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España España · Sevilla
Críticas de Lemmytico
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Críticas 91
Críticas ordenadas por utilidad
4
27 de junio de 2016
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
El éxito de un producto cultural se mide, en parte, por el impacto que produce en obras posteriores. Puede abrir nuevos caminos e inspirar formas innovadoras y mejoradas de producción cultural, o simplemente inspirar copias, clones e imitaciones más o menos afortunadas. Lógicamente, cuanto más de lo primero, más profunda será la huella que deja el producto cultural en cuestión, aunque inevitablemente algo de lo segundo se colará. Lo malo es que lo segundo empiece a predominar. Algo así es lo que creo que empieza a pasar con la cacareada "era dorada de la televisión", que empezó por la apuesta por productos arriesgados y diferentes, pero en la que cada vez abunda más la copia zafia.

Y eso es lo que es "Marseille". Como "House of Cards" es un retrato sobre el despiadado mundo político (y como "House of Cards" presenta la democracia como una mentira a gran escala). Como en "The Wire", "Gomorra" o "Broadwalk Empire" se muestran las relaciones entre la miseria de los bajos fondos, el crimen organizado y la corrupción en las altas esferas. Como en "Los Soprano" se pretenden mostrar las complejas relaciones entre los lazos familiares o fraternales y el interés puro. Como en "True Detective" hay mucho plano cenital. Y un reparto de campanillas y pasta invertida y escenas de sexo y violencia explícitos. Así que ea, lo mezclamos todo bien, agitamos et voilá, ya tenemos otra serie adulta y de calidad. O eso debieron de pensar los productores.

Pero me temo que no es así. Y no solo porque "Marseille" sea un esfuerzo demasiado descarado por calcar los elementos que han llevado a la gloria a algunas de las más destacadas series, sin comprender que aquellas son lo que son precisamente por tratar de ser honestas, originales y únicas. Ya "True Detective" me pareció demasiado calculada en ese sentido, pero al menos el resultado final fue brillante. No, el problema más gordo de "Marseille" no es sólo que sea una imitación formal, es que encima es mala, muy mala. La trama no hay por donde cogerla (un alcalde de derechas es un héroe por dar un pelotazo inmobiliario, no se lo pierdan) y los pretendidos giros sorpresa son vergonzosamente propios de un culebrón venezolano, el guión tiene agujeros gigantescos y avanza a trompicones, los personajes están pobremente desarrollados y resultan más contradictorios que grises, el ritmo es extraño y en general resulta todo aburrido y previsible, ni siquiera alcanza el rango de comedia involuntaria. Demonios, hasta las escenas de sexo me resultaron completamente innecesarias y bastante gratuitas.

Es una pena, porque Marsella -con su combinación de cosmopolitismo portuario, delincuencia de alto y bajo perfil y el glamour de la Costa Azul- es un escenario que daba para una historia muchísimo mejor. Y aunque siempre he defendido que el cine francés tiene más defectos de los que sus defensores están dispuestos a admitir, es innegable que constituye una de las grandes tradiciones cinematográficas del mundo. Es por eso que, aunque no he visto aún "Les Revenants", sigo pensando que todavía tienen que hacer su aportación a esta generación de ficción televisiva. No es desde luego "Marseille" el camino, más bien el ejemplo de lo que deberían evitar.
Lemmytico
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6
14 de septiembre de 2017
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sería exagerado decir que si "Stranger Things" es una oda al cine palomitero de los 80, "Easy" es un ejercicio de nostalgia de los 90, pero algo de eso hay. Me explico. Una de las tendencias narrativas que predominaron en la última década del siglo XX fue el slice of life de lo que entonces estaba de moda llamar "clases creativas" (ya sabéis, clases medias con estudios universitarios, oficios vinculados al cultureteo, urbanas, progres...), repleto de diálogos chispeantes, con más deudas al melodrama y la comedia romántica clásicos de lo que algunos admitirían y dosis variables de realismo mágico. Las primeras pelis de Kevin Smith, "Beautiful Girls", "Nottin Hill" en el extremo mainstream, las novelas de Nick Hornby, en el cómic "Strangers in Paradise" de Terry Moore o las cosas más realistas de Clowes, en la tele "Friends" y derivados... Ese rollo.

