Después de haber leído a varios usuarios, me entraron ganas de verla. Las críticas positivas y la duración (80 minutos), me llevaron a verla.
Y he de decir que es justo lo que buscaba. Hoy es dificil encontrar una película de terror entretenida y esta lo consigue. Primero, porque como he dicho ya, no es larga y segundo, porque no es pretenciosa. Eso hace que pases la peícula sin desconectar y con interés.
Creo que todos los personajes hacen un buen papel y el guión me parece original.
Como película de entretenimiento, la recomiendo claramente.

Me encanta el cine, el de aquí y el de fuera. No soy sospechoso de boicotear el cine patrio y ensalzar el extranjero. Pero con las comedias, especialmente de los últimos años, sí que tengo algo de prejuicios. Tengo la sensación de que se realizan cintas prefabricadas que no aportan nada y que ponen a ras de suelo el nivel de exigencia del espectador. Habrá quien diga, como he oído ya muchas veces, aquello de "salgo de currar 10 horas y no me apetece que me compliquen la cabeza, solo quiero reírme y no exprimirme los sesos, quiero lo fácil". Entendido. Pero esto es demasiado.
En un viaje en avión largo me la puse (creo que si no es en avión no la hubiese visto nunca). Lamentable, de verdad. Es una sucesión sketches a lo Gym Toni que, por lo general, son tan previsibles y poco graciosos que a veces molestan. Dani Rovira logró arrancarme un par de risas en alguna escena en la que hace muecas o payasea (como en sus monólogos, faceta en la que es de los mejores, eso sí), pero ya está. Clara Lago, a la que considero una buena actriz (véase "Al final del túnel"), horrorosa, Melody una broma (si tiene que salir en una película, es en esta, claramente), los padres otra,... María Valverde es la única que se salva de la quema, pero es que su personaje es tan plano e insustancial, que no da pa' más.
En fin, después de ver esta y hace unos meses la de Perdiendo el Norte, me reafirmo en mi concepción de la comedia española habitual.
Ojo, no generalizo, creo que se han hecho buenas comedias "modernas" en España (El día de la bestia, Torrente 1, Carmina y amén, Airbag, Días de fútbol, Crimen ferpecto, etc...).

He aquí un ejemplo de cine descarnado y realista, sin artificios. Yo, como cualquier amante del cine de acción y los thrillers, disfruto con las superproducciones bien hechas, con héroes y villanos, con el bueno y el malo, con su moraleja y su mensaje.
Esto es otra cosa. Bendita cosa. Aquí no te preparan con música de suspense antes de una escena violenta, aquí se sustituye la música inquietante por el ruido de un secador de manos de un baño público o por un tema melódico italiano de los 90 sonando en un radiocasete en medio de una merendola en un parque.
Esa calma tensa que fluye de la cotidianeidad de cada escena es lo que hace de esta una película especial. El submundo, la marginalidad y la delincuencia rezuman en cada fotograma.
Los actores son un lujo y una sorpresa, en parte por mi desconocimiento hacia ellos, y sobretodo por el realismo que trasmiten. He tenido que buscar en google al intérprete de Franco, el tipo que trabaja para la Camorra arrojando vertidos tóxicos en los desagües de Nápoles, porque desde la primera escena me ha parecido magistral. El actorazo en cuestión se llama Toni Servillo. Lo mismo los dos chavales que quieren ser mafiosos y van armando jaleo allá por donde pisan. Más de lo mismo para el angustiado Ciro (Gianfelice Imparato), el especialista contable que trabaja para la Camorra
Más de 2 horas de película que se disfrutan y te atrapan. Eso sí, no esperes nada que se asemeje a Hollywood o al cine negro europeo pretendidamente americano.

Recuerdo que cuando la vi en el cine, pasé por varios momentos a lo largo de la cinta. El primer tercio de la película lo viví con incertidumbre. Me parecía extraña, no llegaba a acomodarme en su estética ochentera, sus prolongados silencios y la impasibilidad de Ryan Gosling. No lograba involucrarme del todo.
Sin embargo, en el ecuador del film, todo gira, se acelera y se convierte en un thriller, todavía oscuro, pero con tensión, emoción y altas dosis de adrenalina. El final de la película sigue evolucionando en esa línea. Debo reconocer que me pilló por sorpresa la violencia tan explícita de la película y la agresividad de algunas escenas. Salí del cine satisfecho.
Meses después, decidí volver a verla y recuerdo que la disfruté como un enano. En esta segunda ocasión, y conociendo ya el desenlace de la historia, me sumergí en cada una de sus escenas y me pareció una película realmente hipnótica.
Muy recomendable.

Entre las críticas que había leído, lo mas extendido era la expresión "poco valorada" o "injustamente infravalorada". Eso y la fórmula Scorsese - De Niro hicieron que no dudase mucho a la hora de verla.
He de decir que coincido con aquellos que la tildan de sorprendente obra menor de Scorsese. Principalmente porque, y creo que no exagero, estamos ante un sublime Robert De Niro en su faceta más cómica. Ha recibido halagos y críticas en los últimos años por sus incursiones en el cine cómico (la saga "Los padres de ella", "Plan en las Vegas" o "Dirty grandpa"), pero tras ver El rey de la comedia, estamos ante un gran actor y gran cómico. Puede sonar excesivo, pero no conozco un papel tan arriesgado en otras de sus películas. Tal vez en algunas de sus últimas comedias chirría un poco su sobreactuación y gesticulaciones exageradas, pero en esta he encontrado a un cómico en toda regla.
Scorsese dirige la película con dinamismo, sin parones, ni trances innecesarios, a ritmo de thriller, un género que conoce como nadie. Juega con el tiempo, alternando el tiempo real, con escenas no sabemos si futuras o imaginadas por el protagonista, pero que en ningún momento sobran.
El personaje de Rupert Pupkin nos conmueve. A veces nos compadecemos de él, sentimos su incomprensión, otras veces nos sonroja y otras, simplemente, nos enternece en su faceta de niño mayor con un sueño inalcanzable. Las escenas de Pupkin en su habitación con los falsos escenarios y las siluetas de cartón de Liza Minelli y Jerry Langdon, mientras su madre le pega berridos desde arriba, son desternillantes. En ocasiones me recordó a esos desastrosos artistas de medio pelo de Broadway Danny Rose (Woody Allen 1984).
Mención especial para Jerry Lewis. A mi entender, borda el papel de mega estrella que no da dos pasos por la calle sin que le pare un fan, pero que en su privacidad es un tipo avinagrado, harto del acoso y de las consecuencias de la fama.
Gran película.