Con la elegancia y sutileza con la que la Surprise se desliza por las aguas, Peter Weir conduce la trama de esta película, obra maestra del cine naval y de aventuras.

Lejos de otras superproducciones de Disney basadas en atracciones de parques temáticos, cuyas escenas de acción bien podían desarrollarse al ritmo de Benny Hill, Master & Commander avanza con un ritmo tranquilo y pausado, con sobriedad, sin acrobacias de ningún tipo, transmitiendo autenticidad en cada plano detalle y en cada pormenorizada referencia, utilizando la acción como apoyo al guión y no constituyendo la base del guión, y prescindiendo de heroicos personajes femeninos o historias de amor vacías en pos de la corrección política y la satisfacción del público medio.

A veces apacible, a veces tormentosa, como si de una proyección del mar se tratase, la película se apoya en una soberbia fotografía, de gran belleza visual, una cuidada factura técnica y una excelente banda sonora que, como todo en esta obra, acompaña la narración con suavidad, elegancia y sin excesos.

Cine de altísima calidad para todo aquel que lo sepa apreciar.

Lost in Traslation es una de esas películas, véase Los Puentes de Madison o Her, diseñadas para sobrevalorarse hasta el extremo en base a efectismos vacíos y pretenciosidad, que los gafapastas, ávidos de sentirse visionarios, se apresuran a ensalzar en su mediocridad.

La película es aburridísima, cada plano se alarga innecesariamente para mostrarnos miradas sensibleras al infinito y repetidas escenas de Scarlett Johansson con las bragas de su abuela no haciendo absolutamente nada.
En esta película, pese a que todos los personajes son guapos y ricos, no hacen más que sufrir y ser desgraciados, presas de un hastío vital irrefrenable e incomprensible para nosotros, el pueblo llano, que, mira por donde, me ha contagiado la peli mientras la veía. Gran trabajo, Sofi.

Tan interesante visualmente como innecesaria, esta nueva adaptación del clásico de dibujos animados no aporta absolutamente nada, bueno, me refiero a artísticamente, porque a Disney le ha aportado unos buenos dólares, que es, básicamente, a lo que se dedica esta compañía desde hace... bueno, desde siempre, a eso y a arrimarse al ascua que más calienta, que es, en este caso, al tema de la inclusividad, y no hay nada mejor para satisfacer a las hordas de adolescentes histéricas que poner a una hiena gay. Adiós seriedad y adiós credibilidad, si es que esta peli la tuvo en algún momento, porque en cuanto Simba habla, ya se esfuma.

La voy a poner un 5 porque la vi con mi chica y me pasé gran parte del film haciendo manitas.
Me gustó el doblaje de Mufasa, eso sí.

Men in Black 2 es un despropósito. La sensación es que empezaron a grabar con solo cinco o diez páginas escritas de guión y que el resto lo fueron improvisando. El argumento es pobre y forzado, buscando de cualquier forma repetir la fórmula de la primera parte.
Hay escenas que no sabes muy bien qué hacen ahí. Se supone que la peli tiene un tono ligero, casi infantil, pero la villana es una tía tremenda que se pasa la mayor parte del metraje en lencería enseñando las tetas todo lo que puede. Tommy Lee Jones parece que fue coaccionado para participar en MIB II, viendo su hastío y pocas ganas.

Estoy convencido de que si no fuera por Will Smith, esta peli ni siquiera habría pisado las salas de cine, tan infame que es.

Boyhood es una película indie más, es tan indie que solo podría ser más indie si la película llevara una camisa de cuadros y unas gafapasta.
Muchos se quedan en la anécdota de los doce años de rodaje, una iniciativa valiente, ambiciosa, original y que yo aplaudo, pero argumentalmente es una película como tantas otras, que pretende reflejar de manera realista la vida un niño, su desarrollo y crecimiento, pero en realidad usa como referentes para construir la historia lo que Hollywood nos ha querido hacer creer que es "realista" y "normal", y no lo es.

Boyhood quiere ser trascendental, y a veces lo consigue, con esas largas escenas bien acompañadas musicalmente, pero luego hay otros momentos en los que quiere hacernos creer que cualquier cosa ordinaria es algo existencial y profundo, lo cual resulta pretencioso.

En definitiva, una película indie.