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Países Bajos (Holanda) Países Bajos (Holanda) · Ámsterdam
Críticas de loquearde
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Críticas 57
Críticas ordenadas por utilidad
8
24 de julio de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este documental fue realizado para televisión dentro de la serie documental de 7 capítulos Andalucía, un siglo de fascinación. Pese a ser un producto televisivo (no me malentendáis, la televisión en los noventa era MUY televisión), Martín Patino consigue imprimir su tono a lo largo de todo este retrato que explora la copla a través de un personaje tan fascinante como fue el Marqués de Almodóvar. La música dando forma a la identidad de un país no es algo nuevo, pero en las manos de Martín Patino y gracias a su buena labor como investigador, Ojos verdes resulta un producto bastante por encima de lo que podríamos esperar de un documental para televisión. Como curiosidad, seguramente sea en este documental donde se pueda ver en pantalla por primera vez a María Galiana como profesora de canto, en aquel entonces aún a tres años de su aparición en Solas que la lanzó a la fama.

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8
10 de julio de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Su siguiente película tras el éxito y el reconocimiento de Cléo de 5 a 7 fue La felicidad, una cinta en la que Varda exploró temas como la familia o la infidelidad. Si notáis algo raro durante su visionado, entonces es que mi adorada Varda cumplió con su objetivo. Yo mismo no sabía explicar el porqué de esa extrañeza. La razón es que Varda contrapuso escenas idílicas y bucólicas, con un puntito utópico, en contraposición con una música lenta y triste. Fue su manera no verbal de cuestionar lo que estaba poniendo en pantalla: la familia ideal no existe, es una construcción social. Es por ello que, durante el desarrollo de la cinta, Varda explora la descomposición de esa familia aparentemente perfecta. Lo hace sin alzar la voz y con un despliegue de empatía que, como siempre, no hace más que resaltar su grandeza como cineasta y, de manera poco velada, su grandeza como persona.

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loquearde
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7
5 de febrero de 2021
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dan Sallitt podría (y debería) dar seminarios sobre cómo sacar adelante películas con presupuestos minúsculos y que no se resienten estéticamente. De filmografía dispersa en el tiempo (Fourteen es su cuarto largometraje a sus 65 años), Dan Sallitt es una rara Avis dentro del panorama alternativo americano. En el film que nos ocupa, una Fourteen cuyo planeado estreno coincidió de lleno con la irrupción en nuestras vidas del Covid-19, Sallitt sigue la relación de dos amigas neoyorquinas a lo largo de una década. Ellas son Mara y Jo. La primera, apocada y tranquila, presencia a lo largo de los años como su inestable amiga Jo desciende en una espira de consumo de drogas, depresión y enfermedad mental. Ambas están secundadas a lo largo de los años por diferentes personajes masculinos que nos indican el paso del tiempo con mayor claridad.

Hay una elección particularmente interesante en el planteamiento de Fourteen: vemos prácticamente toda la historia desde el punto de vista de Mara. Pasados los primeros minutos del metraje, solo veremos a Jo en situaciones en las que esté Mara presente. Esta aproximación al proceso degenerativo de un amigo ofrece una impresión altamente realista: es exactamente cómo lo viviríamos nosotros mismos si algo así le pasase a un amigo. Un tema tan sensible como la enfermedad mental y la adicción podrían haber dado lugar a excesos narrativos y visuales (no hay más que pensar en ese hito del kitsch involuntario que es Hillbilly Elegy). Nada más lejos de la realidad, la cámara de Sallitt reposa inmóvil en casi todas las escenas y deja que los personajes entren y salgan de plano. Sin subrayados, sin planos muy cortos, la confianza de Sallitt en la solidez y credibilidad de sus personajes es tan absoluta que, incluso en algunas situaciones realmente espinosas, no se deja arrastrar hacia las formas del melodrama. El pudor es una rara avis en el cine moderno y Dan Sallitt, tengo la impresión que de manera muy consciente, es uno de sus grandes representantes.

