La Vaca es una comedia sencilla, tan simple como su título, amena a la vez que emotiva y directa. Curioso es que a pesar de tratar un tema tan recurrido y sobado, la agricultura y la gente de campo con gags tan simples, La Vaca transporta un trasfondo de extraña actualidad mediática que se deja ver y escuchar con alguna carcajada irreprimible. La trama, hablamos de una vaca y su propietario recorriendo dos mil kilómetros atravesando el mar mediterráneo y Francia hasta París, sería de esperar lenta, pero se disimula muy bien en un viaje que refleja el ímpetu, las ganas, la ilusión, la dignidad y la perseverancia. Es un viaje divertido, un hombre que ama a su vaca, tanto o más que a la propia esposa, figuradamente claro está, en el que las cosas ocurren por la inercia, calzando gags algo forzados (como en la mayoría de las comedias) aunque resueltos con acierto. Los diálogos son hilarantes, ácidos y directos con intención a la yugular, lo mejor de la película. A medida que avanzamos, esa lentitud disimulada con eficaces cortes y cambios de escenario, resalta el efecto contradictorio de los dos mundos, una Argelia anquilosada en el Islam y sus cerradas costumbres y esa Francia solidaria que sigue en las redes y la televisión a la vaca, su dueño, el cuñado y un conde arruinado que dejará sus asuntos para ayudar a cumplir un sueño. Dentro de la temática casi nada nuevo luce bajo el sol, pero tiene su puntito de lucidez, rozando la ironía, la exaltación de la solidaridad, así como otros valores que nos hacen humanos y felices. Y esa es la razón principal que mueve la película, el reencuentro con la felicidad, ese estado espiritual tantas veces violado por los problemas redimensionados, las ansiedades o depresiones no resueltas, esas pequeñas injerencias de la infelicidad tan ajenas al cosmos sensorial de un hombre sencillo, un argelino propietario de una vaca destinada a concursar.

Película recomendable para los amargadillos sin razones...

Esta es otra película de mis preferidas, fantástica película en torno a los derechos y reivindicaciones de la mujer. Charlize Theron hace un papel que llega y transmite toda la profundidad de su lucha interna, el sufrimiento escondido, la valentía y el ímpetu por salir adelante en un entorno demasiado hostil, la mina, "redil exclusivo" para hombres. Pero esa es sólo una de sus luchas y no cuento más... Nada más empezar la película, las imágenes sobrevuelan las huellas del progreso con una música envolvente que augura buenos presagios, un drama intenso que no forcejea con el sentimentalismo fácil. Me fascina esta película por bastantes motivos, y uno de ellos es la sinceridad a la hora de desnudar a cada uno de los muchos intérpretes, bien definidos, personajes intensos que son la suma de pequeñas historias, miedos, mentiras ocultas, cobardías y demás opciones que obviamente no puedo desvelar.

Charlize Theron se desenvuelve con valor en la interpretación, una de las mejores que he visto, sin romper en ningún momento la armonía de su natural elegancia en espacios poco o nada femeninos. Eso es lo que pensé, no pega, Charlize Theron no cuadra aquí, pero a medida que avanza la trama, va ganando la partida progresivamente, con su poderosa lucha y su afán interpretativo. La historia es un hecho real , creo, y merece mucho la pena disfrutar de Charlize Theron, de Frances McDormand en su papel de sindicalista, de Sissy Spacek, la madre eterna y sabia, de Woody Harrelson, Sean Bean, de Richard Jenkins que hace de padre, demasiado duro, vencido y entre dos mundos. La película no tiene desperdicio y me atrevería a decir que debería ser de obligada visión en algunas instituciones por la lección de moral y la fuerza psicológica que esconde.

