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Críticas de Brian Edward Hyde
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Críticas 20
Críticas ordenadas por utilidad
9
8 de enero de 2009
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El intercambio, o el cambiazo, traducción más literal del inglés, supone nuestra ineludible cita anual con Clint Eastwood, que de un tiempo a esta parte sigue un ritmo de trabajo que algunos podrían calificar como prolífico, pero que al que escribe estas líneas le llena de satisfacción, más aún si tenemos en cuenta el magnífico nivel que sigue el director en sus últimas obras, y es que asusta la cantidad de veces que el veterano ha dado en el clavo. Hace unos meses comenzaron unos rumores que apuntaban que Angelina Jolie podría retirarse del cine para dedicarse por completo a su función como madre, y voilà que entonces Clint Eastwood le confió un proyecto aparentemente más sencillo de lo que ha resultado ser la cinta final. Un guión estupendo, lleno de giros perfectamente articulados y que clama a cada minuto: ¡Queremos Oscar, queremos Oscar! junto al buen hacer de Eastwood y, cómo no, de una protagonista que vuelve a demostrar que es muchísimo más que un cuerpo (y qué cuerpo) y cara bonitos, sino toda una intérprete que nos recuerda en este trabajo por qué cuenta ya con una estatuilla dorada en su haber.

El intercambio cuenta la historia de una madre que, al llegar un día a casa, no encuentra a su hijo. La investigación sobre la desaparición recae en el departamento de policía de Los Angeles, y tras cinco meses devuelven a la madre a un niño que, según ella, no es su hijo. Ahí comienza la batalla contra el cuerpo de policía para determinar quién tiene razón, si ella (al fin y al cabo, sólo una madre es capaz de decidir quién es su hijo) o ese departamento corrupto que necesita a toda costa limpiar su imagen. Lo que en principio parece ser un intensísimo drama emocional cobra a lo largo del metraje tintes de thriller y cine negro, y la historia se replantea de un modo que obliga a la trama a ramificarse en un conjunto de hechos macabros que harán vibrar al espectador. Eastwood no es un director efectista, sabe que los pequeños detalles y las grandes interpretaciones son las mejores bazas con las que cuenta, y así lo demuestra aquí de nuevo. Consigue, por tanto, otra obra maestra llena de suspense y expectación hasta la última escena, con algunas secuencias perfectas basadas, como ya he dicho, en pequeños detalles, como lograr que se nos encoja el corazón con la mera imagen de un niño depositando fotografías en una mesa.