Para algunos, esta aproximación antisentimental y rigurosa resultará árida y lenta. Para otros, entre los que me encuentro, es de agradecer que una película que dispone de tan pocos elementos a su disposición consiga levantar el vuelo e involucrar al espectador sin artificios de ningún tipo. Y cuando digo de ningún tipo es de ningún tipo: donde otros directores habrían apostado por elementos técnicos asociados al realismo (cámara en mano, texturas granuladas, sonido sucio), Sallitt apunta en otra dirección. Algunos de los planos de Fourteen tienen la calidad pictórica de los cuadros Edward Hopper (el gran artista de la soledad urbana), la mayoría de las escenas son domésticas, la iluminación y el sonido son pristinos. Fourteen no tiene la intención de camuflarse de realidad y, sin embargo, lo consigue. Y así transcurre su hora y media de metraje, con la estásis de la vida cotidiana y dirigiéndose sin remedio hacia la tragedia.
loquearde
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Descansa en paz, Dick Johnson
Documental
Estados Unidos2020
6,6
579
Documental, Intervenciones de: Kirsten Johnson, Dick Johnson
8
13 de enero de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras la gran sorpresa cinéfila que supuso Cameraperson (2016) de Kirsten Johnson, la camarógrafa reconvertida en documentalista volvía la temporada pasada de la mano de Netflix para ofrecernos otro trabajo personal pero esta vez, a diferencia de en su debut, combinando el documental puro y duro con la ficción, aderezado generosamente con comedia negra de la mano de su padre: Dick Johnson. El resultado de este juego narrativo en que ficción y realidad no solamente se confunden, sino que conversan y se retuercen es Descansa en paz, Dick Johnson. Como ya habréis deducido por el título, la película trata sobre algo que a priori no resulta demasiado divertido: la muerte. Sé que empezar un año como 2021 hablando de esta película después de todo lo que ha pasado en 2020 puede parecer un acto flagelador, pero lo cierto es que no quería abandonar la temporada pasada sin incluir esta película entre mis favoritas de 2020.

Abordar la muerte en el cine no es algo precisamente innovador, ni siquiera lo es que la muerte tome el centro del escenario. En After Life (1998), el director japonés Hirokazu Kore-eda creó un espacio ficticio entre nuestro planeta y el cielo en el que todos los que morían tenían una misión (¿una recompensa?) antes de irse para siempre: tenían que representar su recuerdo favorito con un grupo de actores de teatro. A diferencia de lo que ocurre en la cultura occidental, la relación de los japoneses con la muerte es más abierta. En su cultura, tanto en la literaria como en la audiovisual, han desarrollado a lo largo de los siglos un género enteramente dedicado a la intersección entre ambas: el kwaidan. After Life no sería una película del género en el sentido más estricto de la palabra, aunque sí que la podríamos ubicar en las proximidades. El arquetipo de película kwaidan y una de las más apreciadas del género fue Cuentos de la luna pálida de Kenji Mizoguchi (1953). Para los que no conozcáis esta película, otros ejemplos más recientes y populares en occidente del género son El sexto sentido y Los otros. Volviendo a Descansa en paz, Dick Johnson, Kirsten Johnson propone algo similar en apariencia aunque radicalmente distinto en el tono. La directora no está lista para perder a su padre. La manera en que decide enfrentarse a la idea de que ese momento se acerca y nada puede remediarlo es proponerle que quiere grabarle muriendo ficticiamente de diferentes maneras, a cual más esperpéntica. Él se prestó al experimento. La muerte real como gasolina para la representación. Y esa representación como única manera posible de romper el tabú de la muerte.

