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España España · santa cruz de tenerife
Críticas de argonauta
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Críticas 39
Críticas ordenadas por utilidad
7
13 de diciembre de 2011
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es meritorio conseguir tal equilibrio entre la sonrisa y el escalofrío. Asistimos a un despliegue virtuoso del ritmo narrativo combinado con una más que creíble construcción de un grupo de adolescentes de un barrio “marginal”. El guionista y director, Joe Cornish, mantiene en todo momento el interés. A veces parece que el propio diseño de los monstruos está realizado un poco “torpemente” para que no desentonen con el tono de comedia terrorífica. La banda sonora es un elemento decisivo para “resaltar” y “aclimatar” la pintura “social” de los personajes, así como para conducir los diversos saltos narrativos que nos mantienen pegados a la pantalla. La “química” entre el grupo de jóvenes actores funciona a la perfección. Los diálogos nos acercan y delimitan a la extracción social del grupo, haciendo uso de un “cockney” urbano más que creíble. Resulta convincente y alentador el enfoque de la “amenaza exterior” para conseguir la unidad y cooperación de diversas clases sociales. En este sentido, la factura británica dota a la obra de un fuerte componente multicultural que podría encontrar su resonancia entre amplias capas de la población. Atención especial merece el uso del humor en esta historia de ciencia-ficción. Es sorprendente y refrescante, rebajando la tensión de “persecución permanente”, y consiguiendo que mantengamos una cierta alegría y un cierto miedo en la misma escena. Nos encontramos, por tanto, ante un poderoso y original narrador que hará que estemos atentos ante sus próximos trabajos.
argonauta
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6
10 de diciembre de 2011
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo renocemos: hemos sentido cierta aprensión al encarar “otra” comedia americana. Tan sólo el tándem Carell-Gosling nos “tiraba” un poco, aunque.. ¿qué hacía Ryan Gosling en una comedia “hollywoodiense”? Era un misterio que había que resolver. El desarrollo inicial de la historia es eficaz, definiendo con pocas pinceladas los caracteres de los personajes, y situándonos muy pronto ante el primer conflicto que mueve hacia delante todo el “entramado”. La contención del actor Steve Carell acentúa, en principio, el tono humorístico de los dramáticos acontecimientos a los que se enfrenta su personaje. No es el único. Casi todos ellos parecen afectados por la misma enfermedad: “cupiditis aguda”, es decir, “mal de amores”, aunque sin las resonancias poéticas y profundas de El Bardo de Avon. No importa. Resulta conmovedor y “empatizante” escuchar los soliloquios del abandonado marido en la barra de un bar. Pese al tono humorístico, consigue provocar cierto grado de compasión en nosotros, en especial desde la aparición de su nuevo “maestro y guía” en el arte del “amor”. A partir de ese momento, se inicia una espiral de torpezas, malentendidos, intentos de reconciliación, relaciones varias, que provocan la necesidad en los personajes de “pararse” y “analizar” qué es lo que pasa con sus trastocados corazones. La acción se va embarullando hasta desembocar en una desternillante escena cómica que consigue un culmen narrativo brillante y muy eficaz, invirtiendo algunos de los roles que hasta ese momento se habían mantenido. Algunos giros del guión consiguen sorprender, y cabe destacar la habilidad de los directores y guionista, para utilizar “clichés”, darles una vuelta de tuerca y mostrar nuevos ángulos con los que explorar el alma de los personajes. Destacar la actuación coral de todos los actores, aunque resulta deliciosa la escena de “amor” entre Ryan Gosling y Emma Stone. Estamos ante una comedia, por lo tanto, que se aleja de los parámetros habituales de Hollywood, y aunque no posee un nivel tan alto como para clasificarla de “rompedora”, sí podemos afirmar que está hecha desde la inteligencia y el respeto por los espectadores. Un gesto que siempre hay que agradecer.
