizado durante años mientras ves prosperar a los que ganaron.

No es un documental perfecto, pero es un documental honesto y humano. Es imposible no empatizar con esas eternas víctimas que se llevan su pena y su pérdida a la tumba.

Una historia que por callada, no debería de ser olvidada. Porque unos ganaron, y otros no, pero la justicia no debería ponerse del lado de nadie nunca.

Producción de Netflix que llega en pleno periodo otoñal y con las salas de cine a mínimo rendimiento re-programando clásicos a falta de estrenos y que ha despertado interés y buenas palabras a partes iguales.

Y son merecidas ambas cosas, en su mayoría. Esta bien que en su título lleve la palabra dama, porque la dama es la que se lleva la función. Una Anya Taylor-Joy en estado de gracia con una presencia escénica brutal sobre la qué cabalga el resto de la propuesta. Un cast de secundarios funcionales, varios de ellos ex-niños estrella, que no acaban de llenar los trajes de los personajes a los que interpretan, pero que cumplen como los peones al servicio de la reina que son en realidad. La producción también se lleva halagos, por su cuidado y su fantástica ambientación, recuerda en muchos momentos a Mad Men, yo creo que eso lo dice todo.

Y llegamos a la parte del guión, el esqueleto de toda obra, y aquí es donde le veo el mayor pero. Durante seis capítulos es sencillo pero mantiene la tensión y nos deja algún buen momento gracias a una dirección bastante acertada, pero patina en un capítulo final que tiene algún momento que por naif, roza lo tonto. Ejemplos, el viejo jugador ruso graciosillo, el equipo de ex/asesores unidos por un bien mayor, y los ciudadanos de la Unión Soviética aclamando en las calles a una americana que ha ido a su país a derrotar a sus ídolos. Más digno de una película de Rocky que de lo que nos estaban contando.

Fuera del final made in Hollywood, historia emocionante y tensa con la que merece la pena echar el rato. Quien iba a decir que hasta el ajedrez nos iba a acabar interesaresando.

Nolan, en el eterno torno de la controversia, hay cosas que no cambian por muchas vueltas que le des.

Hay que agradecerle enormemente que con las fórmulas del cine mainstream nos siga sorprendiendo con cada una de sus propuestas. No es que vaya a cambiar la historia del cine, pero sin duda, ha dejado y está dejando impronta, y eso es loable.

Esta película se disfruta a dos niveles muy diferentes, el obvio es el de thriller de acción sofisticado que en algunas escenas y diálogos incluso remite al 007 más actual. Y en este nivel es técnicamente brillante y con un pulso y un ritmo envidiables. Luego está el nivel profundo, el que sin duda mas la interesa a Nolan, y este, salvo que seas un privilegiado que yo no soy, necesita de más visionados y seguramente, de algún apoyo externo en el que consultar. Este también es sorprendente, pero que no resulte entendible de primeras, como si me lo parecieron los de Interestellar o Inception, me hace más difícil de digerir la propuesta.

Este último punto, y la frialdad que sin duda envuelve toda la obra, es lo que me hace valorarla menos que alguna de sus anteriores obras.

Aún así, otra obra notable e innovadora para su filmografía, otro pasito más en un pasado, presente y futuro brillante.

Ver una película coreana en versión original subtitulada puede sonar a cineforum gafapasta trasnochado de los 90, pero gracias a este maravilloso director, hace que la experiencia sea más que notable.

Dicen que una historia es trama y desenlace. Aquí la trama y su planteamiento están a un nivel excelso, con un ritmo constante, pausado pero no lento. Todos los personajes enganchan desde el primer momento, a pesar de ser unos auténticos miserables, todos ellos, disfrutas viendo como se van situando como piezas de ajedrez sobre el tablero, intentado disimular el olor de la pobreza, y colarse en las líneas enemigas.

El desenlace no es tan redondo, es alocado, divertido, y sin duda, catártico, pero se me hace un poco demasiado descuidado viniendo del detallismo anterior, un poco demasiado Álex de la Iglesia.

No es una película perfecta, casi nunca lo son, pero tiene tanto bueno en ella, que el viaje, a pesar del mal olor, merece la pena.

Otra obra más de culto de los 80, está vez de Joel Schumacher, que igual te hace Un día de furia u 8mm, o le casca a Batman su versión mas kitsch, pezoneras y se queda tan agusto.

Y esta obra tiene mucho de su autor, para bien y para mal, pero sobre todo es de los 80, hija orgullosa de su época. Con todos sus tics, en incluso con Corey Feldman, que es como un sello de calidad ochentero, si sale Corey, es de las buenas. A parte de divertida, rítmica, naif, y con alguna escena como el montaje inicial casi de documental enseñándonos a la juventud californiana,bastante notable, el resto nos lo sabemos de memoria. Lo que quizás me resulta más curioso es, que quizás, en una enorme metáfora no pretendida, nos habla de la caída de los jóvenes en las drogas que tanto daño hicieron en esa década, pero eso porque yo lo quiero ver.

Funcionaba de lujo en su década, pero al contrario que los vampiros, cada día que pasa envejece peor.