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Críticas de Luis Guillermo Cardona
Críticas 3.333
Críticas ordenadas por utilidad
7
23 de septiembre de 2010
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
A menos que uno sea un verdadero “catrasca” o uno de aquellos apesadumbrados individuos que piensan de sí mismos que son unos imbéciles o unos buenos para nada, no debe resultar muy placentero despertarse un día sin saber el propio nombre, donde se vive, que edad se tiene, y ni siquiera quien te quiere… o quien te odia. A esto se le llama Amnesia, pérdida de la memoria que se sufre a consecuencia de un trastorno psíquico o de una lesión cerebral, y es lo que padece George Taylor, el hombre que, en 1942, durante la 2a Guerra Mundial, se encuentra en el hospital naval y tendrá que ser licenciado cuando consigue que se le dé de alta.

Lo que se aviene entonces, es la búsqueda de sí mismo, y la única pista que Taylor tiene para iniciar este proceso es una nota de un hombre llamado Larry Cravat donde dice que ha depositado en un banco, a nombre suyo, la suma de cinco mil dólares. Esto lo llevará a conocer a Christy Smith, una chica que le abrirá las puertas de su casa y luego las de su corazón. A Mel Phillips, el amigo de Christy, bien interesado en participar de la búsqueda de un botín de dos millones de dólares que tiene más pretendientes que la linda Anne Hathaway. Y, entre otros, al inspector Kendall, un sabueso al que no se le escapa una y dispuesto a la verdad absoluta antes de meter en la cárcel al primer “georgepechoso” que se ponga en su camino.

El filme es una atinada incursión del polifácetico director Joseph L. Mankiewicz en el Cine Negro y nos introduce en un laberinto, certeramente trazado, donde un puñado de personajes entra y sale de escena dejando, cada vez, una nueva intriga y un nuevo embrollo que agita nuestro raciocinio permanentemente. Los diálogos son fluidos, elegantes y se entrelazan con la aventura abogando para que, como espectadores, hagamos nuestro propio esfuerzo para desenmarañar el conflicto.

Aunque se toma un tiempecito para involucrarse en su rol como es debido, John Hodiak cumple como el amnésico sabueso quien no se rinde ante los peligros que lo acechan. Y Nancy Guild, Richard Conte y Lloyd Nolan, le hacen una buena segunda en este filme que consolida la presencia en el séptimo arte de un director que se haría acreedor a merecidísimos laureles y por el cual siento una honda estima.

Y no olviden el consejo de los celebérrimos Mankiewicz-Confucio: “Si algo huele mal, límpiate bien la nariz, o mejor, hazte a nuevos amigos".
Luis Guillermo Cardona
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7
28 de julio de 2010
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras un fuerte torrencial, en un barrio de clase media se produjo una inundación de tales proporciones, que la corriente arrastró consigo a decenas de personas que ahora luchaban para no ahogarse. Un helicóptero llegó entonces con el propósito de rescatarlas y media docena de ellas se aferraron a una cuerda que colgaba de la nave. El piloto les gritó que la cuerda no soportaría tanto peso y que era necesario que, al menos una persona se soltase, si querían que los demás subieran.

Todos se miraron entre sí, como esperando que otro fuera el generoso... y nadie tomaba la iniciativa. La única mujer aferrada a la cuerda, una psicóloga, habló entonces con voz muy dulce, de esta manera: “Las mujeres estamos acostumbradas a dejar en segundo término nuestros intereses: Como hijas, nos sacrificamos por nuestros padres; como esposas, nos desvelamos para cuidar a nuestros maridos; como madres, nos quitamos la comida de la boca para dársela a nuestros hijos; como profesionales, muchos de nuestros logros se los atribuyen los hombres; y como mujer -concluyó levantando la mirada al cielo-, sacrificar nuestra vida por la de los demás lo vemos como un privilegio. Seré entonces yo quien me suelte”.

-¡No lo haga! –Exclamaron conmovidos los hombres e irrumpieron en aplausos… y claro, de inmediato todos cayeron al agua, mientras la psicóloga ascendió libremente hasta llegar al helicóptero.

Las mujeres, hay que tenerlo muy claro, pueden ser humildes, modestas y a ratos tontas, pero cuando de veras quieren salirse con la suya… ¡Cuidaos de sus argucias!, ¡No hay hombre que las supere!

“UN ESPÍRITU BURLÓN” nos ilustra a tres ejemplares femeninos de esta índole. La primera, Madame Arcati, es una alocada médium, ya entradita en años, pero quien conserva intacta la alegría por la vida y en pleno vuelo sus afanes de superación. Ruth, es la segunda esposa de Charles Condomine, una belleza clásica con muchas sospechas sobre la cordura de su marido. Y Elvira, es la ex que regresa del plano astral, con deseos y planes para recuperar lo que “es suyo”.

