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España España · Santander
Críticas de Juan Pini
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Críticas 44
Críticas ordenadas por utilidad
5
16 de diciembre de 2019
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una revisión del “siente un pobre a su mesa” que se inserta en esa avalancha de comedias neocostumbristas francesas que desde hace unos años invaden periódicamente nuestras carteleras. Esta desde luego no es de las peores: Agnès Jaoui pone interés, como siempre, y todo transcurre en un tono simpático que lima cualquier aspereza y garantiza hora y media agradable, que es de lo que se trata. La excusa argumental de la obtención del permiso de conducir por unos inmigrantes da para una sucesión de situaciones chuscas que exprimen al máximo los tópicos al uso, pero sin llegar a hacer sangre, dentro de un guion poco verosímil y titubeante en algunos momentos, que parece dudar entre si ponerse serio o seguir por la vía segura de la comicidad. Para pasar el rato.
Juan Pini
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9
14 de diciembre de 2018
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
…y del siglo XXI, porque aunque esta película esté ambientada en la California de 1979, las cuestiones que toca son universales y traspasan las barreras temporales y geográficas, al menos en lo que llamamos "Occidente". Puede que a finales de los 70 existiera un abismo cultural y sociológico entre España y los EE UU (probablemente la “familia” de Dorothea/Annette Bening nos hubieran parecido marcianos) pero en la actualidad lo que vemos en la pantalla sería perfectamente extrapolable a nuestro país, nuestro tiempo y nuestras vidas. Quizá por ello esa ambientación quede un tanto desleída, máxime cuando las referencias —sobre todo musicales— que aparecen son de grupos que en España debieron de tener un seguimiento muy minoritario (salvo la cita de Talking Heads y alguna imagen de Ramones, poco más, y conste que soy coetáneo del adolescente Jamie). Lo mismo puede decirse de la caracterización de los personajes e incluso de los coches —modelos que en aquella época ya eran antiguallas—, como si se buscase deliberadamente la atemporalidad, y la ubicación de la historia en los 70 sólo fuera una herramienta para abordarla desde un futuro en el que ya se sabe cómo acabará todo, cómo pasará la vida sobre los personajes y sobre todos nosotros: bodas, hijos, divorcios, el fin del punk, la revolución conservadora, el sida, internet… y finalmente la muerte.

Estamos ante una excelente película que toma como punto de partida los problemas de comunicación entre una madre y su hijo adolescente (es imposible que no nos reconozcamos en cada escena los que hayamos sufrido tan “bonita” etapa) y acaba tocando las vidas de los personajes que como satélites orbitan alrededor de ambos: la artista que se aloja en la casa, la vecina que todas las noches se cuela en la habitación del hijo pero sólo lo quiere como amigo; el “compañero” de la madre, un ex hippie que convive con ella pero no parece implicarse en nada que no sea el bricolaje (la casa está en permanente reforma)… A medida que se profundiza en sus vidas se van poniendo sobre el tapete la maternidad, la adolescencia, la sexualidad (especialmente la femenina) y la liberación de la mujer; pero también la familia, el amor, la rebeldía, la insatisfacción vital en las sociedades opulentas, la incomunicación, el sentido de la vida… que surgen con naturalidad y un acertado uso del humor, sin intensidades impostadas ni profundidades de manual de autoayuda. A ello hay que añadir la interpretación de la protagonista, una Annette Bening que carga con gran parte de la película, del mismo modo que su personaje lo hace con las vidas de los que la rodean.

Y en cuanto a la factura formal, pulcritud y solvencia absolutas, con un manejo de la cámara como sólo los yanquis saben hacer, lo que no implica renunciar a ciertos elementos que se salen de la ortodoxia pero sin provocar dolor de cabeza en el espectador. Muy buena.
Juan Pini
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5
8 de enero de 2018
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Partiendo del secuestro de una pareja de jóvenes judíos en la remota república rusa de Kabardino-Balkaria a finales del siglo pasado, y utilizando como hilo conductor a la joven protagonista la película sondea varios temas, tanto políticos como sociológicos, e incluso antropológicos: la pertenencia a la “tribu”, la indiferencia ajena ante las desgracias, la solidaridad, los conflictos étnicos en el “avispero caucásico”, las siempre difíciles relaciones entre padres e hijos… Interesante propuesta que se ve lastrada, una vez más, por una forma que acaba perjudicando al fondo: ultraprimerísimos planos (la traducción española del título le viene al pelo), personajes encerrados en escenarios angostos y oscuros, lobreguez y claustrofobia hasta el abuso que convierten el seguimiento de la historia en una lucha contra el bostezo, del que nos rescatan unos minutos de snuff absolutamente prescindibles. Sólo muy al final aparecen los espacios abiertos y la luz, imagino que con profundísimas intenciones simbólicas, pero ya para entonces lo que verdaderamente le interesa a uno es la puerta de salida de la sala. Es comprensible que las nuevas generaciones quieran deshacerse del legado de sus mayores, y eso en ocasiones pasa por el desaliño formal, el desprecio por la técnica y la búsqueda de nuevos lenguajes cinematográficos (que de nuevos tienen poco: está todo inventado). El problema es cuando esa propuesta formal perjudica a la historia que estás contando hasta el punto de volverla irrelevante.
Juan Pini
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6
9 de octubre de 2017
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película es una correcta "train-movie" (no sé si existe este género), pero tiene algo que en mi caso no llega a enganchar, pese a lo dramático del tema. Solá está soberbio en su papel de anciano, tiene todo el protagonismo, tanto que se come la historia entera: por la estructura narrativa del film el resto de actores (actrices sobre todo) no gozan de demasiadas ocasiones de lucirse y en algunos casos, como el de Natalia Verbeke, su aparición roza el cameo. La crítica ha alabado mucho a Ángela Molina, pero no deja de ser otra secundaria sin los minutos suficientes como para consolidar un gran papel. Y esa quizá es la gran pega: la falta de un contrapunto estable a Solá, de alguien que le de la réplica, encargo que en este caso se reparte entre varios personajes y queda muy diluido. El filme está tan centrado en su viaje y en los recuerdos de su pasado durante la ocupación alemana de Polonia que los demás intérpretes no pasan de ser meros comparsas al servicio del omnipresente protagonista, que se marca un excelente solo, tan largo que el concierto acaba un tanto deslucido.
Juan Pini
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6
3 de agosto de 2022
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vida de Reem cambia para siempre cuando es drogada en la peluquería a la que suele acudir y fotografiada desnuda para forzarla a pasar información a los servicios secretos israelíes. Poco después Huda, la peluquera colaboracionista, es detenida por la resistencia palestina e interrogada: un auténtico tour de force entre ella y su antagonista, en el que queda bien patente la situación en el avispero palestino, con una población que además de ser sospechosa para el ocupante israelí, también lo es para los grupos armados palestinos (y donde ser mujer no mejora las cosas precisamente). Este interrogatorio es sin duda la parte más brillante de una cinta que brilla menos cuando se trata de contar la peripecia de Reem, cuyas decisiones buscan el suspense pero están poco justificadas, y se despacha con un final repentino y forzado.
Juan Pini
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