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España España · Barcelona
Críticas de reporter
Críticas 629
Críticas ordenadas por utilidad
8
6 de febrero de 2008
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de haberme sometido estos últimos días a un intensivo -y necesario!- maratón de Bill Plympton, dos conclusiones salen a la luz. La primera es que ‘Hair High’ es el trabajo más maduro (si es que realmente puede usarse este calificativo aquí) del autor. La segunda, es que hasta hace poco debía estar viviendo debajo de una gran piedra. Lo que sea con tal de justificar el hecho de que hasta ahora no hubiera descubierto a este genio de la animación.

Una cosa hay que entender en la filmografía de este ya veterano director, y es que es una persona que no entiende de puntos intermedios ni de ambigüedades. Todo en sus películas es exagerado, desproporcionado, extremo. Es asombroso como puede pasar de un diálogo ingenioso al humor más escatológico en cuestión de segundos. El deformado enfoque que ofrece de la realidad (su estilo a la hora de dibujar es inconfundible) ayuda a dar rienda suelta a su imaginación, que -en serio lo digo- resulta ser una de las más desbordantes que haya visto en mi vida. Denle a Plympton cualquier objeto o persona, y haciendo uso de su magia metamorfósica, empezará a sacar de la imagen inicial nuestras fantasías más alocadas y ocultas. En efecto, si aún había alguna duda, la animación de este cineasta sin igual, es extremadamente -nunca mejor dicho- adulta. Así que mojigatos y almas sensibles, abstenerse!

‘Hair High’ es todo esto. Además Plympton, consciente de los errores cometidos en su anterior y relativamente fallido experimento (‘Mutant Aliens’) evita regodearse demasiado en sus habituales excesos, lo que hace del producto final algo muy digerible (por raro que suene decirlo cuando se habla de una película de tan controvertido director). Pero lo que pone la guinda a este desternillante producto, es la honesta visión que tiene Plympton sobre el amor. El Burtoniano y genial desenlace, nos habla de su carácter atemporal y del hecho de que lo único claro sobre él es que es inclasificable. Es como la excepción que confirma la regla. Como una fuerza de la naturaleza, incontrolable y conciliadora que no tiene cabida en ningún extremo, simplemente está allí en medio. Ya lo dicen los protagonistas: “No es que estemos vivos o muertos. Estamos… enamorados”. No es de extrañar que Plympton entienda tan bien como funciona el amor. Al fin y al cabo éste es un sentimiento tan alocado como lo son todas sus películas.
reporter
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1
29 de julio de 2014
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo decía la presentación española de aquel mítico programa en el que un por aquel entonces desconocido Takeshi Kitano se partía el ojete, junto a sus maltratados esbirros, a costa de de los huesos crujidos y las articulaciones desgarradas de buena parte de la población japonesa: A los africanos les gustaba el humor negro; a los guardiaciviles les iba el verde... a los asiáticos, ni falta hace recordarlo, les tiraba más el humor amarillo. Elemental. La lista se podría alargar hasta el infinito y más allá, porque por mucho que a la globalización le cueste admitirlo, todavía le queda mucho trabajo por hacer. En otras palabras, y a pesar de los pocos gags universales (el tropiezo, el pedo y pocos más), la amplísima mayoría de chistes tienen un efecto limitado al de las fronteras que los han visto nacer. O sea, los franceses (sobre todo los franceses) siguen teniendo su propio humor, y los británicos, y los islandeses, y los españoles, por supuesto. Lo de los suecos, por lo que se va a ver, obedece a la norma general de divergencia, pero desde un nivel mucho más extraño, inclasificable, incomprensible... ¿sueco?