Ver en acción a estas tres damas, no deja muy bien parado nuestro “sexo fuerte” y, para colmo, el Rex Harrison que les pusieron de galán, no nos hace ¡pero para nada!, favor alguno. Los nubarrones que se van formando en el horizonte lo envuelven entre sus humos y todo resulta, con aroma a rosas, para beneplácito de las féminas.

Pese a su encanto visual, y a los aciertos de la trama, me parece no obstante, que la película pierde peso porque excasea la agudeza en los diálogos y le sobra aceleramiento en los mismos; son pocas las situaciones donde el ingenio brille con su presencia; y a las damas –y más aún al caballero- les faltó donaire para generar comicidad.

En definitiva, una entretenida comedia para un modesto disfrute.

Título para Latinoamérica “UN ESPECTRO TRAVIESO"
Luis Guillermo Cardona
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8
26 de mayo de 2010
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
John Ford fue un hombre impredecible. Se movió siempre en un estira y afloje que nos deja con cada película sin saber a qué atenernos. Ahora, quizás renovado por los cambios sociales que se venían dando en los años 50: descrédito y condena del tristísimo senador Joseph McCarthy, promotor de la “Caza de Brujas”; inconformidad de la raza negra por los absurdos atropellos sociales (una dama arrestada por no ceder, ella, el asiento a un blanco en un bus; servir de pies a los negros en los comedores…), y sobre todo, por la magna presencia de Martin Luther King promoviendo la civilización de la todavía primitiva raza blanca, Ford nos viene con un filme progresista donde, un sargento negro, es juzgado con cargos de violación y asesinato. Esto da pie a un interesante estudio del racismo del que Ford sale avante en una primera lectura.

Así, nos encontramos con aquellos personajes cuyo racismo es directo y apenas atado por la prudencia debida al recinto en que se encuentran: la Corte de los Cuarteles del Ejército del Sudeste. Éste lo representan: el fiscal Shattuck, tendencioso y oprobioso, y la señora Fosgate, esposa del coronel que dirige el proceso, y quien sirve de condenatoria testigo. El racismo indirecto lo representa la corte, la cual se sorprende con cualquier testimonio que favorezca a Rutledge, pues presiente como consabida la condena final de éste. Y el racismo latente o arraigado, lo develan su amigo y abogado defensor, Tom Cantrell, quien, a pesar de la gran admiración y aprecio que siente por el llamado Capitán Búfalo, le coloca sin reparo las esposas cuando siente que algún hecho lo condena. Y también carga con sus dudas, Mary Beecher, la bella rubia que ha podido comprobar, con su propia experiencia, la dignidad de Braxton Rutledge, pero, quien no puede evitar sentirse intimidada ante algunas actitudes de quien ha sentido como un amigo.

Hasta aquí todo brillante, elocuente. Una atinada fotografía y una satisfactoria construcción de escenarios complementan los hechos, y la película se mueve por un sendero humano y evolucionado que se ajusta con la nueva luz que la sociedad americana viene alcanzando en esta nueva década (1960).

Pero, John Ford, se sintió siempre más forzado que sincero a encomiar al ejército del norte, pues son muy evidentes sus simpatías con la causa de los sureños (véase “Misión de Audaces” donde desborda esta tendencia) y, también aquí suelta su puntillazo cuando, el asistente de Fosgate –un humorista, por demás, fuera de lugar-, le dice a éste durante el juicio y refiriéndose a un whisky: “Lo robé en Atlanta la noche que sus hombres arrasaron la población, incluido el convento”. Por lo demás, un filme sin duda, interesante y significativo.

Título para Latinoamérica: “EL CAPITÁN BÚFALO”.
Luis Guillermo Cardona
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9
4 de abril de 2010
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un día cualquiera te levantas deseando tener un montón de cosas. Sueñas con lujos... abundancia de todo... comidas suculentas en lujosos restaurantes... bellas y relucientes joyas... autos de lujo… ¡y por qué no, vivir en una mansión! Para lograrlo, cuentas con un cuerpo hermoso y con una voz agradable para cantar... ¡y ocurre que la vida te proporciona al hombre que puede brindarte cosas como las que tú deseas! … y, como tanto has ansiado tenerlas, no haces preguntas, pero, bien que sabes, que quien te las proporciona no actúa con dignidad, hace daño a mucha gente... y tampoco te trata como desearías que lo hiciera.

De pronto, te das cuenta que estás pagando un precio muy alto por lo que recibes… ¡nada, absolutamente nada de lo que dignifica la vida! Estás comprendiendo que las cosas valen muy poco si una mujer no se siente valorada, respetada y tratada con cariño. Te das cuenta que, de poco sirven los lujos si constantemente te ronda el miedo y la soledad... y comienzas a sentir con fuerza que, no obstante que ahora “lo tienes todo”, estarías dispuesta a dejarlo si encontraras a alguien que te amara de verdad.

