Pienso que si realmente los componentes de la camorra fueran tan necios como los pinta nunca hubieran llegado a donde llegaron y están, creo que en la vida real son mucho más listos y prudentes de como él los pinta.

Además de que me creo mal la historia, me atormentan los mensajes: “Es el dinero el que hace al hombre honrado”, “Solo un huérfano puede pensar que la familia es algo bueno”, “La sangre no se elige, los amigos sí”, ·”En la vida solo importan dos cosas, la suerte y los amigos”, “Si he aprendido algo es que de la familia no te puedes fiar” o también frases groseras sin sentido ni objetivo “No hay peor puta que la que te pega ladillas y después te vuelve a joder” y todo esto amenizado por un continuo fumar, beber, matar y abusar de todos y por capricho.

Los escasos comentarios e incluso críticas que encuentro respecto a este largometraje que, sin embargo obtuvo tres nominaciones a los goya, dice mucho sobre las dificultades que encuentra la sociedad actual para relacionarse con el diferente, con todo aquel que no se ajusta a los estándares que manejamos y que cambian, si, pero tan lentamente que parece que no lo hagan.

Las pocas críticas me confunden por el miedo con el que parecen haber sido escritas. Nos aterra que nuestros semejantes descubran como somos realmente por dentro y Eduardo Casanova, el guionista y director de film parece querer poner el foco en ello. De un modo simple, calificamos como feo aquello asimétrico porque de algún modo desencadena parte de nuestro sistema de supervivencia. Con alguien muy diferente, hemos de relacionarnos en la distancia, no contacto, no reproducción. Es un reflejo instintivo que nosotros hemos socializado pero que solo superamos realmente con el conocimiento, el afecto, el amor y el contacto. En ese sentido la película es una hermosa historia de amor dividida en fascículos.

El futuro de Eduardo Casanova estoy convencido que será exitoso porque, a mi juicio está llamado a grandes cosas lo que ya apuntaba en algunos cortos anteriores visibles en VIMEO como “La hora del baño” o “Eat my shit”.

En “El método Kominsky” no me gustan los escenarios, no me gusta el guión y me parece una creación mojigata. El capítulo primero se desayuna con una relación profesor alumna totalmente previsible en cuando ella es enfocada por la cámara. La conversación que mantienen en el bar, aunque asegura estar interpretando es tan poco constructiva como nada actual. Por qué una mujer cuando cuenta su situación personal de recién divorciada lo hace en plan de victima, lloriqueando y lamentándose por haber pensado que todo era sincero mientras por la espalda su viejo marido se la estaba metiendo a una veinteañera. En esas escenas el tío siempre queda bien mientras que ella acaba apuntándose a clases de interpretación para no deprimirse y evitar tirarse por la ventana y todo para terminar por enrollarse con otro capullo agobiado por los años que procrastina continuamente. Respecto al segundo episodio puedo asegurar que solo me gustó el hervidor Alessi de color azul y 150 dólares que estaba depositado sobre la placa de la cocina.