Así pues, Clint Eastwood se sirve del drama personal de una mujer para hacer un retrato de una época a lo Chicago aunque más sombrío, claro está, así como para denunciar las prácticas abusivas del poder establecido contra los ciudadanos de a pie. Hay que ir a ver El intercambio por muchos motivos: porque es una de Eastwood, por Angelina Jolie, por John Malkovich, porque estremece, aterra, horroriza y deja una sensación de desaliento que pocas películas logran transmitir. Ésta transmite mucho, y en los días que corren eso ya es decir. Y ahora empieza la pelea de gatas. Y el Oscar es para… ¿Jolie? Sería justo
Brian Edward Hyde
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7
29 de marzo de 2008
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo lo que hacemos tiene un motivo, y por muy cinéfilo que sea uno no se mete de primeras a ver una película española de la que apenas se ha oído hablar. En mi caso, el motivo es bien simple: es el mismo director de esa maravilla de nuestro cine que es En la ciudad sin límites, una de las películas españolas que más me han sorprendido (para bien), y que supone todo un homenaje a Fernando Fernán Gómez en uno de sus últimos trabajos en el cine.
Lo malo del director Antonio Hernández es su irregularidad, ya que al igual que tiene entre sus méritos esa joyita, no podemos olvidar su esperpento El gran marciano, todo sea por el marketing y por obtener algo de presupuesto para su próxima película (me duele mencionarlo, pero el mismo Balagueró perpetró el desatino de OT: la película para poder financiarse Darkness). Así pues, era un tanto arriesgado apostar por El menor de los males como caballo ganador, y aunque no gana la carrera, sale bastante airoso gracias a lo arriesgado de la propuesta y a un reparto que convence.
El menor de los males cuenta la historia de un político de derechas que decide pasar el fin de semana en la casa de campo familiar para cortar allí con su jovencísima amante. El problema aparece cuando encuentran en la casa a la hermana mayor del político (Carmen Maura) que, con una pierna rota, no puede (ni quiere) abandonar el sitio. Ésa es la premisa de la que parte la película, y de ésta se desarrollan varias tramas paralelas, como una gota de sangre que al caer en el agua de difumina abriendo varias ramas cada vez más inconexas.
Lo mejor de la película es el tono ácido y el humor negro que va adquiriendo conforme se sucede la historia. La secuencia inicial es verdaderamente impactante y engaña con lo que será el tono general. Y es que si El menor de los males tiene algo, es que ante todo es engañosa. Tiene golpes de efecto que (lo juro) funcionan por sus giros en el guión, una tensión creciente y una atmósfera extraña. Esto la lleva a ser irrespetuosa con el espectador en varias escenas de dudoso gusto, dada la información que el público posee, todo ello medido y absurdo.
(sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Brian Edward Hyde
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8
28 de octubre de 2007
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde hace tiempo venía leyendo que se estaba preparando un musical sobre The Supremes, el grupo liderado por Diana Ross. Entonces dije: “bufff, un musical…”. Y encima protagonizado por Beyoncé Knowles… vamos, que parecía un vehículo de lucimiento para la cantante. El resto del reparto no es que fuera muy allá a primera vista con Eddie Murphy, una triunfita a la americana y Jamie Foxx (que si bien tiene un Oscar en su haber, no es que se prodigue demasiado en pelis buenísimas –excluyamos Jarhead-). Total, una de esas películas que no iría a ver por iniciativa propia.
Cuando llegaron los Globos de Oro y se llevó 3, me parece, dije: “joder, pues no parece moco de pavo”, pero es que tiene 7 nominaciones a los Oscar!! Y encima las críticas en revistas especializadas estaban de su parte. Me pregunté si no estaría ante el nuevo Chicago y la apunté en mi lista de películas-que-necesito-urgentemente-ver-si-no-quiero-volverme-loco.
Pues bien, la película corría el riesgo de convertirse en un peñazo tipo Ray o Capote, pero huye de ese modo de ver la vida de un personaje público para convertirlo en un espectáculo. Y es que no vemos a las Supremes, sino a un grupo que bebe directamente de éstas como inspiración. Y también a una Beyoncé Knowles que hace de Diana Ross sin hacer de ella. En definitiva, un juego de semejanzas e inspiración que da buen resultado.
Para que un musical funcione lo primero que ha de destacar es, naturalmente, la música. De este modo encontramos grandes números llenos de espectáculo. Hay que ver las actuaciones de Eddie Murphy, la caña que tiene, las promesas que lo acompañan y los continuos fiascos de la industria. También es necesario ver a un grupo de negros cantando música blanca… no deja indiferente. Pero a lo que iba: la música brilla. No encontramos un solo estilo musical, sino que conforme pasan los años y los cantantes maduran también cambia lo que en un principio podía ser soul, incluso gospel… y la película te hace entrar en un mundo de ritmos diversos donde la máxima es “renovar o morir”. A todo esto, cuando acabas la película te da la sensación de que los negros han inventado todos los estilos musicales, y no lo pondría en duda teniendo en cuenta los referentes blancos.
(sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Brian Edward Hyde
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8
9 de octubre de 2007
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nada más empezar la película nos ofrecen el baile más erótico que recuerdo. A mí Rose McGowan me daba algo de grima, tan blanca y los labios tan rojos, hasta que la vi en esta película. Ahora me he hecho fan a muerte de su cuerpo y su (indudable) talento. Por lo demás, la cosa va de zombies, y podría pasar por cualquier otra película del género de no ser por el sello que le ha marcado Rodríguez. Una mujer con una metralleta por pierna, la enfermera con sus tres jeringuillas, un militar que recolecta testículos o el héroe de turno disparando desde una mini moto. Hay mujeres sexys, que conste, actores conocidos (sobre todo rostros televisivos) y mucho espectáculo. No da miedo porque estas películas no daban miedo, pero ofrece su ración impagable de gore y acción. No obstante, lo más destacado de esta película, y por lo que hay que verla en el cine, son los efectos que lleva consigo. Imagen desgastada, sonido defectuoso en algunos puntos, fotogramas descolocados que por tanto no dejan ver la imagen completa, e incluso un corte (lo sentimos, falta una bobina xDDDD) son señas de identidad de un cine del que bebieron personajes tan importantes en nuestra cultura como ambos cineastas o Stephen King, entre otros. Atentos también al otro descubrimiento de la película, Marley Shelton (dadme hielo, por favor!!!) y a la aparición estelar del tito Quentin, jajaja. A mí me gustó tanto que temía que Tarantino me dejara un poco a medias, ya que la historia de Planet Terror me parecía más interesante que la otra propuesta. Regla número 1, imbatible: JAMÁS subestimes a Tarantino.
Brian Edward Hyde
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7
20 de abril de 2008
11 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Elegy se basa en una novela de Philip Roth que no he leído, pero cuyo título despierta al menos la curiosidad, El animal moribundo. De la novela he oído de todo, desde que es una obra maestra hasta que no puede considerarse ni un buen libro, y el guión depende obviamente de la adaptación. El salto de Coixet al cine usamericano viene dado por un guión ajeno, un reparto cojonudo y miles de esperanzas puestas en ella. La directora ha intentado darle su toque personal a un proyecto que en principio no era suyo, y he aquí el resultado.

