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Críticas de pikyturiellos
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Críticas 38
Críticas ordenadas por utilidad
7
3 de marzo de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Kusturica es uno de los grandes a pesar de todos los pesares. Tiene obras mayores y títulos prescindibles. Como Hitchcock. Salidas de pata de banco ante auditorios varios. Como Welles. Opiniones nada modernas sobre temas que vienen de antiguo. Como Ford. Pero en el mundo de KUsturica no se puede jugar a producir éxito tras éxito con el nombre delante del título, ni se puede pretender ser genio entre los genios, ni tampoco es posible aspirar a un status de incontestable autor. Don Emir hace cine en la Europa de fines del siglo pasado y comienzos del actual. Justo antes, durante y después de una guerra en la que todas las piezas del ajedrez balcánico pelearon su posición en una partida que terminó con el tablero roto en pedazos. Los que visten el color de Emir, contentos, pero él añorando el gran tablero y dándolo a entender con sus películas y haciéndolo explícito con sus declaraciones. Por ahí va "Underground", película de todo punto excesiva -en el metraje, los contenidos, la cantidad de épocas que abarca, la sobreactuación de sus actores, ...- , preñada de metáforas y simbolismos que la perjudican pero que conforman su misma naturaleza, exuberante y extrañamente atractiva. "Underground" abarca más de lo aconsejable, pretende una trascendencia que probablemente no necesita, no renuncia al humor-incluso de trazo grueso-. Es visceral, un punto cínica, de retorcido argumento repleto de vueltas y revueltas, para llegar a una tesis: la de Kusaturica sobre su propia identidad y la de su país (esoquenoexisteantesllamadoyugoeslavia). ¡Ah! y la música de Bregovic subrayándolo todo, con protagonismo machacón y necesario. Yo la recomiendo ... pero es que a mí me gusta Kusturica.
pikyturiellos
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Communion
Documental
Polonia2016
7,1
32
Documental
9
26 de marzo de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La cámara retrata un fragmento de la cruda realidad de una familia polaca desestructurada en la que una niña debe ejercer funciones de adulta responsable. Lo hace desde una mirada amable, en un acercamiento delicado, tan sutil que en ocasiones nos olvidamos que estamos ante un documental: la elección de planos, la fuerza de las miradas, la potencia emocional que transmiten los protagonistas, la progresión dramática de lo que se nos cuenta, parecen remitirnos a una película de ficción con un elaborado guión y muy buenos actores. Pero estamos ante un documental, que aborda buena parte de los aspectos esenciales de la vida (madurez, responsabilidad, solidaridad, satisfacción de necesidades, dependencias, convivencias, familia, educación, religión, ritos, segundas oportunidades …) con una impecable factura formal y desde una perspectiva que nos hace mostrarnos concernidos por lo que sucede en pantalla del primer al último plano.
Una de esas películas realizadas con medios escasos, que expone lo cotidiano sin pretensiones de trascendencia, … y nos atraviesa.
Si pueden, no dejen de verla y de seguir los trabajos que la joven y talentosa Anna Zamecka decida filmar en el futuro.
pikyturiellos
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9
20 de enero de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La La Land es drama y es comedia. Como la vida.
Cuenta del amor romántico, de la ambición por mejorar, por hacer realidad los sueños, o por lo menos, por intentarlo. Y también acerca del precio que se debe pagar para conseguirlo. Y nos lo cuenta con muy buenos diálogos. Y cantando y bailando en números musicales que no son ejercicios de virtuosismo espectacular o concesiones a la estética vacua, sino momentos intensos que cumplen su función en el progreso dramático de la narración. Sólo la impresionante secuencia inicial del baile en el asfalto contrasta con la exquisita sencillez de las demás: resulta apabullante estética y técnicamente, cuenta poco pero funciona muy bien como prólogo de lo que vendrá. A partir de ella, cada plano tiene sentido, cada mirada de los protagonistas significa, cada secuencia hace avanzar una trama bien urdida que desemboca en un final coherente y emocionante, lejos del cliché y del pastelito rosa.
Un guión atractivo que logra ser mucho más que eso a través de una puesta en escena sobresaliente, de una dirección de actores magistral. Parece imposible exprimir más el talento de Stone/Gosling, que funcionan a las mil maravillas como pareja con una química muy especial. Ambos están de premio encarnando personajes bien construidos, con un amplio arco ... pero sobre todo, absolutamente cercanos emocionalmente al espectador. Stone sublime, Gosling canta a lo Chet Baker y defiende sus planos tocando el piano que parece Bill Evans.
Chazelle nos presenta un retrato de Hollywood amable pero con claroscuros, que incluye elementos originales y tópicos bien servidos (el más interesante, el de la camarera que quiere ser actriz, comparte piso con otras aspirantes, frecuenta fiestas en la que es Cenicienta en la ciudad de las estrellas a las que servirá café a la mañana siguiente).
Burla burlando, con una sutilieza que el espectador agradece y aplaude, Chazelle,homenajea al cine clásico, rinde culto al jazz, disecciona el amor, presenta la importancia del trabajo, la maravilla del talento, la necesidad de la perseverancia y la eventualidad de la suerte como catalizador. Alehop. Todo en dos horas que se van en un suspiro y que nos hacen sentirnos mejores, más felices.