En realidad es una buena película y podría haber sido mejor, sin duda. Tratando el tema de la inmigración se puede pecar en lo reiterativo fácilmente y acabar en la mediocridad por defecto de lágrima y sentimientos inflados. Sin embargo, Chris Weitz huye de escenas cargadas de sufrimiento emocional, de la violencia corporal, y aunque se aferra a los clichés normales de una narración previsible, Weitz ahonda en los personajes sin forzar la esencia natural que ya los define, los expone paulatinamente y los engrandece con deslumbrantes planos de proximidad casi intimidatoria. Y ahí surge el inmediato "enganche" con el espectador, al menos en mi caso, por la autenticidad de las expresiones inundando la pantalla de manera natural y creíble. Chapeau!, por Demián Bichir, perfecto en el contenido y la "causa" que transmite, su lucha, la sencillez, los valores que representa y sus miedos a flor de piel. Frente a él su descendiente, desligado ya de la raíz esencial, el frío y distante José Julián, aún verde en tablas, representa la prolongación de los sueños y a su vez la huida en constante liza, luchar dignamente por el sueño americano o tomar el camino de las bandas.

Todos los esquemas de la trama, aunque algo fallida en la inventiva, consiguen la atención gracias a la fluidez de los acontecimientos, y gracias a las buenas interpretaciones que en algunos momentos atrapan sin abuso de la lágrima fácil.

Saludos.

De quién nos alegró las retinas con Gattaca y El Señor de la Guerra, no me esperaba menos. Tal vez el tiempo me de la razón, o eso espero.
Quizás pecaré por valorarla al alza, en mi humilde opinión, pero tan sólo por la "originalidad" y la profundidad ficticia del guión esta pieza ya merece mejor puntuación. Los intérpretes cumplen el cometido dentro de una trama frenética sin apenas espacios para gesticulaciones emocionales, las miradas expresivas que toda buena película debe exponer, sobretodo porque la idea principal es un reloj donde la vida pende de los segundos o del azar. De ahí mi alta puntuación, donde la interpretación está casi cancelada por las prisas de quién puede morir en pocos minutos, las escenas contienen una carga emocional que suple con creces esa "natural" merma interpretativa, como lo es el encuentro madre-hijo tras "perder" el autobús. O la partida de cartas, o los pulsos, o la filosofía de quién se cansó ya de vivir.
La película no tiene un segundo de aburrimiento, porque todo es "nuevo", atrayente, sorpresivo, e incluso tantea la idea revolucionaria, la libertad, el reparto de la riqueza medida en tiempo, todo aderezado con diálogos acertados, movimiento continuo y originalidad del entorno a raudales. Tan sólo la idea de poder vivir siglos en permanente juventud, vieja idea replanteada hasta la saciedad en infinidad de obras, haría flaquear el visionado, pero es la acción y todo el conjunto lleno de atractivas imágenes reinventadas lo que hace de esta película algo más que un mero entretenimiento.... El planteamiento en sí da para pensar, e imaginar, discernir, e incluso discrepar. Que no es poco.

De tanto en tanto se agradece una película independiente con temática pseudo-científica a la que se le implanta unas cuantas preguntas existenciales (las de toda la vida oigan) para rellenar un guión que persiga ser entretenido. Pues a pesar de todo me ha gustado el enfoque y el planteamiento.

Un ejemplo: ¿Creemos en la fuerza magnética de la Luna? ¿Y en las influencias directas de ésta sobre los seres vivos? Aquí ya tenemos otro tema, y disputas para un buen rato. Demuéstramelo, quiero verlo, ¿Que tendrá que ver la Luna en los partos de las mujeres? ¿Y en la mayor o menor actividad delictiva? ¿Es mejor el sexo en luna llena?... En fin, ni idea, pero tengo amistades que viven las noches de los hospitales atendiendo en las Urgencias y.... "algo se debe cocer sí" que sí, eso dicen, pero mejor van ustedes y se lo preguntan directamente, vale?

¿Existe la reencarnación? ¿Existe Dios? Alguien divino y grandioso, y enorme, descomunal, debió encender una cerilla equivalente en volumen, no? Cerilla como símil del Big-Bang es un poco irrisorio, pero quién sabe si por esa famosa ley del revoloteo de la mariposa un huracán obligó, a la humanidad, a fornicar por ausencia de energía eléctrica y peor aún, por no tener tele.

No es que yo, pobre mortal, ponga en duda a la ciencia, no, y la película tampoco se atreve, pero ahí está la trama de un drama que "profundiza" en cuestiones y grandes dudas sobre la creencia divina, el poder de lo desconocido, el azar, el sexo en un aseo público, etc, etc, con un elenco de actores trabajadores que aunque no son muy conocidos ponen todo su empeño para transmitir la esencia de tantas dudas.

Que la disfruten.