Estamos ante un péplum ibérico que no siendo malo, pudo ser mucho mejor. La versión que vi no tenía buena calidad, no obstante lo cual se pueden apreciar y juzgar algunos detalles:
1- La historia es loable, pues se salta el protagonismo del Cid, para centrarlo en sus sufridas hijas, eternas olvidadas cuyas desventuras forman una parte emotiva del famoso “Cantar de Mío Cid”.
2- El guión, si bien es bastante fiel al relato, carece de frescura e ingenio, perdiendo una gran oportunidad de desarrollar una historia que hubiera resultado “potente”.
3- Las escenas de acción están filmadas sin dinamismo y con encuadres demasiado fijos y poco atrevidos.
4- La música es buena, pero está mal “adherida” a las imágenes.
5- Las actuaciones se quedan en pasables, y da la sensación de que la labor actoral ha sido “reprimida” No se puede intuir si por una mala dirección o porque los actores y actrices no daban para más.
6- La fotografía es correcta. Punto.
7- Y aún así... Y aún así ha sido grato verla. Tiene algo indefinible que, pese a todo, te quedes mirándola y te preocupe por lo que les pasa a los personajes. ¿Qué será? No lo sé.
Y así acaba, nobles damas y caballeros, esta humilde crítica.

Creo que fue gracias a esta serie que conocí a James Garner. Su desparpajo, su sonrisa única y su forma de actuar hacía que esta serie me enganchase. No sé si fue tan buena como la recuerdo, pero sé que la seguía con bastante cariño. Había algo especial en algunas series. Y sigue ocurriendo. Con independencia de la fotografía, la música o demás, “te quedas con ellas”, las adoptas. Y esta era una de esas series.

Es la segunda vez que la veo. Y es una buena película para televisión, que tiene la pinta de ser el piloto de una fallida serie.
Se enmarca dentro de lo que podríamos catalogar como un “estilo televisivo del terror” que, aunque cuenta con elementos recurrentes en otras series (tales como las carreras proyectadas a cámara lenta para insuflarle cierta “magia”), tiene ciertas características comunes: uno o varios objetos malditos, efectos especiales muy pobres pero sabiamente escogidos, protagonistas con un cierto gancho sexual (que en el caso de las mujeres son una copia edulcorada de las “chicas Hammer” que tanto “motivaron” al Dracula de Christopher Lee, gracias a unos escotes y a una sensualidad que aquí faltan), y unos antagonistas recocibles desde el comienzo. Es como un episodio del detective Colombo, en el que sabemos desde el comienzo quien es el villano o villanos, pero cuya presentación te engancha tanto que quieres ver como se atrapa a estos.
El filme se ve con gusto y tiene sus sorpresas, además de un encanto particular. El trabajo fotográfico es bueno, y el actoral notable. La música no es “ni fú, ni fa...o sol”. Es un extraño regalo para quienes disfrutamos con agrado de este estilo con cierta... nostalgia.

Creo que no veía a esta pareja de cómicos desde mi niñez, la mayor parte de la veces con mi padre.
Ahora tras el paso de los años, salgo con alegría del reencuentro, sobre todo cuando es común que este tipo de "regreso" sea decepcionante, pues lo recuerdos de este tipo se engrandecen al vincularlos a unos momentos de mentalidad infantil. Pero Laurel y Hardy siguen "ahí", en la pantalla, tan radiantes como el primer día, con sus simpáticas aventuras, sus enredos, su inocencia e infantil "maldad".
Esta película ha sido la mejor forma de tropezar de nuevo en mi camino con elllos. Sus gestos, sus frases y sus golpes de humor siguen enganchando como antes.

Anécdota: durante el velatorio de Stan Laurel se podía ver un cartel, que él dispuso que se pusiera durante sus exequias: "Si alguien llora en mi funeral, no volveré a dirigirle la palabra".
Humor hasta en la muerte.

Simpático corto donde los hijos adoptivos de Gru luchan por permanecer en su nueva casa y su singular nuevo papi. Transmite la emoción de unos niños que hacen lo imposible por pasar el examen de validación para seguir bajo la tutela de su singular padre adoptivo, de modo que la preocupación de una posible separación sea asumible para un cerebro infantil, sin causarle miedo.
Tierno y original corto. A destacar el remozado de la casa. Es la base del guión y se aborda con ingenio y uso de grandes y pequeños detalles. Se aprovecha con brillantez los pocos minutos que dura el filme.