Una prueba de ello la encontramos en una de las últimas ediciones de los Premios Guldbagge, que para entendernos, son su equivalente a los prestigiosísimos Goya. A diferencia de los nuestros, ahí la voz no está monopolizada por los académicos (que sin lugar a dudas saben mucho más de cine que el resto de mortales), sino que está compartida por el Gran Público, que no sabe tanto, pero al fin y al cabo es el que pasa por taquilla (¿verdad?) y ya sólo por esto debe respetársele. En éstas que el año pasado, los organizadores de los Guldbagge preguntaron a los suecos y suecas qué película de aquella temporada había sido su favorita. Los encuestados, en su infinita sabiduría, se decidieron, por el siempre incuestionable recuento de mayorías, por el por aquel entonces último trabajo de Hannes Holm, adaptación de un libro de Anders Jacobsson, sobre las trifulcas vividas en el extranjero por parte de una familia, sueca, sueca, durante unas vacaciones de verano.

Está claro que en esta gran (por el tamaño, no por otra cosa) ecuación, el factor ''humor'' juega un papel fundamental. Para ser más exactos, es la incógnita principal, con lo que, ay madre, se desconoce su valor final. Para entendernos, 'Los Andersson en Grecia' se presenta como la comedia que supuestamente es. Lo que pretende es hacer reír al respetable, y lo que hizo éste último (el sueco, entiéndase) fue entregarle el Premio del Público a la Mejor Película. Volvemos a la pregunta del millón. ¿El humor de la propuesta fue realmente captado, o se trató de un -colosal- caso de cachondeo socarrón colectivo? Recuerden el programa aquel de 'Slumdog Millionaire', en el que el comodín del público podía dar como ganadora absoluta la respuesta más absurda (a la pregunta más absurda, cabe añadir), sólo ''por ver si colaba'' y, en caso afirmativo, ''echarse unas buenas risas''. Como cuando se preguntó ''¿Qué es Paz Padilla?'' y salió, por más de un 95%, la opción de ''Un morlock.'' (Risas por lo bajini). Somos unos miserables, sí.

Entonces, mis queridos y queridas suec@s, ''¿Qué película de toda nuestra producción les ha gustado más en lo que va de año?'' ''¡La C! ¡La C! La de los patanes en el país arruinado aquel, ¡'Los Andersson en Grecia'! ¡Ya verás, ya!'' Es un escenario más que plausible... más que nada porque es el único que obedece a una explicación mínimamente racional (dentro de la nebulosa de irracionalidad que suele guiar la mayoría de nuestras decisiones). No olvidar: somos unos miserables (españoles, franceses, islandeses y sí, suecos también), mucho más a la hora de votar amparados por el anonimato, fíjense sino en las nuevas Maravilla del Mundo, en los jugadores que van al All-Star Game de la NBA, o directamente en la práctica totalidad de políticos que se inflan a nuestra costa. La filosofía de vida es, por supuesto, pésima, porque ni todas las risas del mundo compensan el verse en la -puta- calle y comprobar cómo el payaso aquel que debería haber hecho algo al respecto, es el que ahora se ríe, a carcajada limpia, de nosotros. En - fin...

... volviendo a la cruda realidad, las risas se apagaron de sopetón cuando el proyector se encendió y aquella comedia con la corona del Premio del Público empezó a rodar. En aquel pase de prensa de Barcelona éramos, por cierto, cuatro. No ''cuatro gatos'', sino cuatro en su literalidad más hiriente. En defensa de un sector que a cada día que pasa la merece menos, decir que aquella era la segunda proyección para la crítica especializada, que en la primera la asistencia había sido un pelín mayor, y que alguno de los supervivientes de aquel suceso se había tomado la molestia de esperarnos a nosotros, los ''cuatro gatos'', para advertirnos de que aquello que estábamos a punto de presenciar no era una película, sino una invitación al matadero: ''Os lo digo, ¡no entréis! ¡La vimos la semana pasa y no vale nada! ¡Nada! ¡Es humor sueco! ¡Humor sueco!'' Y como sucedió muchas veces antes en la historia de la humanidad (y seguro volverá a suceder), los cuatro nos reímos (porque la escena del profeta predicando en el desierto era ciertamente para mearse), hasta que la sonrisa se transformó en atisbo de desconcierto, para poco después mutar en mueca de puro terror.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
reporter
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4
21 de junio de 2008
30 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al bueno de Peter le acaba de deja su novia Sarah tras cinco felices años de intensa relación. Con el corazón roto, decide pasar una breve temporada en una paradisíaca isla hawaiana para tratar de olvidar su profundo insufrible dolor. Pero cual será la sorpresa cuando justo al llegar a su hotel, descubra que allí está hospedad también su ex-novia… con su actual pareja sentimental: Aldous, un arrebatador y popular cantante de rock británico.