Elegy cuenta la historia de amor entre un profesor de universidad ya mayor y una de sus alumnas, Consuela. Él, que siempre ha pasado de una mujer a otra, se da cuenta de que esta vez está entre la espada y la pared por un sentimiento irrefrenable: se ha enamorado de la joven. El problema surge cuando este amor se convierte en una especie de obsesión enfermiza y debe afrontar la decisión de sacar su relación a la luz o mantenerse al margen. Eso es todo. Aparte existen varias historias paralelas, de acuerdo, pero básicamente eso es todo.

Ben Kingsley se ajusta muy bien a su personaje y la verdad es que te lo crees, pese a que también se hace detestable en algunos momentos del metraje. No obstante, la GRAN sorpresa aquí es Penélope Cruz, preciosa como pocas veces se la ha visto en la gran pantalla, y además con un papel que le permite muchos matices aunque mal distribuidos, ya que el lucimiento de los actores está supeditado a la historia, y la historia parece naufragar por un guión sin fuerza o por ese espíritu de mezcolanza entre “soy cine coixet, dependo del guionista” que no encuentra el equilibrio. Así pues, da la sensación de que la historia podría ventilarse fácilmente con 20 o 30 minutos menos, ya que el hilo se tensa, se tensa y al final corre el riesgo de romperse.

No obstante, hay momentos de profunda belleza ligados inevitablemente al personaje que interpreta Cruz, y de hecho todo el final recupera el ritmo que le falta al resto del metraje. Elegy peca de lenta en algunos tramos, aunque la aparición de Patricia Clarkson (¡estupenda!) o ciertas reflexiones del protagonista son puntos de luz que vuelven a equilibrar la balanza.

Y es que lo importante aquí, más allá de una historia mal estructurada, es el todo romántico que define las secuencias entre la pareja protagonista y el modo en que Isabel Coixet ha llevado a su terreno (esta vez con acierto) la sexualidad explícita del libro a un terreno sentimental más allá de lo físico. Y es que El animal moribundo, dejadme llamarla así por un instante, tiene mucho de físico: habla del miedo a envejecer y del miedo al tiempo, del miedo a atarse o a no saber atarse al ser querido, y también de cómo el amor puede sacar indistintamente lo peor y lo mejor de las personas. Y lo mejor de Penélope Cruz.
Brian Edward Hyde
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