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España España · barcelona
Críticas de avanti
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Críticas 313
Críticas ordenadas por utilidad
7
29 de marzo de 2018
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
The conspirators (Los conspiradores) (1978), dirigido por Leo Penn, es el quinto y último telefilm de la séptima temporada y, cuarenta y cinco de la serie (anteriormente dirigió Cualquier viejo puerto para una tormenta (1973). En el telefilm que nos ocupa, Leo Penn nos acerca al peligroso mundo de la política ancestral de un grupo de idealistas irlandeses. El enfrentamiento, la torpeza, la economía y las peligrosas decisiones, aderezadas con música autóctona, convierte el guión en un peligroso juego entre policías, traficantes y soñadores idealistas.

Poeta, cantante, escritor, gran bebedor de whisky, amable, enamoradizo mujeriego y celoso de su intimidad, así es Joe Devlin (Clive Revill), un personaje inicialmente mostrado por el realizador en sus principales facetasen la sucesión enlazada de diferentes espacios y escenas para el que toda acción está dirigida hacia un solo deseo compartido con singulares y carismáticos personajes de origen irlandés mostrados entre planos americanos, medios y primeros planos, entre los cuales la apacible (en apariencia) Kate O’Connell (Jeanette Nolan), su hijo y empresario George O’Connell (Bernard Behrens), el joven Kerry Malone (Michael Horton) y el propio Devlin.

Primerísimos planos y algún plano detalle proporcionan las primeras pistas que llevarán a Colombo hasta las ocultas interioridades del multidisciplinar Joe Devlin quien, perseguido por la insistente intromisión del detective en su vida personal, lo convierte en sospechoso principal de sus pesquisas, con diálogos instalados en el plano contraplano entre ambos dando la sensación de estar ante un largo monólogo a dos, ampliando pistas con la información de la librera Angela (Deborah White) proporcionándole a nuestro detective importantes datos sobre la victima Vincent Pauley (Albert Paulsen).

En discretos planos de exteriores, el realizador nos muestra la preocupación de nuestro protagonista principal por encontrar el material sensible que busca, topando con un personaje que sabe jugar al despiste, el vendedor de caravanas Gun Dealer (L.Q. Jones), con no demasiado éxito inicial, llevándonos a través de diferentes escenas hasta el inevitable reencuentro entre Colombo y Devlin que entre barras de bar, juegos de dardos y pintas de cerveza, intentan descifrar algunos desconocidos códigos que ayuden a conocer su contenido.

Una entrevista de Carole Hemmingway (Carole Hemingway) a Joe Devlin le da nuevas pistas al inspector de policía para aclarar el caso acompañado por la deducción y la casualidad entre grandes planos generales, dando así con el sensible y peligroso cargamento oculto, celebrado por el detective con el whisky de Joe Devlin quien, en ningún momento pudo espetarle al detective ‘Hasta aquí Colombo ¡y nada más!’.

La séptima temporada de Colombo concluye entre enardecedores canticos irlandeses con algunas aleluyas, precedido por una amable anciana algo macabra y vengativa, cocineros responsables de los más deliciosos manjares, intolerantes creativos en los medios, y psicólogos algo pasados de rosca.

Complemento genealógico. Colombo cita a su mujer en tres ocasiones, otro personaje lo hace en una ocasión. Además, Colombo cita a un sobrino suyo en dos ocasiones.
avanti
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8
23 de febrero de 2018
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Forgotten Lady (La dama olvidada), dirigido por Harvey Hart en 1975 es el primer telefilm de la quinta temporada y treinta y dos de la serie, (anteriormente realizó ‘A la luz del amanecer’ (1974) y ‘Un talante mortal’ (1975). En el telefilm que nos ocupa, la espléndida Janet Leigh se transforma en la imagen del prolongado declive hacia el olvido personificado en la estrella cinematográfica Grace Wheeler Willis, que se niega a aceptar el paso del tiempo, procurando con renovada ilusión aferrarse a la estela de sus éxitos del pasado, intentando recuperar así sus tiempos de gloria y las interpretaciones de su lejana juventud por medio de la reposición junto a quien fue su pareja artística Ned Diamond (John Payne).

Por medio de la convincente fusión entre realidad y ficción, Harvey Hart relaciona en la misma narración Walking my baby back home (Paseando con mi amor) perteneciente a la filmografía de Janet Leigh y dirigida por Lloyd Bacon en (1953) con parte de la historia aquí narrada. Como si de un fugaz relámpago se tratase, la diva cree ver (tras asistir a un evento cinematográfico) que su público no le ha olvidado, lo que le da el ánimo necesario para atreverse la reposición de uno de sus éxitos de juventud. El problema para hacerlo realidad es que no consigue la producción necesaria por lo que recurre, con desazón, a tramar el modo de conseguirlo de su esposo el Dr. Henry Willis (Sam Jaffe).

