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Críticas de Vagabundoespiritual
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Críticas 82
Críticas ordenadas por utilidad
4
27 de septiembre de 2014
26 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Last Days on Mars es la enésima película ambientada en el plañera rojo y en ella se narran las últimas horas en Marte de una expedición conjunta, llamada Aurora, integrada por ocho astronautas al mencionado cuerpo celeste, para estudiarlo y recoger muestras que permitan un conocimiento más profundo del mismo. Después de seis meses de investigaciones y justo diecinueve horas antes de que se produzca el relevo del equipo, una de las parejas que está analizando muestras extraídas del subsuelo halla microorganismos en una de ellas. Sin mencionar nada al resto de los integrantes de la misión y mintiendo para poder salir de la base, se dirigen al lugar donde se encontraron dichos microorganismos para intentar conseguir más pruebas de su existencia. Una vez allí, el terreno colapsa a sus pies y uno de ellos es tragado por una enorme y oscura cavidad. El caos y la desesperación se apoderan del resto de la expedición que intenta rescatarlo y averiguar que está ocurriendo, pero ninguno imagina las terribles consecuencias del increíble descubrimiento marciano.

Rouri Richarson, que deslumbró con su cortometraje Blinky, realiza su debut en el largometraje con esta película de ciencia-ficción con elementos de suspense y terror. Si bien es cierto que las buenas maneras que mostraba en el mencionado corto se atisban, e incluso se superan en algunos instantes, sobre todo al principio del film, en líneas generales la realización de la película por parte de este cineasta irlandés se muestra convencional, sin personalidad propia y sin capacidad para generar la tensión que pide a gritos la historia.

Aunque el escaso presupuesto del film supongo que condiciona la realización del mismo, es evidente que nos encontramos con una serie b de las de toda la vida, algunos aspectos técnicos como la fotografía (fabulosa), la dirección artística y el vestuario salen muy bien parados si los comparamos con los de las aburridas, o directamente lamentables, Planeta Rojo de Anthony Hoffman y Misión a Marte de Brian De Palma, que tenían un presupuesto muchísimo más elevado que el de la película de Rouri y cuyos resultados aún eran mucho peores. Otro cantar son los efectos de maquillaje y algún efecto digital que andan bastante justos y nos evidencia el tipo de producto ante el que nos encontramos.

No obstante, el gran inconveniente de la película y que la lastra hasta el punto de convertirse en otra cinta más de marcianos, pese a lo sugerente del planteamiento, es el guión firmado por Clive Dawson, que adapta a la gran pantalla un relato corto del novelista Sydney J. Bound. El libreto nos ofrece un carrusel de personajes arquetípicos en situaciones predecibles y recurrentes, junto a alguna absurda o incoherente, que apenas nos brindan la más mínima pizca de originalidad o sobresalto. Es increíble cómo a partir del minuto 20 la película se convierte en una sucesión de situaciones que anticipamos mucho antes de que se produzcan sin un ínfimo margen al error. Incluso el final, que podría haber maquillado algo el conjunto, se muestra insustancial y apático.

Afortunadamente, la película cuenta con dos bazas que la libran de la quema más absoluta. La primera es un montaje ágil que hilvana de forma dinámica todas las acciones de la película haciendo que la hora y media que dura esta producción pase bastante rápida. La segunda es un reparto fantástico que, a pesar de no tener ninguna estrella rutilante, se muestra muy eficaz y solvente y consiguen que nos creamos a cada uno de los personajes en su lucha desesperada por la supervivencia. Entre los ocho actores que integran el reparto sobresalen: los siempre serios y enérgicos Liev Schreiber y Elias Koteas entre los hombres, y entre las féminas, la fascinante y sicalíptica (al menos para un servidor) Olivia Williams y una sorprendente Romola Garai.

En resumen, aunque la película posee un prólogo estupendo (por un sólo instante la combinación de imágenes y música te remite a la grandiosa 2001: Odisea del Espacio del maestro Kubrick), un primer tramo inicial (el planteamiento) muy bueno y un ritmo que no deja que la somnolencia nos invada, lo cierto es que la función se hunde cuando las bacterias empiezan a provocar “marcianadas” en la tripulación y todo se transforma en un rutinario y sin brío viaje por lugares comunes mil veces transitados y mejor contados, que no sólo genera indiferencia sino lo que es aún peor, que el olvido nos invada una vez finaliza la proyección.
Vagabundoespiritual
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8
26 de septiembre de 2013
38 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
Upstream Color es el nuevo y segundo largometraje de Shame Carruth, que sorprendió a propios y extraños con su interesantísimo debut Primer (compleja y hermética incursión en la ciencia-ficción de los viajes en el tiempo). Esta nueva obra cinematográfica nos trae a un Carruth mucho más maduro y seguro desde el punto de vista artístico, pero igual o más cerebral, enigmático y poético que en su primer largometraje. Nuevamente el señor Carruth se encarga de casi todo en esta producción, escribe el guión, dirige la película, es autor de la fotografía y la banda sonara y se reserva uno de los papeles protagonistas de la historia.

