Divertida aventura en la que el malvado Fantomas vuelve a encontrar su talón de Aquiles en la figura del comisario Juve.
La película está planteada con sencillez pero con un notable sentido cómico que ofrece intriga, dinamismo y una acción trepidante que entretiene al espectador porque encuentra en la pantalla lo que ha ido a buscar.
El guión adopta la fisonomía de una distraída parodia y el director A. Hunebelle acepta el reto de esta tercera entrega.
La interpretación de L. de Funès, ajustada a su registro habitual, contribuye a acentuar el humor propio de la sátira.
En definitiva, comedia disparatada para pasar un buen rato jugando a dejarse seducir.

Comedia de corte suave para que D. Bogarde, que ya gozaba de notable reputación en el ámbito del estrellato, pudiera lucirse una vez más en la pantalla.
Una sucesión de gags sencillos y de escenas que buscan la sonrisa fácil van llenando un celuloide que sólo aspira a ofrecer una discreta distracción sin otros objetivos artísticos o conceptuales.
Tampoco cuando, a mitad de metraje, aparece B. Bardot varían las circunstancias generales de la proyección.
Testimonio para valorar una época en que la carrera de la actriz francesa todavía se hallaba ciernes.

Divertida comedia musical que mantiene un aire fresco, moderno e intemporal después de casi setenta años desde su estreno.
Dinamismo y soltura, capacidad de fabulación, excelente factura cinematográfica y unos diálogos ingeniosos aseguran la sonrisa en los labios del espectador.
Ofrece algunas coreografías realmente impresionantes, todas muy bellas y también deliciosas piezas musicales.
Además las letras de las canciones están dobladas al español lo cual representa un aliciente adicional.
El elenco raya a gran altura bajo la acertada dirección de G. Sidney.

El planteamiento de la historia es dinámico, rotundo y directo para que el espectador, como en casi todos los episodios de Colombo, conozca las claves del misterio desde el comienzo de la película y, en todo caso, antes de que el famoso teniente comience su investigación.
La ambientación es magnífica, la interpretación de los protagonistas confiere verismo al relato y el ritmo ajusta su pauta al criterio de la intriga de forma que la tensión narrativa se convierte en la gran aliada de la acción.
P. Falk exhibe su habituales maneras y, a pesar de que son conocidas por el público, sus ademanes, sus actitudes y su talante continúan marcando una línea de actuación convincente, valiosa y efectiva porque trasmite a la pantalla un indudable sentido de naturalidad.

Si la fuerza del carácter puede llevarse a la pantalla como exponente distintivo, no cabe duda de que M. Félix es uno de sus arquetipos.
Su actitud personal y los requerimientos del personaje que interpreta se dan la mano y corroboran la tesis en esta película.
Y el argumento de M. Mihura brinda una excelente oportunidad para ello.
La fuerza de la historia resuena en la pantalla como un eco horrísono pero brillante que se viste de contundente cine negro.
La intriga se sirve en dosis ajustada, la tensión se adueña de la pantalla y el desarrollo de la película invita al disfrute, plano a plano, de todas sus escenas.