Clásico western de 1960 que influyó primero en el mismo género y después en el cine de gángsters (el reclutamiento sucede también en 'Los intocables' y sus imitaciones 'Gángster americano' y 'Brigada antigángster', entre muchas otras).

Dirigida por John Sturges y basada en 'Los siete samuráis', de Akira Kurosawa, la melodía principal de la banda sonora es más conocida que la película por los años que Marlboro la usó en sus anuncios comerciales. El autor Elmer Bernstein había compuesto la música no menos memorable de 'El hombre del brazo de oro'.

A más de medio siglo, son perceptibles algunas torpezas en la dirección, además de resultar menores los papeles de actores tan grandes y trascendentes como Steve McQueen, Charles Bronson, James Coburn y Robert Vaughn. El reparto habría tenido equilibrio sin el protagonismo de Yul Brynner, quien camina con más "estilo” que naturalidad.

Eli Wallach encarna desde su mexicano aspecto al villano mayor en lo que parece un ensayo de su papel en 'El bueno, el malo y el feo'.

El viejo sabio del vulnerable poblado mexicano habla en inglés y, al final, se despide en español con acento muy otro.

Aun así, el éxito de esta película fue motivo de tres secuelas, una serie de televisión, una parodia y un remake.

Horror gótico, muy oscuro, con algo de cine negro.

Historia de venganza relativamente simple y superficial, basada en un cómic de James O'Barr, a su vez inspirado en hechos reales que lo hacen casi autobiográfico, así como en el poema homónimo de Edgar Allan Peo. El monólogo inicial se refiere a la antigua creencia de la tradición nórdica en un cuervo como guía de las almas al mundo de los muertos...

Diálogos y frases memorables por su macabro ingenio y su negro sentido del humor, su belleza literaria, inclusive con citas poéticas, algo inusual en una cinta de gran violencia, con muy buen ritmo de "acción trepidante", escenas y secuencias fascinantes por su necrofilia, su estética de culto a la oscuridad de la noche bajo la lluvia, gárgolas que vomitan sangre de asesinos… acaso comparable con el sello de Tim Burton, especialmente en las dos primeras entregas de Batman, pero mucho mejor.

Esta película es una de las que más me obsesionan y mejor conozco. Su director Alex Proyas es un genio poco valorado y no muy conocido (véase también Dark City o 'Ciudad en tinieblas').

Apoteósica balacera en dos etapas antes de una persecución que sigue influyendo en otras películas por el estilo, como Sin City.

Algunos instantes, afortunadamente breves, parecen videoclips.

Brandon Lee recibió un balazo que lo mató a la edad de 28 años durante el rodaje porque una de las pistolas estaba cargada con balas de verdad en lugar de fogueo, y su muerte sigue siendo una de las más oscuras y misteriosas en la historia del cine (al respecto ha corrido mucha tinta y una versión atribuye a Bruce Lee y su familia senda maldición china). Tras la muerte de Brandon, la cinta fue terminada con un doble y edición digital.

Ópera prima de Alejandro Amenábar.

Thriller entre el suspenso y el horror sin elementos sobrenaturales, sino con morbosidad.

La protagonista prepara una tesis universitaria sobre la violencia que satura los medios audiovisuales; su asesor de tesis muere por un ataque de asma, viendo video snuff, curiosamente al alcance de la mano en la videoteca de la universidad, video que registra el asesinato de una estudiante desaparecida dos años antes. La protagonista se involucra con un especialista en el tema y con el principal sospechoso del asesinato. El suplente del finado profesor también resulta sospechoso. A los probables implicados termina sumándose una novia celosa en segundo plano y el propio especialista…

Aunque morboso, el tema es interesante, pero la trama tiende a la acumulación de absurdos, empezando por la disponibilidad del video que parece la clave de todo. El final previsible y simple tiene demasiada influencia del cine gringo más ordinario, del que suele nutrirse Amenábar, guionista y director en este caso. Además, resuelve los asesinatos de seis mujeres, pero deja intacta la red de complicidades sin la que no es posible ninguna industria criminal.