Upstream Color es un martillazo impresionante en la mente del espectador, horas (incluso días) después de su visionado sigues reviviendo y analizando todo lo mostrado por esta obra perturbadora, hipnótica y poética, que sin duda es una de las grandes sorpresas a reivindicar de este año 2013. Es un film difícil y requiere prestar atención a todos los detalles, pero garantizo que su exhausta visión es un viaje alucinante y atractivo. Es una de esas cintas que amas o bien odias con todas tus fuerzas.

Técnicamente la película es prodigiosa. Tremendamente deudora en lo visual de El Árbol de la Vida de Terrence Malick, la cámara flota constantemente y pasa de primeros planos a planos medios al ritmo de un montaje elíptico que trasmite una dinámica e inercia sin fin, aunque en lo argumental no transite por los mismos parámetros que el film interpretado por Brad Pitt. Pero que nadie se equivoque, el señor Carruth no es un listillo que se dedica a copiar de otros, en absoluto. Se ha apoderado de algunos hallazgos visuales e ideas y las ha superado. ¡Esta es la película que le hubiera gustado realizar al señor Malick y no supo hacer! Además del asombroso uso de la fotografía e iluminación es extraordinario el buen hacer en el apartado sonoro, dado que la cinta contiene escasos diálogos son los sonidos que acompañan a las imágenes los que en ocasiones nos dan las claves o pistas para asimilar en plenitud lo narrado. En cuanto a las interpretaciones son solventes y correctas, aunque destaca por encima de todos una omnipresente Amy Seimetz que es capaz de transmitirnos la angustia, vacío y necesidad de respuestas de su personaje.

Algunos tildaran esta película de paja mental sin sentido, excesivamente cool y pretenciosa y otros serán capaces de hilvanar una historia arrebatadora sobre la esencia humana (en mi caso, he asistido a una alegoría brutal de la actual sociedad occidental). Si entras en el juego que plantea Carruth disfrutarás de un film brillante y transcendente (y por qué no decirlo, algo pedante), si no, tal vez te salgas indignado del cine al final de la proyección. Lo que tengo claro es que la industria aeronáutica ha perdido a un gran trabajador, pero el resto hemos ganado a un cineasta fantástico, con una mirada muy especial (única, me atrevería a decir) que puede convertirse en uno de los grandes referentes del cine del siglo XXI. Lo único que espero es que Shane Carruth no tarde otros nueve años en realizar su nueva obra (la cual ya espero con entusiasmo).

¿Qué se nos muestra? Observamos al inicio cómo un sujeto (que nunca se identifica y al cual denominaré “el jardinero”) coge unos pequeños gusanos que crecen en las raíces de unas exóticas orquídeas y de estos gusanos extrae una extraña sustancia que le permite adueñarse de la voluntad de aquellos que la injieren. Durante una fiesta “el jardinero” fuerza a Kris, protagonista femenina interpretada por Amy Seimetz, a tomar el brebaje enigmático y aprovecha el estado de sumisión en el que entra esta para desvalijarla. Una vez desposeída de todo lo que tiene la abandona. Cuando a Kris se le pasan los efectos de la sustancia, nota en su interior cómo crece y se mueve una larva, la cual intenta sacarse de dentro con un cuchillo de cocina, pero sólo se deshará de su intruso cuando acuda a la “llamada” de un misterioso personaje (al cual llamaré “el maestro compositor”) que le saca la larva de dentro y se la introduce a un cerdo, el cual lleva a una granja donde lo cuida junto a muchos otros (para apoderarse de la información que contienen). Finalizada la operación y recuperada, Kris, “el maestro compositor” la deja que prosiga con su ahora vacía vida. Kris conoce a Jeff (interpretado por Shane Carruth) durante su trayecto en tranvía al trabajo y entre ambos acaba surgiendo un vinculo emocional (¿realmente es fruto del azar su encuentro o es motivado por el acercamiento entre los cerdos de la graja a los cuales están ellos vinculados? Porque Jeff también ha pasado por experiencias traumáticas que le han dejado “marcado”). A partir de este instante Kris y Jeff experimentan constantes descubrimientos y cambios (debido a su “especial conexión”) que los conducen a la inexorable realidad de su existencia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vagabundoespiritual
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4
22 de julio de 2013
26 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con su anterior película, Nicolas Winding Refn, nos dejó abrumados ante uno de los más apasionantes, contundentes y viscerales ejercicios de cine negro visto en lustros (para un servidor, sin dudas, el Taxi Driver del siglo XXI). No esperaba por tanto que repitiera fórmula ni éxito (puesto que el listón estaba enormemente alto), pero desde luego no me esperaba lo que he visto. Aquellos que se enfrenten a Only God Forgives esperando un Drive potenciado y mejorado saldrán defraudados e indignados, mientras que aquellos que no esperen absolutamente nada, tal vez encuentren una rara avis. Porque desgraciadamente esta cinta es la nada, eso sí, una vacuidad maravillosamente fotografiada. Con una estética recargada y un ritmo moroso e hipnótico entre neones y ensoñaciones bizarras, se nos transporta a un Bangkok violento, sucio y sangriento donde discurre una historia de venganzas.