En fin, entretenimiento de primera para todos los públicos y, a la par, cine de calidad para espectadores exigentes. Un musical que olvidamos que es un musical. Dos leit motiv musicales para recordar siempre, que se repiten en un maravilloso carrusel en distintos arreglos, orquestaciones, interpretaciones. Una película en la que nos sumergimos y nos olvidamos que estamos viendo una película. Es decir, el triunfo del cine.
pikyturiellos
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9
18 de noviembre de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Stella es una niña en el París de finales de los setenta. Sus padres regentan un bar por el que pasan desarrapados de diverso pelaje. Apenas tienen tiempo para dedicarle a su hija.
De mimbres como éstos, o similares, suelen salir cestos que dan mucho miedo. Cestos de los que el espectador huye espantado por la ola de ternurismo, buenismo, catastrofismo, panfletismo, paternalismo y/u otros ismos parecidos. No es el caso. Estamos ante una estupenda película.
Volvamos a Stella, que comienza su etapa en el instituto sin una sola amiga de su edad, con muy escasos conocimientos académicos (si sabe de baraja, de futbolín y billar, de canciones de moda que suenan mientras intenta dormir), asustada y nada motivada al estudio.
Y comienzan a suceder cosas. Las de siempre continúan en el hogar/bar (borrachos impertinentes, camaradería de partido de fútbol, discusiones de papá y mamá) o en las visitas a un norte aun más miserable (la familia paterna, su amiga del pueblo que recuerda a la protagonista y al espectador que se puede vivir mucho peor). Pero también se producen novedades, una profesora que cuenta historias interesantes en clase de Historia, una amiga nueva que viene de otro mundo y con la que Stella descubrirá que existen posibilidades en la vida que desconocía, y que le gustaría experimentar.
Todo nos lo va contando esta niña inocente y despierta, temerosa y valiente, capaz de salir adelante a pesar de los obstáculos, de descubrir que la formación puede ser su gran oportunidad, los libros el mejor entretenimiento y la amistad con la persona adecuada el mejor pronóstico de futuro. Un personaje infantil, como la Zazie de Malle (“Zazie en el metro”, 1959)) o el Hugo de Scorsese (“La invención de Hugo”, 2011) - rindámonos a París -, para recordar siempre.
Hay en “Stella” muchos más elementos de interés: otros personajes muy consistentes, tanto los coprincipales (sus padres, Gladys - su amiga argentina -) como algunos secundarios muy pertinentes (algunos de los diletantes del bar están muy bien trazados en apenas un par de secuencias). También cabe destacar la lograda ambientación setentera, a la que contribuye una banda sonora de canciones populares en aquel momento muy bien escogidas.
Sylvie Verheyde (dirección y guión) consigue con esta película retratar la Francia de sus años infantiles (algunos críticos valoraron fundamentalmente eso) pero, sobre todo, nos regala un personaje maravilloso que se nos revela en una primera persona delicada y maravillosa que se expresa en la voz y los gestos de Leora Barbara.
pikyturiellos
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8
14 de noviembre de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Misteriosa, distinta, perturbadora, nos hace disfrutar mientras la vemos y reflexionar cuando termina.
F. Ozon consigue atrapar al espectador en un juego de realidad/ficción que maneja con gran pericia y en el que caben la educación, el engaño, la familia, la manipulación, la amistad, la vocación, el amor y sobre todo, la dialéctica creación/ética.
Para ello nos sumerge en una atmósfera inquietante, casi enfermiza, con elementos extraídos de la cotidianeidad más anodina. Lo hace a partir de un guión basado en una pieza teatral de Juan Mayorga y con la complicidad necesaria de un reparto de premio, encabezado por Fabrice Luchini, que borda su personaje, con Kristin Scott-Thomas tan buena actriz como pocas y una Emmanuelle Seigner muy alejada de aquellos papeles que interpretaba para Polanski, pero no menos atractiva e inquietante que entonces. El joven Ernst Umhauer cumple bien en una interpretación en la que las miradas tienen un papel importante.
Contemos algo más:
Un instituto de tantos, instalaciones funcionales, espacios amplios, en la Francia de estos tiempos. Sin embargo, este curso la modernidad se predica con la vuelta al uniforme y la nueva pedagogía se expresa en el cambio del rotulador rojo por el verde, menos perturbador de la autoestima del alumno en la corrección de exámenes.
Un profesor de lengua francesa, apasionado por la creación literaria, cansado de corregir textos repletos de faltas de ortografía y de imaginación. Vida tranquila, conversación inteligente con una esposa comprensiva con la que comparte reflexiones y discusiones acerca del arte moderno, ella trabaja en una galería, o los trabajos de los chicos del instituto.
Un alumno diferente. Brillante, sagaz. Capaz de expresar sin errores gramaticales, y aun con sentido literario, una historia en la que aparece la ironía, la crítica social, el deseo amoroso, el fingimiento, la revancha.
Una familia-trama, cuyos miembros son personajes de la película a la par que lo son del relato que el alumno diferente construye para su profesor. Su casa es la casa del título.
Lo que comienza siendo un ejercicio escolar pronto se transformará en algo mucho más complejo, con derivaciones sorprendentes y salpicaduras variadas.
Lo que comienza con un plano de un liceo que podría parecer el pasillo de un aeropuerto remata con otro no menos atractivo, mucho más revelador y perfectamente coherente con todo lo que Ozon nos muestra. La literatura, el cine, la vida.
pikyturiellos
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