Por muy mala que sea una película de zombies, si es Milla Jovovich la que anda por medio haciendo posturitas y repartiendo estopa, siempre tendrá un pase por ahí, pero en esta pueril soplapollez en 3D, hasta de la Jovovich reniega uno; mala hasta decir basta, a no ser que contenga algún guiño para los conocedores del juego que la doten de algún tipo de interés que a mí se me escapa, o la presencia de los cantamañanas Ali Larter, y Wentworth Miller supongan algún atractivo para alguien, estamos ante una sucesión de malas e insufribles escenas de acción (tanto slow motion acaba haciéndote odiar el invento) salpicando una trama que parece escrita por un niño de 3 años, y lo que es peor, horrible en el tema zombie (el único que daba juego, 1 gigantón encapuchado que aguantaba todo lo que le echaran, se le cargan de mala manera sin más explicaciones).

Con esto de la adaptación de tebeos oldies, el conocedor de la historia adaptada que haya disfrutado con el personaje o personajes siempre la vera desde una perspectiva emocional a años luz del que como el que esto escribe desconoce el asunto. Vaya tal opinión personal por delante para situar mi reseña como procedente de uno de tales desconocedores (de René Goscinny solo conozco los brillantes y divertidos tebeos de Asterix y Obelix), ya que al contrario de la favorable impresión general con la que ha sido acogida por critica y publico estas andanzas del chavalín francés y entorno, yo tan solo he visto un blandito y muy francés film medianamente cómico sin ningún interés mas allá de volver a ver a 2 señoras como Valérie Lemercier y Anemone, descubrir a una deliciosa Sandrine Kiberlain en el papel de maestra, y desde luego menos resultona y divertida que la patria "Manolito Gafotas" (no sé si el personaje de Elvira Lindo superaba o era una explotation del chaval francés aquí tratado, pero desde luego la película de Miguel Albadelejo me divirtió y entretuvo bastante más que esta).

Un virus surgido repentinamente que se propaga mediante mordiscos de infectados y heridas sangrantes, un edificio berlinés con un patio - a modo de corrala - al que dan los diferentes balcones y los vecinos respectivos que van quedando vivos. Tras la presentación del pavisoso personaje central, vecinos y gente que se encuentra de paso, y unos zombies haciendo lo suyo de forma pasable para una producción semi-amateur en cuanto a maquillaje, edición y aspectos técnicos. Es más que evidente que estamos ante una producción alemana de zombies de ínfimo presupuesto (los antecedentes con la muy mala y también alemana, "Virus undead 2008" no auguran nada bueno), de las que a falta de lustre monetario, si tenemos suerte quizá encontremos algo original en cuanto al tema de origen y circunstancias del virus, o bien en cuanto a enjundia dramática de los personajes (con la presentación ya sabemos hasta dónde puede llegar el gore a mostrar).

Pues bien, alguna cosa interesante contiene (principalmente los escasos 59 minutos de duración), y si desde el momento que aparece explicado en los medios como singularidad del virus, que lo que le hace infectar a los mordidos es la adrenalina segregada, y que manteniendo la calma el cuerpo perjudicado libera unos anticuerpos que te dejan nuevo, y tan supuestamente original y resultona premisa , no choque de forma brutal con la reflexión que supongo se hará el espectador: "Ok, conservar la calma si me muerden, pero ¿cómo se conjuga eso si el mordisco te ha seccionado la yugular y/o te han escarbado las entrañas?", quizás hubiera estado uno más indulgente con las 4 mal contadas situaciones dramáticas y ataques zombies, y hasta podría haber apreciado como hallazgo el novedoso método para abrirse camino entre las hordas sin ser mordido, y la ausencia de armas de fuego entre los atacados (aunque no se crean que las soluciones improvisadas son como para tirar cohetes), pero entre esto y el ridículo enfoque amoroso/poético con el que pretende conmover a almas sensibles, se queda en otra más de esas producciones zombies sin fuste alguno.

