La última entrega de la saga Star Wars es la mejor de la trilogía final. Dos horas y media de emocionante espectáculo con un guion repleto de acción en el que no paran de suceder cosas a un ritmo vertiginoso. La vuelta de J.J. Abrams a las labores de guion y dirección se nota y para bien. Después del estropicio perpetrado por Rian Joinhson en la anterior entrega, los fans estaban muy decepcionados y al mismo tiempo esperanzados con que Abrams retomará las riendas del proyecto y las aguas volvieran a su cauce. El resultado me ha convencido y reconozco que es un buen final para la historia de Star Wars pero hay un problema grande.

Y es que después de nueve películas, sin contar los dos spin offs de Rogue One y Han Solo, viendo prácticamente lo mismo la cosa aburre. Siento indiferencia por los destinos de unos protagonistas que se esfuerzan y están interpretados por buenos actores pero que no tienen el carisma de sus predecesores. Todo resulta cansino y avasallador, de ahí que aunque reconozca que se trate de un espectáculo de primera impecablemente realizado, me aburro bastante porque no deja de ser más de los mismo al cubo. Han matado a la gallina de los huevos de oro.

En su día fue un bombazo de taquilla esta sobrevalorada obra de cine negro que se aprovecha del tirón de una espléndida Rita Hayworth y de la buena química que mantiene con su compañero de reparto, el gran Glenn Ford, en una historia de celos y traiciones (nadie como Ford sabe poner esas caras de ira contenida provocada por los celos de su enamorada Hayworth) y de amor/odio, en la exótica Argentina de los años cuarenta a finales de la Segunda Guerra Mundial.

Lo de menos es la intriga, el plato fuerte es esa historia de amor contenido entre sus protagonistas que gracias a la sensualidad de ella cantando "put the blame on me chords" y al bofetón que le propina él, ha pasado a la historia del cine.

Durante los primeros tres años de su carrera Jamie Lee Curtis protagonizó varios slashers siendo éste el menos conocido y también el menos logrado. En el demuestra al menos su talento para el baile marcándose unos cuantos durante la fiesta en plena moda de la música disco.

Cuenta la historia de un misterioso asesino vengador que se dedicará a matar tías buenas durante el baile de fin de curso del instituto. Le secunda un Leslie Nielsen que por aquella época descubrió su vocación en el cine de humor absurdo con Aterriza como puedas.

Por lo demás se trata de una película vulgar, lenta y aburrida en la que a penas pasa nada y donde la personalidad del psicópata brilla por su ausencia. Hasta la primera hora no sucede nada. La trama juega a despistar con la identidad del asesino pero cuando la averiguamos tampoco sorprende tanto. Además no se consigue una atmósfera de suspense y tensión adecuadas por lo que la película falla completamente ya que ni siquiera entretiene.

Lamberto Bava dirige este discreto giallo erótico en el que sobresalen, y nunca mejor dicho, unas exuberantes mujeres, entre las que está la famosa Sabrina Salerno un año antes de popularizar su famoso éxito musical "Boys boys boys", a las que un maníaco empieza a dar matarile despiadadamente.

Sexo y violencia tratan de enmascarar una pobre historia rodada sin garra ni emoción por un director en decadencia que ya no tenía nada interesante que ofrecer. Le daría menos nota pero tiran más dos tetas que dos carretas.

Encerrado fue otra de esas películas con las que Stallone pretendía arrasar en taquilla pero de nuevo fracasó. Su carrera a finales de los ochenta iba a la baja después de los malos resultados económicos de Yo el halcón, la decepcionante recaudación de la tercera entrega de Rambo en comparación con sus predecesoras, y el descalabro ese mismo año de Tango y Cash. Los primeros noventa tampoco arreglaron las cosas con la quinta entrega de Rocky o su desilusionante incursión en el terreno de la comedia con Oscar, Quita las manos! y ¡Alto! o mi madre dispara.

El principal problema de la película es que la trama es absurda y la historia no está nada desarrollada, resulta muy manida. Sylvester es víctima del sadismo de un siniestro alcaide que convertirá su estancia en prisión en un infierno. Mucho tipo duro, debut de Tom Sizemore y poco más para un film prescindible en la filmografía de Sly. Lo más chulo las gafas de sol de John Amos.