Thiller de Gregory Hoblit que recurre al ya manido argumento de asesino en serie, haciendo suya la corriente iniciada por SAW de entremezclar la tortura con un perfil de asesino sin sentimiento de culpa ya que piensa que realmente no es él quien mata a gente que a su juicio se lo merece, sino que sólo pone la pistola, pero otros apretaran el gatillo. Untraceable introduce como novedad que gira en torno a las nuevas tecnologías. El asesino utiliza Internet como plataforma, mostrando on-line la tortura de sus víctimas, convirtiendo al contador de visitas de la web en el elemento que determina la hora de su muerte, y siendo el departamento del FBI de delitos cibernéticos el encargado de pararle los pies.

El fondo de la cinta, criticar la oleada de fascinación por la violencia a la que nuestra "sociedad de la información" vía Internet, hacen un flaco favor al ser el lugar perfecto donde compartir toda clase de videos prácticamente desde el total anonimato e inmunidad, podría haber dado mucho más de sí, ya que la forma de desarrollar la idea es sencillamente nefasta. Plagia sin éxito las torturas tipo SAW pero las convierte en simples escenas desagradables, intenta dar toques de intriga mediante planos oscuros y capuchas con un resultado irrisorio, pretende conseguir el asombro del espectador con la resolución del thriller cuando realmente la relación entre las víctimas es tan escasa que roza lo absurdo. El dominio de los tiempos es horrible, resultando la cinta pesada y aburrida, la secuencia de hechos es artificial y la lógica tan patética como lineal. Los aspectos técnicos, vestuarios, fotografía e interpretación son mediocres. Lo dicho, unido a las típicas americanadas a las que nos tienen acostumbrados, hace que levantarse de la butaca sea un verdadero alivio.

Impresionante cinta que nos traslada a TEXAS donde un cazador se topa con el escenario de un tiroteo en lo que iba a ser un intercambio de drogas por dinero. Nuestro cazador encuentra el dinero y se ve obligado a huir de todos aquellos que pretenden encontrarlo, especialmente de nuestro Javier Bardem. Los Coen vuelven con una excelente fotografía, que nos muestra esta vez los desiertos de Texas de una forma tan impresionante como nos mostraron la nieve de Minnesotta en Fargo, y la interpretación de Bardem es simplemente BRUTAL. Cualquiera de estas dos cosas ya justificarían por si solas la buena puntuación de la película, pero además está unido a una historia cuidada que mantiene la intriga y la emoción hasta el final, enganchándote entre otras cosas gracias a la fantástica forma de manejar los tiempos en la película. En definitiva es una obra de arte que de no ser por un final caótico (incluso incoherente) y el poco protagonismo del papel que realiza Tommy Lee Jones, sería una de las mejores películas de la historia.

Obra de arte dirigida por Robert Rossen que nos cuenta la historia del relámpago Eddie Felson, un joven buscavidas que, taco en mano, recorre los bares y salas de billar en busca de primos dispuestos a regalarle dólares. Su inigualable talento le lleva a ir en busca del gordo de Minessota, sólo venciéndole podrá ser reconocido como el mejor.

Hasta ahí la sinopsis, pero decir eso de "El buscavidas" es no decir nada. Este film, sobrio en su fachada y técnicamente maravilloso, con una fotografía y escenografía que bien se merecieron el oscar, una banda sonora que convierte en poesía el sonido de las bolas de billar y con una interpretación magistral, llena de muecas y miradas que lo dicen todo sin pronunciar una palabra, esas miradas que tanto anhelamos en el cine contemporáneo.

Sin embargo, esto no es más que un envoltorio dorado para aquello que la hace realmente grande, su esencia. Es la historia de un perdedor, es una historia de amor unida por "un contrato de mutua tristeza", es la historia de un hombre que aprende a ganar. Es una lucha entre el talento y la crueldad del sueño americano, es una disputa entre el orgullo y la astucia, una batalla entre amor y los sueños, una guerra entre la ilusión de alcanzar la cima y la resignación de aquel que conoce el alto precio de la victoria. Un pulso entre la avaricia y la nobleza, nobleza paradójicamente ilustrada en la pillería. Es un canto a la melancolía, al whisky como escudo, al romanticismo como bandera. Un collage de sentimientos pegados con lágrimas sobre la más dura de las cartulinas, la vida.

Con "Los crímenes de Oxford" Álex de la Iglesia da el salto dirigiendo su primera película de habla no hispana, realizando un magnifico thriller. En esta cinta Elijah Wood es un joven estudiante de matemáticas que viaja a Oxford para realizar su tesis, con esperanzas de que le tutoré un prestigioso matemático interpretado por John Hurt, el cual pese a ser reacio a esta idea por su carácter, se ve obligado a colaborar con el chico en la resolución de una serie de asesinatos que parecen atender a patrones de sucesiones lógicas.

Hasta ahora, todas las películas sobre temas matemáticos que había visto extrapolaban demasiado los razonamientos matemáticos haciendo que el espectador o bien se perdiera del argumento principal o bien desconectara de la película por aburrimiento. En esta cinta sin embargo, aborda la relación con la matemática de una forma espectacular, dándole está una dosis justa a la trama de la película, aportando los toques poéticos y reflexivos que convierten esta cinta en algo más que en una película de intriga.

Como aspectos negativos destacar que de vez en cuanto la cinta ofrece algunas escenas poco acertadas, que de forma gratuita desvirtúan la obra... aunque sin duda, lo peor de todo es el doblaje al español: ¡No se puede poner la voz de un personaje tan característico como Robert de Niro a John Hurt!

Barry Lyndon nos transporta a la vieja Europa del SXVIII y nos cuenta la historia de Redmond Barry (notablemente interpretado por Ryan O'Neal), un joven huérfano que tras batirse en duelo, amañado, con el capitán John Quin, se ve obligado a dejar atrás sus raíces para embarcarse en una aventura que lo convertirá en el hombre que el destino había propuesto para él.

La cinta técnicamente es una obra de arte, justamente recompensada con sus 4 oscar a fotografía, dirección artística, banda sonora adaptada y vestuario. En la banda sonora Kubrick vuelve a utilizar magistralmente música clásica, imprimiendo un ritmo que si en ocasiones parece lento por la excesiva duración de la película (183m), en otras consigue como nadie crear momentos de tensión interminables que provocan el verdadero goce del espectador. La luz, el vestuario, decorados, los escenarios y los diálogos son sencillamente BRUTALES. En definitiva, técnicamente la cinta es una obra de arte, pero que puntúo con un notable alto ya que la historia, pese a ser original e imprevisible, no terminó de llenarme...tal vez por su excesiva duración.