La cinta tiene esa pátina de película de domingo por la tarde y muchos clichés del género "genio extravagante que se enamora", pero resulta entretenida y las interpretaciones no defraudan del todo (tampoco aspiran a engañar a nadie).
Pena que el argumento se resuelva con un mucho de simpleza y no se haya optado por profundizar un poco más en las implicaciones, quizá un poco más dramáticas, que derivarían de una relación emocional con un personaje que porta unas capacidades tan controvertidas como singulares.

Pues sí, lo siento por los demás comentarios donde se enfatiza la originalidad del film y se desprecia su correlación con «Alien, el octavo pasajero». Su paralelismo con el trabajo de Ridley Scott es innegable, poca cosa de nuevo bajo el sol.

A favor:
Efectos especiales, fotografía, efectos sonoros, banda sonora, un ritmo de la acción envolvente en los momentos clave, buena recreación de las condiciones en el espacio y, en especial, del ambiente claustrofóbico en el que se mueven los protagonistas (la Estación Espacial Internacional).

En contra:
Un alienígena primario con una mala leche demasiado humana para ser creíble, personajes demasiado planos, guión demasiado previsible (precisamente por asemejarse tanto a Alien), sin restarle méritos a un final quizá más original (y sin duda abierto a otras secuelas).

Pero, en general, me reitero en la idea. La sensación que te queda tras el visionado de la película es la de haberte comido un caramelo que ya has probado en otras ocasiones, aunque con diferente envoltorio.

La inocencia de un niño, que se mantiene intacta pese al horror de la guerra, nos suena. El esfuerzo de unos padres abnegados, en este caso más la madre que el padre, para preservar dicha inocencia, también nos suena. Pese a todo, el film resulta original en su planteamiento y es capaz de arrancarnos alguna sonrisa y enternecernos con ese niño obligado a hacerse mayor antes de tiempo, acompañándolo en el proceso que lo conduce desde un pensamiento infantil (como lo es sin duda el nazismo), con su alterego Hitler poblando su imaginario y poniendo una nota de humor, a darse de bruces con la realidad de la vida, que también -o quizá, fundamentalmente- es amor. Todo ello contado en clave de cuento.

Desmerece algún diálogo ñoño, algunos detalles de los personajes que deberían explicarse mejor (ciertas relaciones entre ellos) y un mensaje que a lo mejor se desliza un poco más de lo necesario hacia lo comercial.

Pero, desde luego, se trata de una película muy recomendable.

El de Paul Giamatti, para quien el guión de esta película encaja como un guante, o viceversa.
Moderadamente emotiva, como el estoicismo de Marco Aurelio, cuya filosofía de vida inspira a su personaje principal, sencilla, sin demasiados alardes. Un tanto correcta, quizás, pudiendo ser ese su principal defecto.

Un drama agridulce íntimo y cálido con sus puntos de humor, que hacen que merezca la pena visionarla. En el sobreentendido de que sabemos a lo que vamos, que nadie espere una obra maestra. Lo digo porque la crítica «especializada» ya pone el film por los cuernos de la luna. La película es buena, un 7 es justo. Un Óscar a la interpretación de Paul Giamatti también lo sería. Pero paren de contar.

Las interpretaciones, la realización y la dirección están a un buen nivel. Cojea el guion. La acción está plagada de esas casualidades un tanto increíbles que sugieren haberse optado por el camino más fácil. Quizás porque el guion sea la de menos y lo que más apremiaba a la directora era el mensaje de la película, más que su coherencia y profundidad narrativa.
Por eso mismo, la historia resulta un poco forzada y hasta explícitamente ideológica. No querría que se me malinterpretara. No es una crítica en contra del feminismo ni mucho menos. Lo que afirmo es que el mensaje de un film debe ser su historia, y no al contrario.