Descansa en paz, Dick Johnson (traducción francamente amable del original Dick Johnson Is Dead) transita un camino sinuoso con gracia y claridad. Con elementos contrapuestos tan extremos como la muerte y la vida, no debió de ser tarea fácil para Kirsten Johnson conseguir un tono en el que la comedia —a veces oscurísima, a veces desenfadada y ligera— brillase con luz propia pero sin despegarse de la dura realidad que aguarda tanto a Dick Johnson como a su hija: él se irá apagando poco a poco, ella tendrá que aprender a vivir sin su padre. Un planteamiento que la une a Primavera tardía de Yasujirō Ozu. Al igual que ya ocurrió en Cameraperson, Kirsten Johnson permite que su propia historia familiar aparezca generosamente y sin filtros. En Descanse en paz, Dick Johnson no vemos a miembros de la familia sentados en un plató contando a cámara sus vidas, nos metemos de lleno en la historia de la familia gracias al excelso trabajo documental de la directora. Y ese trabajo, natural y crudo, contiene algunos puñetazos imposibles de esquivar. ¿Cómo sintetizas la tristeza de Dick Johnson ante su toma de conciencia de que debido a sus principios de demencia senil no mantendrá el mismo grado de independencia? Grabas tu propia conversación con él explicándole que vas a vender su coche y su llanto ante esta afirmación. Y si hablar con él de tu madre que perdió totalmente su memoria por el Alzheimer os rompe de dolor a ambos y tan solo quieres abrazarlo: no pasa nada, dejas la cámara en el suelo y lo haces. Y así en multitud de escenas. Kirsten Johnson alterna escenas hiperestilizadas de ficción con su padre como protagonista pero siempre tiene lista otra escena para devolvernos a la realidad de un zarpazo. Es ese casi imposible equilibrio entre el exhibicionismo y el pudor una de las grandes bazas de Descansa en paz, Dick Johnson. Kirsten Johnson consigue (re)presentar la realidad de una manera en que lo que podría parecer banal adquiere un alto voltaje emocional y consigue hacer reír con la mismísima muerte.

No hay que quitarle mérito al otro gran culpable de que este juego funcione: el entrañable Dick Johnson. Un personaje fascinante: psiquiatra jubilado, amante de la tarta de chocolate, de alegría contagiosa y agudo sentido del humor. Dick Johnson nació para ser una estrella y, afortunadamente, su hija supo verlo. Descansa en paz, Dick Johnson arroja más preguntas que respuestas y consigue dejar un poso agridulce y duradero en el espectador. Nada nos puede preparar para la muerte de nuestros seres queridos y, quizá, ese sea el gran tema que ni Kirsten Johnson ni nadie conseguirá descifrar jamás.

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8
8 de enero de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sound Of Metal narra la historia de Ruben, batería del dúo de metal Blackgammon en que comparte formación con su novia Lou. Los dos viven juntos en una caravana con la que recorren los Estados Unidos de gira. De manera inesperada, Ruben se queda casi completamente sordo. Tras acudir a un doctor, éste le indica que su audición ha quedado disminuida a un 25 o 30%. Además de eso, Ruben es un drogadicto en pleno proceso de rehabilitación. Tras informar a su asesor de rehabilitación de su sordera, éste encuentra una colonia de adictos y antiguos adictos sordos a la que Ruben irá para, en palabras del propio líder del proyecto (un inmenso Paul Raci) “aprender a ser sordo”.

Ya he mencionado al primer protagonista de Sound Of Metal, el actor británico Riz Ahmed componiendo un personaje complejo y lleno de aristas, mirada de ternero que recuerda al Lazzaro de Alice Rohrwacher, nervio de fiera enjaulada en plena huída de sí mismo. Puede resultar tópico soltar aquí que no me viene a la cabeza otro actor que pudiese encarnar mejor este personaje, pero es exactamente lo que siento tras el recital ofrecido por Ahmed. El segundo protagonista de Sound Of Metal –y uno bastante especial teniendo en cuenta lo que poco que se suele cuidar este aspecto en el cine– es su espectacular diseño de sonido. Mediante él, Darius Marder consigue llevarnos más allá de meternos en la piel de Ruben: el sonido en Sound Of Metal oscila entre extremos como son la opresión y la liberación, el éxtasis y la depresión, la claridad y la distorsión. El director emprende el difícil camino de contarnos tanto (o más) con cómo oímos el mundo que con cómo lo vemos, exactamente igual que le pasa a Ruben en su periplo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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