"Te has enamorado del malo", es una frase que resume cierta simplicidad manquea.

Salvo por los golpes apenas esbozados, los actores hacen bien su trabajo, y el ambiente en general es similar a las imitaciones japonesas del video snuff, con aparente amateurismo y deliberadamente baja calidad de imagen.

Al principio parece un tratamiento serio, pero la protagonista opta por escuchar el audio del video en vez de verlo y no son más que gritos de una mujer torturada, que oye una y otra vez con audífonos hasta en la universidad, así que alguien aquí no goza de cabal salud mental.

'Tesis' (España, 1996) es una de las primeras películas sobre snuff, la segunda quizá después de Hardcore (Estados Unidos, 1979), de Paul Joseph Schrader.

Otros títulos que tratan este sórdido tema en el cine son 8mm (Estados Unidos, 1999), de Joel Schumacher, y Srpski film (Serbia, 2010), controversial película dirigida por Srđan Spasojević, exhibida y premiada en festivales antes de ser prohibida en varios países.

¡Qué gran actuación la de Al Pacino en esta cinta! Aquí hace mancuerna con John Cazale, su hermano Fredo en 'El Padrino'. Casualmente, 'El Padrino' es de 1972, año del asalto bancario que narra la película de 1975, año a su vez en el que fue realizada también 'Capone', de Steve Carver, dos coincidencias cronológicas.

'Tarde de perros' está basada en un artículo de la revista Life sobre un asalto que tiene lugar en Brooklyn a manos de tres principiantes, el más joven de los cuales (con miedo que parece retraso mental) termina desertando en cuanto comienza la osadía. Al principio, se siente que falta seriedad, pero durante las dos horas siguientes ocurre suficiente identificación con el asaltante principal como para que duela el final, por más predecible que sea.

Algunos momentos son tan hilarantes como irónicos y mordaces.

Después de ver a Pacino anciano en 'Por los viejos tiempos', es reconfortante verlo joven de nuevo en esos viejos tiempos.

Thriller negro, física y literalmente negro, basado en cuatro historias del cómic homónimo de Frank Miller, quien escribió también el guión. Robert Rodriguez encabeza la producción, la dirección, la fotografía, el montaje y la musicalización. En la dirección participan el propio Miller y Quentin Tarantino como invitado.

El montaje digital de inserción croma es la técnica usada en '300' dos años después, aunque la estética varía, pues aquí la fotografía es en blanco y negro con algunos colores (idea de Coppola en Rumble Fish, de 1983).

Frank Miller's Sin City, o 'La ciudad del pecado', como fue titulada en español, es un trabajo interesante, sobre todo en términos técnicos-estéticos-narrativos y en cuanto a cultura pop; el contenido es más bien pobre: violencia extrema con algo de cachondería femenina y humor negro. La corrupción es tanta como la perversión y el gore.

A la mitad, uno ya está cansado y entonces aparece Clive Owen con su cara de menso, como siempre, sin convencer a nadie, bendito entre las mujeres.

Los demás están geniales, sobre todo Mickey Rourke, muy en su papel de hombre rudo-violento-invencible, macho alfa, parecido a Hellboy (cuando su personaje corre por las azoteas de los edificios en la oscuridad de la noche, me recordó a Eric Draven, The Crow). Hasta Bruce Willis, que suelo evitar en la medida de lo posible, vuelve a la senda trazada por Tarantino. Brittany Murphy (†) tiene un bello momento, para mi gusto, mejor que Jessica Alba.

Rourke y Benicio del Toro están casi irreconocibles con prótesis faciales y maquillaje ad hoc.

Cada historia es narrada en primera persona (voz en off) por su protagonista (la de Owen es de hueva: si como actor es malo, como locutor se moriría de hambre).

Hacia el final, la música es intencionalmente desagradable.