El torbellino de los acontecimientos generados desde el descubrimiento del inesperado suicidio de Dr. Henry Willis convierte la vida social y emocional de Grace en desordenados recuerdos que no logra ubicar, hechos que al detective de Los Angeles le hace obtener los primeros indicios de algo nada parecido a la creencia del suicidio, debido a lo cual, la delicada intromisión de Colombo en vidas ajenas es una realidad que no por repetida es menos inquietante, plantándose así en la duda sobre los primeros hechos analizados en el escenario del fallecido Henry Willis.

La contundente realidad planteada en el excelente guión de William Driskill, la oportuna música de Jeff Alenxander, la destacada fotografía de Charles Correll y, el acertado recurso del director recuperando para la memoria colectiva uno de los films de nuestra protagonista principal, convierte la narración en un excelente ejercicio para la dramatización de los personajes basado en los absolutos contrastes de luz y sombras sobre los protagonistas, en los apropiados y significativos claroscuros transmitiéndonos el contundente mensaje subliminal de la desconocida tragedia personal que la eximia actriz ignora y, de la que, su pareja artística tiene conocimiento tras las investigaciones de Colombo.

Inesperado final de un valioso telefilm donde difícilmente encontraremos un culpable de asesinato en una trama argumental en la que el necesario materialismo que rodea el mundo de la producción cinematográfica, queda superado por la inapelable e incontestable fragilidad humana. Gran inicio de temporada con la admirable y admirada Janet Leigh.

Complemento genealógico. Colombo cita a su mujer en siete ocasiones y, otro personaje lo hace en dos ocasiones.
avanti
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6
15 de enero de 2018
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lovely but lethal (Adorable pero letal) dirigida por Jeannot Szwarc en 1973, es el primer telefilm de la tercera temporada y dieciocho de la serie (pilotos incluidos), donde se trata el delicado tema de la eterna juventud, de la belleza estética conseguida a cualquier precio. En el camino para conseguirlo se recurre a la investigación, al espionaje industrial, a la coacción, a la traición y finalmente al asesinato. El veterano Murcheson (Fred Draper) químico investigador venido a menos y algo borrachín, trabaja para la Béauty Marc Inc., empresa especializada en líneas de cosméticos, donde investiga las propiedades de la crema milagrosa que al parecer eliminará finalmente las arrugas. Los resultados no llegan y los fracasos se acumulan.

El joven químico Karl Lessing (Martin Sheen) posee un tentador frasco de crema producto de sus propias investigaciones al margen del veterano químico. Por vías poco ortodoxas llega al conocimiento de la empresaria Viveca Scott (Vera Miles) la existencia de ese frasco milagroso mediante la indiscreta Shirley Blaine (Sian Barbara Allen) secretaria personal de David Lang (Vincent Price), la competencia en el negocio de los cosméticos de la voraz empresaria.

Presentados los personajes principales, se desencadenan los hechos que llevarán al asesinato del joven investigador quien al parecer tiene alguna cuenta pendiente con a la ambiciosa Viveca quien, en un arrebato de furia por conseguir la ansiada crema rejuvenecedora, elimina, con premeditación o sin ella, al joven químico. Tras poner en conocimiento al espectador sobre los hechos (como es preceptivo en cada uno de los telefilms que completan la serie) en la habitual línea utilizada por anteriores directores, el realizador Jeannot Szwarc también lo hizo con solvencia, dando entrada en escena al siempre ausente (en apariencia) Colombo, inmerso en su particular y mañanero mundo culinario intentando sazonar su desayuno mientras hace las primeras pesquisas sobre la escena del crimen que le llevan hasta la Béauty Marc Inc. así como a la Finca de Belleza y Estética para obesos.

Eliminada la indiscreta Shirley, y demostrada la no implicación de la competencia en el asesinato, nuestro teniente de policía centra (con su habitual y persuasiva insistencia) sus sospechas sobre Viveca Scott gracias, entre algunos detalles, a unos molestos picores en una de sus manos cubiertas con guantes y la coincidencia de similares molestias en nuestro investigador, lo que lleva a Colombo y el caso de la hiedra venenosa a solucionarlo por afinidad y sin paliativos gracias a la información facilitada por su cuñado, junto a secundarios habituales como el Sargento (John Finnegan), o el trabajador de Mantenimiento (Bruce Kirby) entre otros personajes a lo largo de la serie, además de la carismática y expresiva Masajista (Anne Ramsey) en plena evolución hacia caracterizaciones absolutas que llegaría a deleitar al cine de aventuras y comedias principalmente como insensible, gruñón y envejecido personaje en títulos como ‘The Goonies’ (1985) o ‘Tira a mamá del tren’ (1987).

Complemento genealógico: Colombo cita a su mujer en tres ocasiones y, una cuarta vez indirectamente; también nombra en una ocasión a su hermana, a un sobrino en dos ocasiones y, a un cuñado y su familia en una ocasión, además de una segunda por otro personaje.
avanti
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6
9 de diciembre de 2017
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Colombo: Death lends a Hand (Suficiente soga) (1971) Actores y actrices de gran renombre cinematográfico irán pasando por los diferentes episodios de la serie Colombo, en este caso destacamos a Ray Milland (Beau Geste (1939), El mayor y la menor (1942) o Días sin huella (1945) entre un numeroso y exitoso trabajo cinematográfico), que junto a Robert Culp (Bob & Carol & Ted & Alice (1969) además de una larga lista de títulos, conformaban el eje central de Suficiente soga.