Dos hermanos Billy y Julian (interpretado el último por un híper hierático Ryan Goslin) regentan un gimnasio de muay thai (es decir, boxeo tailandés) que sirve de tapadera para su negocio de drogas. Una noche, el hermano mayor, Billy, acaba asesinando a una joven prostituta (una niña de 14 años). El jefe de policía Chang (Vithaya Pansringarm), que aplica métodos poco ortodoxos para impartir justicia, venga a la joven asesinada dejando que el padre de esta aplique la ley del talión. Cuando Crystal (fabulosa como siempre Kristin Scott Thomas), la madre de Billy y Julian, se entera de la muerte de su primogénito, se dirigirá a Bangkok y tratará por todos los medios que paguen con su vida aquellos que han tenido que ver con la muerte de Billy. Engendrándose una espiral de violencia y brutalidad sin límites.

Lo mencionado no es el argumento de la película, desgraciadamente es el guión entero, a excepción de los escasísimos diálogos (los cuales podrían omitirse y no afectarían al resultado final de la obra). Es una pena que un relato típico de género negro cuyo leitmotiv es la venganza y la familia (cómo en las grandes tragedias griegas) esté tan desaprovechado y se hayan centrado de forma minuciosa y magistral (al César lo que es del César) por la parte visual, olvidando el resto (es decir, la esencia).

Es innegable, pues ya lo había demostrado el señor Winding Refn en anteriores ocasiones (Valhalla Rising, Bronson o la sensacional Drive) que es un generador de iconografías impactantes y memorables, pero la poesía (visual o lírica) desprovista de fondo no conduce a ningún sitio. Además, los intentos de dotar a la cinta de cierta carga metafórica (para que cada uno interprete lo que quiera) lo único que consiguen es complicar aún más la vacuidad y demuestran que es tremendamente complejo realizar lo que hacen autores como David Lynch o Peter Greenaway. Al final sólo queda una sucesión de secuencias de una violencia atroz magistralmente rodadas (que se grabaran a fuego en la retina de los espectadores por mucho tiempo), potenciadas con una banda sonora de autentico lujo y la sensación que experimentas en muchos momentos es que el bueno de Winding Refn quiere emular a Wong Kar-Wai con una historia de género negro que no sabe cómo resolver.

Es imposible saber por qué los personajes se comportan como lo hacen, cuáles son sus motivaciones, ya que apenas se esbozan sus personalidades. Su pasado se nos escamotea y es difícil entrever las traumáticas experiencias que parecen arrastrar. Se nos priva de todo lo esencial de un relato, se nos priva del propio relato en pos de la estética, que una vez más se muestra incapaz por sí misma de mantener a flote una historia. De la actuación destacar el trabajo de todo el elenco que se deja llevar y confían plenamente en su director, a pesar de no saber este último donde se dirige, y nos brinda un cúmulo de inexpresividad, solemnidad, exotismo y alienación difícil de digerir.

Es una pena que no articulara el señor Winding Refn de forma coherente el relato, porque podríamos haber presenciado un espectáculo tan potente o más que el de Drive. ¿Por qué omitir el desarrollo de una historia donde tiene cabida la venta de drogas, la prostitución infantil, el incesto, la envidia, el deseo, la violencia y la venganza? ¿Por qué privarnos de una revisión híper violenta, sangrienta e insana del mito de Edipo? Yo no veo el motivo, salvo que es mucho más difícil dar vida a un papel en blanco que llenar un encuadre. Obviar la bizarra trama familiar repleta de taras y relaciones enfermizas que apenas se esboza es un pecado casi imperdonable, cómo imperdonable es no desarrollar el personaje del ángel vengador de Chang.

