“El tío” es un ejercicio interesante y muy novedoso. Personajes haciendo de sí mismos, que Ignacio Santa Cruz efectivamente sea sobrino de Jaime Guzmán, actúe como tal es sin duda una idea muy llamativa.
Los problemas parten porque Ignacio Santa Cruz en sí mismo no es un personaje interesante, entonces su actuación de sí mismo (que suponemos que es buena, porque quién mejor para representar a Ignacio Santa Cruz que el mismo Ignacio Santa Cruz), no resulta interesante, porque el personaje en sí no resulta interesante.
Quiere hablar de su tío, es un hecho que está atormentado por él, pero resulta que nunca se entiende que quiere lograr, ¿hablar de él para qué?, nunca queda claro, porque es evidente que ni él lo tiene claro, es como que quisiera hacer ver que es su sobrino sólo para que le mundo sepa que es su sobrino. No sabe que pensar de su tío, casi como si no tuviese opinión sobre él.
El resto de las actuaciones son curiosas, porque los personajes en la obra son interesantes, con diálogos regulares para arriba (no logran entrar en profundidad el pensamiento de Guzmán, pero tampoco lo caricaturizan del todo), pero como si mismos son diálogos que rozan la ignorancia. Esta bien que cuando las escenas son los actores haciendo de si mismos en conversaciones cotidianas las conversaciones que se deben reflejar deben ser informales, pero la informalidad no necesariamente debe estar acompañada de la superficialidad. En todo caso eso es un fiel reflejo de la sociedad, que analiza más desde las caricaturas que desde una reflexión informada. Considero que Andrea Freund tiene el personaje mejor representado y más interesante del elenco.
Si bien, “El tío” resulta una película irregular, llena de deficiencias, yo recomiendo verla, como un ejercicio novedoso e interesante.

Sin duda la tématica daba para más.
Un asesino obsesivo en un contexto de un nuevo Chile emergente, más sofisticado y materialista, de apariencias y vacios (mostrar eso sin duda es una obseción del libretista, o sino no se explica algunas de las conversaciones de Quintana con Julían, y el "hippiesmo" del primero).
Pero los personajes no están bien desarrollados, no encantan ni desencantan, se quedan en menos de lo que esperamos.

Si bien como documental es irregular, da saltos demasiado bruscos de un sitial a otro (quizás porque el mismo personaje estudiado da demasiados saltos) y nunca define del todo como quiere abordar su foco de estudio, es muy interesante como ejercicio.

Hace una revisión, un poco condescendiente, de la figura de Jacques De Mahieu, que logra, en cierto modo, cautivarnos con su personaje (no porque le logremos admiración, sino porque nos despierta el interes). Si bien no me representa en nada la ideología de Jacques De Mahieu, me gusto saber más de él desde otra óptica y me conmovió ver un hijo tratando de revindicar a su padre con pasión inmensurable.

A partir del testimonio de su hijo, la película rastrea las huellas de Jacques De Mahieu, un personaje lleno de aristas, de múltiples intereses, bastante esotérico y por todo lo anterior bastante interesante de revisar e indagar, pese a las diferencias que se puedan tener con su pensamiento.

Yo lo recomiendo como un buen ejercicio de reflexión, para revisar un personaje, pero también para situarnos nosotros mismos frente a esas temáticas.

¿Donde está Elisa? es el mejor trabajo de Pablo Illanes. Sin ser brillante, es sin duda una buena telenovela. La mejor de la saga de telenovelas nocturnas de TVN del tipo no comedias (Alguién te mira, El señor de la Querencia y El laberinto de Alicia).

Ocupa la misma estrategía de las 3 de misterio (Alguién te mira, El laberinto de Alicia y ¿Donde está Elisa?), donde se cierran los posibles responsables rápidamente al circulo de protagonistas, la primera parte se trata de buscar al responsable, en la mitad se le devela al público el responsable y la segunda parte se trata de seguir al criminal hasta arrinconarlo.

¿Donde está Elisa? tiene puntos debiles, sin duda la actuación de Francisco Melo (Raimundo Dominguez) no da el ancho, siendo que es el personaje en el cual se sostiene la trama. El personaje de Álvaro Rudolphy (Comisario Rivas) no está bien desarrollado. El personaje de la Fiscal Catañeda es simplemente absurdo y hay otro grupo de personjes que son simplemente arroz graneado: el prefecto Salazar, Briceño y Pamela Portugal. No se profundiza en ellos, sólo se les da un rol, sin tener desarrollo de personaje, muy poco para una telenovela de más de 100 capitulos.

A eso sumenle elementos simplemente demás: los poderes paranormales de la menor de las niñas Domingues y su madre (ojala hubiesen buscado una forma más creible de cerrar el caso), la capacidad heroica de el Comisario Rivas (el personaje va desde un rotundo idiota fánatico cuando lo marginan del caso a un super heroe super poderoso para cerrar la telenovela, por qué no mejor sostenerlo en algo más consistente), incluso no era necesario su pasado traumatico, creo que está demás. Y bueno, para que hablar de los constantes arrebatos estupidos de Raimundo Dominguez (se supone que es un tipo inteligente, pero el 90% de la serie lo dejan como un real idiota, cuya prepotencia, más que prepotencia suena a estupidez). Las actuaciones de los niños no son malas, son horribles.

¿Lo destacable?: las historias se plantean desde el principio, no se van sucediendo historias de bajo del sombrero, sino que son las mismas historias (nudos dramaticos) que deben resolverse. Y se sustentan bien. Las actuaciones de los villanos Francisco Reyes y Paola Volpato, sostienen la telenovela. Sin ser brillantes, son muy rescatables, sobretodo pensando en el genero.

De un tiempo a esta parte se ha vuelto costumbre hacer historias conspirativas, realmente rebuscadas, donde siempre las cosas se tuercen en exceso, para llegar a lo mismo: una mega conspiración desde los espacios de poder.

Entonces, en vez de hacer series sencillas bien hechas, se ha llenado de series rebuscadas.

En vez de donde tratar de llamar la atención por su por su calidad; preocupación en los detalles, diálogos maravillosos, emocionar, personajes entrañables y actuaciones conmovedoras. En vez de llamar la atención por su calidad, se trata de atrapar con vuelcos y revuelcos, continuos giros y teorías conspirativas.

“Prófugos” es una más de esas series, cuyos diálogos son burdos (completamente vacíos, simplemente se limitan a describir la acción y se articulan en razón de los hechos), las acciones se van sucediendo aceleradamente, toneladas de muertos, cada muerte más cruda que la anterior y una mezcolanza de temas ridícula (ex agentes de la CNI, ex Frentistas, Narcos, homosexualidad, abusos sexuales, etc, un tuti fruti de temas carente de sentido, todos juntos). Y como la serie no se sostiene en si misma, hay que meterle mucha acción (como si fuesen efectos pirotécnicos que generan atención), porque no hay nada que la sustente, la historia y los personajes no dan el ancho.

Una serie pretenciosa, que pretendía ser algo grande, pero no sólo ni cerca, simplemente lo opuesto. Los personajes son absurdos, simplemente indignos. Las actuaciones dejan mucho que desear.

Lo único que vale la pena: la fotografía y los paisajes. Un desperdicio ante un guion tan burdo. No pierda su tiempo en una serie que simplemente no vale la pena.