Ni los actores son tan buenos, ni la trama es tan ingeniosa, ni las localizaciones son excepcionales, ni los planos son cinematográficos, ni el tinto es de garrafa, ni la garrafa está llena de tinto. Conclusión, en este gran fiasco nada es lo que parece. Gutiérrez Caba debería seguir haciendo teatro, que ahí de casta le viene al galgo, Ángela Molina resulta tan blanda que da la impresión de poder quebrarse a cada vacilante paso que da, Armando del Río no hace mejor papel que en toda su errática y bodriosa carrera hasta el momento, Ana Risueño lo tiene todo menos el apellido, porque es otra sosa tan ñoña como la pseudo-actriz Paula Echevarría y el resto del elenco da más pena que risa. La colaboración de Luisa Martín resulta tan penosa como poco creíble y con menos proyección que el laboratorio de Dexter.

No digais que fué un sueño, decid que de mala vid, mal sarmiento.