Hay dos conclusiones que quedan después de visionar ‘Paso de ti’. La primera, es la confirmación de que Judd Apatow está -muy- de moda en Hollywood. Lo sé, en esta ocasión ni dirige, ni ejerce de guionista, pero su influencia como productor se deja notar. Ya sea con la aparición de ciertos secundarios de lujo (de lo mejorcito del filme), ya sea con sutiles guiños a anteriores obras suyas, se ve con meridiana claridad la sombra del supuesto nuevo genio de la comedia americana.

Y admitámoslo, esto es algo bueno. Apatow ha insuflado en la comedia juvenil un más que necesario soplo de aire fresco con la consolidación de las películas románticas hechas por y -sobretodo- para chicos. La combinación del espíritu pueril gamberrete combinado con inusuales pero afortunados toques de ternura es ciertamente una fórmula ganadora que mantiene contentos no sólo al público sino también a la crítica. La pregunta que hay que hacerse aquí es si Apatow, desde su privilegiada posición, ha sido capaz de hacerse notar.

La sensación es -como indica la horrible traducción del título original- que en realidad ha “pasado” de todo un poco. Claro, en este caso toda la responsabilidad ha caído sobra otra persona, el voluntarioso Jason Segel, que como actor se desenvuelve con mucha más facilidad que como guionista. A medida que transcurren los minutos, uno no puede sacarse de encima la sensación de que la historia no es más que una vana ilusión formada a base de la unión de varios momentos o chistes graciosos.

Seguro que hubiera sido una destacable recopilación de gags, pero de ahí a intentar sacar un conjunto sólido de casi dos horas de duración hay un buen trecho. ‘Paso de ti’ acaba convirtiéndose en un cansino déjà vu, quedándose muy lejos del nivel que cabía esperar después de ver ‘Virgen a los 40’, por ejemplo. Una deambulación que al único sitio donde va a parar es a la siempre amenazante trampa de los tópicos del género (en este sentido, la película es un auténtico manual).

Ah, casi se me olvidaba. Muy a mi pesar la segunda conclusión que se extrae de la experiencia es una que -una vez más- cuando en el cartel se lee “de los guionistas…” ; “de los productores…” y sobretodo “de los mismos que…”, lo más sensato que podemos hacer por nuestro propio bien es bajar inmediata y drásticamente el nivel de exigencia.
reporter
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3
17 de noviembre de 2009
22 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ahora que en Estados Unidos se están cumpliendo los cinco años de emisión -y todo apunta a que serán más- de “Anatomía de Grey”, cuesta imaginarse que en su día fuera una serie cuya segunda temporada pasara a emitirse casi por gracia divina. No convencieron demasiado aquellos primeros episodios en los que cinco jóvenes recién licenciados en medicina empezaban su dura puesta a punto en el hospital más prestigioso de Seattle. Cuando el sonido de las alarmas de cancelación era ensordecedor, apareció el divino “factor Super Bowl” para salvar al barco -o ferry- del hundimiento. Cuando debido al acontecimiento deportivo del año, los ojos de toda la nación yankee estaban aún fijados en el televisor, la ABC hizo su última apuesta por la serie de los doctores enamoradizos y la jugada le salió redonda.

