Qué manía tienen los guionistas en meter con calzador sus elucubraciones que, para colmo, nadie entiende o lo hace forzando las cuestiones hasta límites imposibles.
Y eso le ocurre a esta serie francesa, dirigida al alimón por Bruno Merle y Olivier Abbou, en la que se nos presenta una truculenta historia de asesinatos en serie, que se verán complicados a medida que pasen los capítulos y la madeja se enrede hasta no dejar más que una salida bastante convencional a la historia.
Y ese fin es una lástima, porque los cinco primeros capítulos de la serie van creando una trama lo suficientemente interesante como para seguirla con bastante interés, hasta ese sexto capítulo que convierte a la serie en una más, convencional y demasiado extraña para ser creíble.
Esos cinco capítulos se dejan ver, interesan, enganchan... para dejarnos al final un regusto amargo por lo manido del desenlace. Toda una pena y un sinsentido, pues las actuaciones son muy decentes y los escenarios variados y múltiples.

La película en sí misma no está mal, la dirección y las interpretaciones son buenas, aunque desde el principio abunden los tópicos y de comienzo una trama que no se sabe muy bien por donde coger ni el interés que ello reportará a los protagonistas o a la red de la resistencia frente a los nazis en Holanda.
Y ahí empieza un sin parar de cambios de maletines, paseos de banqueros para intercambiar los dichosos maletines, sin que se sepa muy bien qué reporta todo ello ni qué significará a la postre.
De modo que mi calificación es baja, un 4 y va que chuta, aunque he de advertir que no terminé de verla porque no quería perder dos horas de mi preciado tiempo.