Como tantas otras mujeres, esta es la experiencia por la que pasa, Xiao Jingbao (Gong Li, más fascinante que nunca), una chica que también alienta el sueño del amor, pero, que cae en la trampa del éxito material y termina en manos de una pandilla de gánsteres quienes le brindarán lo único que aprendieron a dar.

La historia es vista desde la perspectiva de un chico llamado, Shusheng Tang, quien ingresa a la pandilla como sirviente de la bella Xiao, inducido por un tío que espera sacarlo de la pobreza en la que hasta ahora ha vivido. Frecuentes, y muy bien logradas tomas subjetivas, nos ponen en momentos cruciales en el punto de vista del muchacho y con él asistimos al mundo cruel e insatisfactorio de los fuera de la ley.

El director, Zhang Yimou, se luce con una impecable fotografía, una preciosa y muy efectiva puesta en escena, y una cuidada banda sonora que incluye gratas canciones, entre las que sobresale, muy especialmente, la canción de cuna que interpretan a dúo Gong Li y la niña Yang Qianquan, quien consigue un emotivo rol como Ah Jiao, un ser que sensibilizará a la bella cantante y la hará sentir que la vida brinda cosas maravillosas... que algunos descubren demasiado tarde.

Una vez más, Yimou asume a la mujer como centro del universo... y es profunda su tristeza cuando recuerda cómo se pierden, tantos sueños y tantas esperanzas, por ceder a la ambición.

<<LA JOYA DE SHANGHAI>> es la clase de película que ninguna muchacha debería perderse.

Título para Latinoamérica: LA REINA DE SHANGAI
Luis Guillermo Cardona
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9
25 de enero de 2010
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Claro que hay grandes periodistas! Sin duda, entre la gente que ha escrito y aún escribe en los periódicos y revistas, habla en la radio… o se comunica a través de la internet, hay gente profesional, rigurosa, responsable, que conoce el oficio y lleva en la sangre la búsqueda de la verdad; y son ellos, los menos, los especiales, quienes sostienen la maltratada dignidad del periodismo, porque aquí, como en tantas otras profesiones, se mantienen empotrados los mediocres, los oportunistas, los ególatras, los vendidos... aquellos que atraen odio, hacia tan insigne profesión, cuando se valen de información tendenciosa y hasta de infames mentiras... y también cuando callan lo que debiera decirse; aquellos que deforman la verdad porque tienen el alma endosada a su mísero postor y aquellos que causan vergüenza porque solo hablan desde los labios, pero jamás desde el corazón.

Billy Wilder, sabe harto de periodismo y se duele como nosotros cuando ve, al cuarto poder, sirviendo como mercenario de los otros tres poderes o ejerciéndose en función del individualismo más enclenque. Ya nos había mostrado, lo que es capaz de hacer un reportero obtuso, en su brillante película, “Ace in the Hole”; y en 1974 -inconforme, de seguro, por la manera como se estaba informando sobre el caso Watergate; sobre el derrocamiento del presidente socialista, Salvador Allende, en Chile... o sobre los casi 20 mil asesinatos que hubo el año anterior en los EEUU, decidió realizar la tercera, de cuatro adaptaciones cinematográficas, que ha tenido la ya clásica obra teatral que, Ben Hecht y Charles MacArthur, escribieran y estrenaran en 1928.

Adaptada por él mismo, junto a I.A.L. Diamond, Wilder retoma los personajes como los pensaran sus autores, y queda decir que nos asegura un filme que impacta en todo el plexo solar, nos agita con fuerza y ternura el corazón; y deja claramente al desnudo la trapacería, el sensacionalismo y las infamias que pueden llegar a cometerse en aras de mezquinos intereses personales. ¡Periodismo y política agitando la bandera de la mentira para saciar su apetito de poder! ¡Noticia de cada día en pleno siglo XXI!

Como ya es habitual en sus obras más personales: Una impecable dirección de actores. Soberbios Lemmon, Matthau, Gardenia y Pendleton. Una cámara casi invisible, ubicada fundamentalmente en plano general o medio; una ambientación rigurosa y muy efectiva en el desplazamiento de los personajes; y ese toque mágico de los diálogos precisos, mordaces y de una fluidez excepcional que nos legaran Hecht-MacCarthur.

<<PRIMERA PLANA>>, nos deja muy, pero muy satisfechos. Duele la triste realidad que recrea por más que esté ambientada en el Chicago de los años veinte, pero, sus brillantes toques de comedia y ese descreste actoral de casi todos sus intérpretes, hace que pasemos una magnífica velada y que nos quede fijo en la memoria el gran talento que tuvo siempre, Billy Wilder.
Luis Guillermo Cardona
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