argonauta
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3
5 de diciembre de 2011
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es asombroso a lo que algunas propuestas hollywoodienses quieren aspirar, sin apenas esforzarse en la construcción de caracteres. Esta propuesta de Ciencia-Ficción es una manida adaptación de Robin Hood a un posible futuro. La idea inicial no es mala como metáfora de la sociedad presente. Es posible, incluso, que con un buen trabajo de guión hubiera provocado algún tipo de identificación del público que está sufriendo las políticas neoliberales de este capitalismo devorador que padecemos. Sin embargo, todo queda en un torpe intento por la vulgaridad de los diálogos, sin ningún tipo de entramado social en los que sustentar los padecimientos del “vulgo”. Los personajes son esquemáticos hasta el dolor y tan vacíos que casi nos da igual que los cojan como que no, pues la mayor parte de la película son carreras de ida y vuelta por la ciudad de Los Ángeles, entre los protagonistas “buenos” y lo antagonistas “malos”. Ni unos ni otros consiguen que el corazón nos palpite más allá de su ritmo regular. Poco tienen que hacer los actores con escritura tan burda y sosa. No entro a juzgar su trabajo por que no existe tal cosa. Aceptar trabajar en un guión como este es perder dignidad como profesional. Lamentamos la oportunidad perdida, pues podría haberse construido una historia brillante por lo necesaria. Hubiera sido más fácil y eficiente afrontar una nueva versión del arquero de Sherwood, al menos, hubiéramos esbozado alguna sonrisa.
argonauta
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6
23 de septiembre de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hay duda: Ridley Scott es un hombre de talento; su capacidad para crear ambientes y atmósferas es notable. Posee una habilidad especial para crear escenas de gran fuerza dramática con los reflejos de fuentes de luz pequeñas en lugares oscuros, cerrados y húmedos. Tanto es así que, gran parte de la acción transcurre en una especie de “termitero” alienígena gigante, donde un pequeño grupo de seres humanos intenta descubrir indicios de vida entre los restos de una civilización desaparecida. El problema surge cuando en el argumento, se enfoca casi toda la complejidad del conflicto vital en un solo personaje: un androide. El resto de personajes quedan desdibujados, con trazos un tanto gruesos, que no nos permiten identificarnos con sus objetivos vitales. Tan solo la doctora Shaw, cuando casi al final se ve enfrentada a una lucha desesperada por su supervivencia, consigue encender un poco de empatía en nuestros corazones. Por otro lado, y pese a algunos giros “sorpresas” en el guión, no acabamos de entender del todo el papel que la civilización tiene en el devenir de los acontecimientos. Nos confunden algunas de las conclusiones que se detraen de los diálogos. En resumen, pese a la espectacularidad de las imágenes, del buen pulso del director en mantener la intriga, nos queda un cierto sabor amargo por no haber podido disfrutar bastante más de las personalidades de los tripulantes del Prometheus; un nombre para una nave y película que se nos queda corto.
argonauta
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7
8 de abril de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hoy día resulta muy de agradecer cualquier invitación a salirse de uno mismo. Sí, además, alguien consigue que podamos mantener una sonrisa casi permanente, en una historia familiar con un hijo adolescente autista, otro de edad parecida -¡con dificultades para aceptar a su hermano!-, madre embarazada, padre militar comprometido, novia comprensiva, vecinos intolerantes, colegiales repulsivos, etc, pues mejor. A pesar de lo dicho, el enfoque de la directora y coautora del guión no elude la problemática de vivir con un hijo autista. Una de las escenas claves es el estallido emocional de Thomas contra su hermano. Elissa Down va perfilando con seguridad y sabiduría los diferentes personajes, dotando al relato de una pátina humorística que resta tensión dramática, sin caer por ello en un enfoque superficial del autismo. Al contrario, consigue un equilibrio admirable entre comedia y drama. Es capaz de combinar en una misma escena varios de esos tonos, pero sin eludir el trasfondo dramático de convivir con una persona autista desde la perspectiva del adolescente protagonista. Por eso, la escena cumbre es el punto de inflexión para Thomas. En ella la directora abandona cualquier atisbo de humor y penetra en la furia descarnada de una frustración acumulada durante años. El resultado de todo ello es el descubrimiento de sentimientos escondidos y la aceptación del hecho de que su hermano sea “diferente”. A destacar el trabajo de Tony Colette como madre, Luke Ford como hijo autista, y Gemma Ward como novia de Thomas. Esperamos que esta interesante directora australiana pueda tener continuidad en su trabajo; no abundan talentos como el suyo.
argonauta
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