El telefilm dirigido por el experimentado director en series Bernard L. Kowalski (Perry Mason, Rawhide (con un jovencísimo Clint Eastwood), Los intocables, o Misión Imposible, entre una larga lista de colaboraciones en múltiples series para la tv), el guión de Richard Levinson y William Link, y la fotografía de Russell Metty, complementado con el apropiado elenco para contarnos una historia de traición fallida, intereses, y chantaje, que supondría el segundo telefilm de la primera temporada.

El inicio de la trama se sitúa en los engranajes de una empresa de investigación de éxito cuyo director Brimmer (Robert Culp) no ceja por mejorar los resultados de su negocio aunque para lograrlo deba de echar mano del sutil chantaje a cambio de algún comprometido silencio ofrecido como moneda de cambio a la señora Leonore Kennicutt por información e influencias necesarias para el mejor funcionamiento de su negocio.

Nada sale como lo había planeado. La incidental muerte de la señora Kennicutt, hace que tanto el esposo Arthur Kennicutt (Ray Milland), como el teniente Colombo entren es escena para resolver de la manera más rápida posible el asesinato en extrañas circunstancias de la esposa del magnate en comunicación.

Brimmer el vanidoso y la astucia de Colombo, ponen a prueba la fidelidad propia o ajena, la falsa pista necesaria para atrapar al ‘malo’, la generosidad en los halagos derrochada por nuestro detective hacia las flaquezas de sus presas, la avaricia como elemento desestabilizador de una vida normalizada, sin otra pretensión que la de vivir; todo en nuestro singular personaje se torna (a propósito y siempre con algún objetivo) simple, débil, inconsistente a los ojos de los sospechosos, convirtiendo la vanidad en la compañera más fiel para la resolución de los casos.

Complemento genealógico: Colombo cita a su esposa en cuatro ocasiones y una quinta por medio de otro personaje; también nombra a una cuñada y a un sobrino en una ocasión respectivamente.
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7
7 de diciembre de 2017
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con Murder by the Book (Homicidio de acuerdo con el libro) (1971) se inicia la primera temporada de Colombo, un telefilm dirigido por el joven Steven Spielberg que en décadas posteriores se convertiría en poco menos que en uno de los patriarcas más influyentes que Hollywood diera en generaciones. En el mismo año que Spielberg dirigió El diablo sobre ruedas, para la televisión y que poco después pasó al formato cinematográfico), nos da una idea del talento creativo y de puesta en escena propias de un visionario que puede ver la acción y narrarla de manera única en Murder by the Book.

Kent Franklin (Jack Cassidy), colaborador en otros episodios de la serie, y Jim Ferris (Martin Milner), son autores de una línea de novelas de misterio en las que el personaje central Mrs. Melville) ha dado grandes dividendos a ambos autores, uno escribiendo, el otro representando. Alguna desavenencia de tipo personal, fundamentalmente económica y creativa , lleva a Kent a transformar el curso de los acontecimientos, planeando la mejor forma posible de quitar de en medio a su socio y verdadero talento creativo Jim.

Como espectadores, asistimos a la complicidad en la intencionalidad y preparación por medio del engaño del asesinato perfecto, con coartadas que la propia Mrs. Melville (según el socio de Jim) hubiese firmado. La consumación de los hechos con todo lujo de preparativos y detalles en el que el teléfono tiene función principal en la trama, desemboca en la acción premeditada por Kent para que la esposa de Jim, ignorándolo todo, asista por teléfono al asesinato del novelista.

Colombo (Peter Falk) hace presencia en la escena con su habitual sentido olfativo: mira, destaca, se pregunta, deduce y resume cualquier situación en la escena del crimen por medio de la intuición en la que siempre ha creído, acompañado por los ‘pequeños detalles’ que normalmente pasan por alto, caso que no ocurre en nuestro avezado aunque distraído detective de origen italiano.

Solo su tozudez y la total dedicación en su trabajo hacen posible alterar la tranquilidad del sospechoso, ser rehuido por los investigados sin conseguirlo, mantener la coletilla de ‘una pregunta más’ como broche a cualquier escena donde todo lo que parece normal, lógico o irrefutable, convirtiendo a Colombo en el arte de la insistencia, lo cual le lleva hasta personajes clave para la solución del caso: Joanna Ferris (Rosemary Forsyth) la dolorida esposa de Jim, o Lilly La Sanka (Barbara Colby), propietaria de la tienda proveedora de alimentos.

El realizador nos muestra una ambiciosa cinta donde la utilización de primerísimos primeros planos y algunos planos detalle, agregados a los genéricos americano, general y medio, entre algunos otros, dota a Homicidio de acuerdo con el libro, un más que destacable trabajo en la serie, volcado en la historia contada donde toda la tensión se centra en saber cuándo Colombo se percatará finalmente que lo que busca, generalmente es a alguien próximo a la víctima.

Complemento genealógico: Colombo cita en tres ocasiones a su esposa.
avanti
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