La película te atrapa desde la primera escena. La cámara nos muestra la vida apacible de una pequeña ciudad americana. De repente, un hombre que está regando su jardin, al tiempo que se atasca el agua en la manguera, sufre un infarto. La cámara baja a ras del suelo, para mostrarnos la cantidad de insectos que se esconden bajo la hierba. Lynch, ha plasmado en un minuto, de forma metafórica la película. Kyle MacLachlan, hijo del enfermo, encuentra una oreja humana. A partir de ese momento, va a bajar al "ras del suelo", es decir, al submundo del crimen, de la droga y de la extorsión. Por el camino: una cantante de cabaret, una banda de delincuentes esperpéntica, unas canciones inolvidables y unos primeros planos de Lynch magistrales. El guión, con alguna aparición que no entiendes, y con algunas cosas inconexas, no se pierde en las ambigüedades abstractas de otras películas, consideradas como ésta, de culto, y es perfectamente comprensible.

Desde luego, en los 60, éramos menos pesimistas que en la actualidad. Al menos, imaginábamos que en el 800.000, la Tierra sería un auténtico vergel: exuberante vegetación, árboles frutales por doquier, ríos caudalosos... y no deplorables desiertos habitados por moteros cavernícolas o mares interminables sin atisbo alguno de tierra, surcados por estrafalarias naves, como se ha visto en otras más recientes. A pesar de ver las películas de esa época, en la que era niño, con el recuerdo y la nostalgia con que las veo, no es ésta de las que más me cautivan, quizás porque la ciencia ficción, no fue nunca un género que gozara de mis preferencias.

Este tipo de películas, realizadas en esa época, deben de ser para eso, pasar un buen rato. No debemos exigir mucho más. Y para los que las vimos de niños o jóvenes, además, con un tinte de nostalgia añadido. El guión, resulta poco creíble. Que un sargento del ejército americano, decida, en un gesto de bondad, robar lingotes de oro en su traslado de Alemania al Reino Unido, para realizar el sueño de la joven de la que se ha enamorado, pase. Pero que después de ejecutado, decida devolverlo... Desde luego no es una de las mejores películas de Mark Robson, pero tiene ritmo y se ve con interés, si bien el final falla, al tratar de redimir al protagonista, Richard Widmark. Lo dicho, para pasar un buen rato.

Yo no sé si merece las 5 estatuillas que recibió. Suelen las críticas incidir en todos los aspectos técnicos que, sin duda, son necesarios en cualquier película. Desde esa perspectiva, ésta, puede resultar demasiado simple y plana. Yo las veo desde una óptica más general, y The French Connection, me atrapa del primer al último minuto. La década de los 70, trajo al cine cambios profundos, yo diría que en todos los géneros, pero sobre todo, en el policíaco. Acción trepidante, fantásticas persecuciones de coches, duros policías actuando al borde de la ley,... La saga de los Harry, el Sucio, el Fuerte y el Ejecutor, de Clint Eastwood, son otro ejemplo. Volviendo a la película que nos ocupa, no quiero pasar por alto, las excelentes actuaciones de Gene Hackman, pero también de nuestro Fernando Rey. Las escenas de la persecución del coche al tren o de Hackman a Rey en el metro, forman parte de la historia del cine. En resumen, una muy buena película

Película con críticas muy diversas. Desde luego, marcó estilo para el cine policíaco posterior. Sin embargo, el ritmo es lento en muchos momentos, llegando a resultar hasta tedioso. El guión tiene lagunas, con algunos aspectos no aclarados, como cuando el supuesto "protegido" quita el seguro de la puerta, o los mafiosos no rematan a sus víctimas. Discreparé con la mayoría, la persecución automovilística se me hace interminable, sobran kilómetros, y por supuesto, algunos de los 11 minutos de metraje.