Sólo espero que esta película sea sólo un pequeño traspiés en la prometedora carrera del danés y que con el tiempo sea simplemente un error humano perdonable.
Vagabundoespiritual
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4
5 de octubre de 2013
21 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cada vez que veo esta película (y lo he hecho unas cuantas veces) me asombro, para bien, de lo cuidadoso y detallado de los (geométricos) decorados, la esplendida fotografía (deudora, sin duda, del expresionismo alemán), el esmero de Argento por planificar cada escena (sobre todo las muertes) y la asombrosa utilización del sonido y la banda sonora para generar inquietud (compuesta por la banda de rock progresivo italiana Goblin y que recuerda, al menos a mí, los sonidos extremos de los pre-industriales Einstürzende Neubauten) y la justa pero eficaz dosis de sangre. Todo ello dota al film de un ambiente malsano y claustrofóbico de primera.

Pero, al mismo tiempo, aún me asombro más (negativamente por desgracia) del poco cuidado que Dario Argento (el padre de la criatura) y Daria Nicolodi ponen en la elaboración del guión y la historia que quieren contar. Siendo esta una sucesión de secuencias incoherentes (las cuales me remiten a ensoñaciones de pesadilla), sin apenas nexo de unión, donde se echa mano (cual prestidigitador) de personajes construidos ad hoc para que la historia avance (atención a la irrupción “sin vaselina” del personaje interpretado por Udo Kier o la desaparición, nuevamente “sin vaselina” del interpretado por Miguel Bosé, cuando parecía que este último era importante en la trama) y con una resolución precipitada y excesivamente torpe. Ni tan siquiera fueron capaces de dotar a la historia de simbolismo metafórico para la libre interpretación.

Es cierto que la cinta no aburre (en sus casi 100 minutos) y te atrapa de forma hipnótica entre rojos, azules y amarillos resplandecientes y entre pasillos enigmáticos y personajes misteriosos al son de sonidos distorsionados y excesivamente elevados, pero lo que se cuenta carece de un hilo conductor, y dado que no podemos olvidar que una película es mucho más que una sucesión de imágenes (más o menos estéticas), no debemos ser indulgentes y tolerar la falta de esfuerzo por parte de sus creadores a que todo fluya con sensatez hacia un clímax final.

Por todo lo mencionado, esta famosa película (de culto para muchos aficionados desde el día de su estreno) me parece excesivamente sobrevalorada y con muchas más sombras que luces (o debería decir, colores llamativos).
Vagabundoespiritual
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8
21 de octubre de 2018
22 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
La mejor forma de describir The Night Come For Us es diciendo que al final de su visionado te quedas exhausto y dolorido.

La película de Timo Tjahjanto es una implacable retahíla de acción y violencia gráfica difícilmente superable. Es un espectáculo ultraviolento y sangriento no apto para estómagos sensibles, ya que al finalizarla acabas amoratado y salpicado de sangre.

Como en la mayoría de los casos de este tipo de cine, la línea argumental es un mero pretexto para desplegar toda una pirotecnia orgiástica de golpes, cuchilladas, desmembramientos, persecuciones, mansalva de tiros y cualquier despiporre sangriento que podamos imaginar en una serie de “set pieces” medianamente hilvanadas, y The Night Comes For Us no es una excepción.

La fina línea argumental se resume en una gran espiral de violencia cuando un sicario de una triada decide redimirse salvando a una niña de una masacre, lo cual desatará la ira de los miembros de su clan por la traición de no llevar a cabo la misión de matarlos a todos.

Lo verdaderamente importante no es que el argumento esté trillado o que no lo conozcamos de memoria, si no que el conjunto mantenga el ritmo, la tensión y la adrenalina sin decaer hasta el clímax final, y en ese sentido la película de Tjahjanto no defraudará. Además, está perfectamente realizada, con un nivel técnico asombroso (magnífica fotografía, montaje y apartado sonoro el que atesora esta cinta), que ya quisieran las producciones de acción de Hollywood acercarse a los niveles de furia y visceralidad que desprenden estas producciones indonesias.

Su gran hándicap, por ser exquisitos, el poco desarrollo de los personajes, sobre todo los femeninos. ¡Qué lástima que las asesinas Alma y Elena no estén mejor esbozadas y tengan más minutos, porque son un espectáculo imponente de magnetismo criminal!

En resumidas cuentas, un disfrute tremendamente satisfactorio (y doloroso) para los amantes de este tipo de propuestas de cine de acción salvaje y extenuante, que ya tenemos una de las cimas del género a la cual idolatrar. Va a resultar muy difícil superar esta intensa, dinámica y hemoglobínica propuesta.
Vagabundoespiritual
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