¿Suerte? Tal vez, pero dicho milagro coincidió casualmente en el momento en que la serie encontró definitivamente su personalidad: la enésima potencia del pop actual más mundano. Por localización, por contenido y sobre todo por forma, el debut cinematográfico de Brandon Camp huele a “Anatomía de Grey” por los cuatro costados. Estamos de nuevo en la lluviosa Seattle, las calles están inundadas por la música “alternativa” más comercial -valga la redundancia-, el narrador nos ayuda a comprender la supuesta complejidad de la trama y en cada esquina hay gente guapísima que, bajo su endeble fachada escéptica, buscan desesperadamente encontrar el amor. A quien no le guste la fórmula se preguntará por qué en algunas sesiones no venden junto a las palomitas botellitas de cloroformo. Quien sea más afín, se preguntará por qué junto a los mencionados frasquitos, no cabría la posibilidad de adquirir cloroformo light, por si el abuso de sustancias sedantes engorda, que nunca se sabe.

Como antiguo y desde hace tiempo retirado seguidor de la serie mencionada -todos tenemos pecados inconfesables-, me limitaré a decir que ‘Love Happens’ no cuela. Porque en un día bueno, mi cerebro puede aguantar con mucha dignidad cuarenta minutos de hormonada y bien empaquetada nada... pero más de hora y media se antoja como algo insufrible. Así son las aventurillas de este mesías de pacotilla. Olvídense del Tom Cruise de ‘Magnolia’, Burke Ryan hace ver que está deprimido y que es mala persona, pero en verdad es un trozo de pan, un sol... un ñoño sin ningún tipo de atractivo. Y más difícil es ganarse nuestra simpatía cuando Jennifer Aniston se presenta como su pareja de baile. Quince años después, la ex de Brad Pitt sigue siendo Rachel Green, sólo que ha perdido completamente la gracia, y sospecho que buena parte de la culpa la tiene el que sus chistes ya no vengan seguidos por risas enlatadas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
reporter
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4
13 de enero de 2010
18 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para ubicarnos: ¿se acuerdan de la claustrofóbica aventura de Jodie Foster en la que buscaba sin cesar a su hija desaparecida en un avión? Pues lo mismo pero con un ferry. Eso sí, a partir del punto de partida, se separan los caminos. Aunque también es cierto que ambos trabajos cuentan con la desaparición repentina (y por el lugar en que se produce, rozando lo inexplicable) de un familiar desvalido como elemento dramático que da el pistoletazo de salida para plasmar de forma angustiosa la soledad de una madre ante una entorno hostil y en el que no puede fiarse de nadie. El principal atractivo -por rescatar alguno- de ‘Plan de vuelo: desaparecida’ era que toda la acción se situaba en un avión que estaba en pleno vuelo, jugando así el factor ambiental un papel clave en la historia.

Algo similar ocurre en ‘Hierro’, película en la que las localizaciones podrían llegar perfectamente a la categoría de “personaje”. Se cambia el avión por el ferry y los parajes isleños, bellos y amenazantes al mismo tiempo, y el desarrollo de la trama en la cinta española no es tan deudor del transcurrir del trayecto, ya que se alarga en el tiempo y recurre además a la variedad de emplazamientos (aunque salta a la vista que guardan un sinfín de similitudes entre ellos), con la vista siempre fijada en retratar mejor el sufrimiento de María. Para ello es crucial la confirmación de que detrás del despampanante cuerpo de Elena Anaya se esconden buenas dotes interpretativas. A lo largo de la hora y media de metraje, la actriz palentina convence al saber tomarle bien el pulso a un personaje complejo, que se debate constantemente entre pasar página y seguir con la desesperada -y desesperanzadora- búsqueda de su hijo.

Sin ella, el filme no habría podido entregarse con tanta claridad a los cánones del thriller psicológico. En una entrevista, el director Gabe Ibáñez comentaba que su ópera prima triunfaba en los festivales en los que era presentada porque no parecía una película española. Bastante razón tenía, ya que ‘Hierro’ tiene perfecta cabida dentro del cada vez más consolidado movimiento del cine de género español. Recientes referentes como ‘Celda 211’ de Daniel Monzón sirven para entender esos productos que “sólo” rinden fidelidad a los títulos clave de la clase a la cual pertenecen, saltándose así los manuales de la industria, sin importar cuál sea su nacionalidad (lo que se traduce obviamente en la creación de películas que pueden ser entendidas más allá de las cada vez más obsoletas fronteras del país en que fueron concebidas).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
reporter
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