Arlen Faber (Jeff Daniel), receloso y malhumorado escritor superventas de un único libro de esos de autoayuda, “Dios y yo” (parece ser que la legión de lectores que asicoba realmente creen o quieren creer que Dios estuvo por medio) que lleva 20 años escondiendo su cara al gran público (ya saben, Salinger y Pynchon), lleva 5 años viviendo solo desde la muerte de su padre en una gran piso y coincidiendo con el 20 aniversario de la publicación del artefacto (me resisto a llamar libro a esa clase de gilipolleces) es acosado por su editora (Nora Dunn) para que salga de la cueva y colabore en los fastos.
Elizabeth (Lauren Graham), madre de un niño al que cuida (sobreprotege) sola desde hace 3 años en el que el padre salía un momento a por tabaco (o algo así), no sale ni tiene pensado salir con nadie, que abre una consulta de quiropráctica que lleva ayudada por la dulce Anne (Olivia Thirlby).
Kris Lucas (Lou Taylor Pucci), dueño de una pequeña librería de “nuevos y usados” que sale tras 27 días de estancia en un programa de rehabilitación de alcohólicos, con el padre borracho en casa y lleno de inseguridades.
Con estos mimbres el debutante John Hindman (guion y dirección) nos brinda una entretenida comedia dramática sobre fondo romántico con inequívoco aroma indie (nominado al gran premio del jurado en Sundance 2008) narrada en tono pausado y amable que utiliza como eje el exitoso boom de los escritos de la temática que te dije (sin hacer sangre ni ensalzarlos) para hacer interactuar a los personajes y que pese a las filias y fobias que pueda despertar el desarrollo de la trama (militantes y escépticos) cualquier espectador al que le puedan llegar a gustar una trama relajada, divertida (seguramente emotiva para el que le toque la fibra) y bien contada pasara un ratillo entretenido.
Además, para impenitentes amantes del cine de terror y curiosones varios, al final de los títulos de crédito, justo antes de los de las canciones (por cierto, Ella Fitgerald entre otros temas de jazz) nos regala un detallado catalogo de las figuritas originales de prácticamente todos los iconos de terror que en el cine han sido (los podemos ver en la colección de la que presume Arlen cuando lleva por primera vez a Elizabeth a su piso) pudiendo leer las compañías que han cedido los derechos de imagen y a las personas físicas o entidades que han prestado los muñecos para la ocasión (me llamo la atención que uno de esos nombres sea John Landis y ya que ninguno de los muñecos pertenece a películas suyas, deduzco que este hombre debe coleccionarlas como hobby, o no, vaya usted a saber).

Un policía de la localidad turística de Stone Cove, en la que desaparecieron 14 adolescentes hace 10 años, que vive con su mujer y una hija adolescente y sobre cuya familia planea la tristeza y una cierta tensión a consecuencia de la falta de un hijo que fue secuestrado por un extraño en su casa, prácticamente en sus narices, y que cierra la lista de los anteriormente citados desaparecidos, durante un turno de guardia en la comisaria establece una breve conversación con un siniestro detenido que dice llamarse Ronald Perkins.
El policía, publica, perenne y manifiestamente atormentado por la desaparición de su hijo, se fija en un detalle del físico del detenido, que sumado a fragmentos de la conversación, le hacen sospechar que puede tratarse del responsable de las desapariciones.
Todo esto a modo de presentación durante los primeros 15 min, a partir de aquí tenemos una buena y original película de terror, en base a contar con un muy imaginativo e incisivo guion, en el que se mezcla a un psicópata que haría buena migas con Hannibal Lecter y/o el psicópata de Seven (David Fincher) con una poderosa vuelta de tuerca a las tristemente en boga casos reales de niños encerrados de forma infrahumana por descerebrados psicópatas, las consecuencias psíquicas y físicas en la que se hallan las victimas cuando son liberadas y su reacción al abandonar la esclavitud.
Súmese a lo anterior una banda sonora apropiada, que acentúa de forma adecuada las escenas, sin estridencias ni concesiones, un digno trabajo del desconocido elenco actoral (al menos para mí), el gore justo y necesario (no está enfocada como película gore, a pesar de lo cual haberlo, haylo), una dirección (que pasa de sobria y pausada a acelerada y poderosa según la trama lo vaya pidiendo), sumamente efectiva y lo que nos da como resultado es una de las mejores y más absorbentes películas de terror del año y otro acierto (junto a Dying Breed y Froom Within, de las que llevo vistas) en el haber de los programadores del After Dark Horrorfest III (8 producciones independientes de terror escogidas al año para su lanzamiento en DVD con ese sello).
Recomendable.