La exhibieron en estos pagos con el título de "Nunca es tarde para amar".

Cada estación merece ser vivida si tenemos la suerte de ello. Siempre vivimos ahora y en primera persona del singular. Lamentablemente las creencias, convertidas en prejuicios pretenden y muchas veces lo logran, atarnos a un “debe ser así” que en realidad nos dice que nos neguemos a lo que sentimos. Siempre es nuestro tiempo y lo que nos pasa debemos tomarlo en cuenta.
Sentimos con lo que somos, no con lo que idealizamos de nosotros. ¿Qué es el amor? Es un misterio en cualquier década de la vida y en cada una de ellas tiene sentido, si está. El espectador que tenga prejuicios en demasía marcados, podrá no tolerar esta película. Aquellos que se atrevan a preguntarse por el sentido de sus propios sentimientos y creencias encontrará, en este film un motivo para reflexionar intensamente, no obstante es una anécdota simple, sencilla y posible.

La ví ya tantas veces y cada vez la encuentro lograda. Es una muestra de lenguaje cinematográfico y de como se puede entretener al espectador y a la vez como la visión del mundo puede cambiar en el espectador que esté dispuesto a preguntarse porqué existe el mal. ¿Qué lo sostiene? Muestra los hilos sutiles que unen a hombres de negocio, hombres de familia, policías, jueces, políticos. Todo aparece como verosímil.

Para pasar un rato entretenido. A la vez que denuncia crueldades, siempre hay una capa de almibar que hace todo tolerable. Si uno no pretende doctorarse en sociología y si entretenerse, esta película puede ser vista. Si se busca saber porque las personas "son buenas o malas" ya es otra historia. Aquí no hay conflictos intrapersonales, los buenos son buenos y otro tanto con los malos, que de puro malos, actúan mal.

Quien quiera perder su tiempo malamente, encuentra aquí un objeto preciso. Si alguien la ve y logra entretenerse que por favor lo exponga. La película me ha de resultar útil, quien la puntee con más de tres estrellas quedará fuera de las personas a las que tome como referencia para ver otra película. No hay derecho a aburrir al espectador de tal manera. Es cierto que la anécdota no da para mucho, pero pocas eran mis pretensiones y no cubrió ninguna. No pretendía reír del comienzo al fin, pero sonreír al menos en alguna oportunidad, habla de mi paciencia el haber llegado al final y esta crítica es un ejercicio de responsabilidad. El que avisa no es traidor.

Esta “critica” tiene dos problemas, es mi primer crítica y además la hago en mi vuelta a presenciar la película luego de muchos años, con la expectativa favorable de ver una “gran película” (tal como la recordaba).

Bueno, mis gustos deben haber cambiado, también mis exigencias y mi capacidad de espera. Todo lo ornamental, la escenografía, recreación de época me pareció de muy buen nivel pero no alcanza a equilibrar la morosidad de su desarrollo, sobre todo en la primera parte, hasta el infausto acontecimiento.
Luego ya trasladada la familia de hogar, la trama se vuelve más interesante.
Lo fantástico juega como un recurso que ronda lo inverosímil pero no tanto, si lo pensamos como el relato de un recuerdo, quizás el del niño, aunque haya elementos que excedan a las posibilidades de la memoria (por lo menos desde una sola persona).
Las cuestiones morales expuestas molestarán más o menos según el marco moral del espectador, personalmente ya ni me asombran y menos me escandalizan, aunque no las comparta.
La “estrictez moral” desde el dogmatismo religioso aparece en las conductas del obispo sobrevenido en padrastro. La vida nos informa de cosas peores.
Todo bien, pero hay que prepararse un sillón cómodo, un buen vaso de agua (evitar el alcohol) y con una gran dosis de paciencia ir sin ansiedad dejando transcurrir el film.