"Easy" es una antología de historias que rescatan y presentan como conservada en formol aquella movida tan cara a la generación X, que es sin duda el target de la serie (la ficción en tiempos del big data, qué le vamos a hacer). Cada capítulo es una historia autoconclusiva, salvo un poco los capítulos 3 y 8, pese a compartir actores (los protas de algunos capítulos son secundarios en otros) y, sobre todo, girar obsesivamente en torno a unos mismos temas, los propios de aquel entonces claro está: las relaciones de pareja en tiempos de amor líquido, la (supuesta) disyuntiva entre madurar y seguir siendo un viva la virgen (debemos ser la generación con más peter panes de la historia), el conflicto entre permanecer fiel a uno mismo o dejarse llevar por lo mainstream... Es tan descaradamente noventera que incluso se sitúa en la ciudad emblema de aquella década: Chicago, ejemplo de transición exitosa de centro industrial a urbe gentrificada y chic.

Es curioso que algunas de las mayores virtudes de "Easy" coincidan con algunos de sus peores defectos. Al ser una antología, la calidad de los episodios varía mucho (el de Marc Maron haciendo el papel que siempre hace, el mejor para mi gusto), pero tampoco te lastra una historia tanto como para no ver la siguiente. Son pocos capítulos y de corta duración, así que su visionado no te exige mucho, lo que es un punto a favor pero también dice mucho de su intrascendencia. Esta bien dirigida, con ritmo, una producción muy ajustada a lo que se quiere contar y algún que otro plano curiosete. El guion, eso sí, tira un mucho demasiado del manual, está lleno de topicazos y salidas fáciles. Otro punto a favor es el reparto, lleno de secundarios curtidos en mil batallas que aportan mucha solidez al invento. Salvo, curiosamente o no tanto sabiendo quienes son, los dos nombres más conocidos del cartel, Orlando Bloom y Emily Ratajkowski.

Y en resumen, ni una mala palabra, ni una buena acción. Si eres fan del rollo noventero que evoca, como es mi caso por motivos generacionales, dale una oportunidad, que se deja ver.

AÑADIDO UNA VEZ TERMINADA LA SERIE: Después de una segunda que fue, para bien o para mal, más de lo miso, "Easy" se despide con una tercera temporada notable, la más inteligente y entretenida de las tres diría yo. Da la sensación de que Swanberg quería dar un final digno a los personajes con los que ha estado dando forma a este fresco sobre la gente de Chicago en tiempos líquidos. Lo que antes se cocía más a fuego lento se acelera hasta la catarsis, lo que no tiene porqué significar que la serie se haga más explícita o evidente. En fin, al final voy a acabar echando de menos a estos personajes y a esta serie con tanto sabor a ese cine indie USA de los 90 que tanto nos marcó a algunos.
Lemmytico
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Garbo, el espía (El hombre que salvó el mundo)
Documental
España2009
7,0
1.995
Documental, Intervenciones de: Juan Pujol
5
7 de febrero de 2011
15 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues al contrario que las críticas precedentes, "Garbo, el espía" me ha decepcionado bastante.

La historia, desde luego, es apasionante. El personaje es increíble. Pero la forma de contarla me ha parecido bastante chapucera. El montaje es muy poco acertado, demasiado fragmentario, y no por el uso de varios narradores, cosa por cierto bastante habitual en los documentales. La selección de canciones para la banda sonora más que cuestionable. El ritmo un poco extraño. Y la superposición de imágenes de otras pelis y de dibus tampoco me ha parecido el mejor, en ocasiones restando más que sumando.

Por ejemplo, ¿presentar a los narradores a mitad de peli?, ¿por qué? Muy raro, la verdad.

Y si la veis, en original con subtítulos, porque el doblaje es lamentable.

No sé, creo que en manos de otro hubiera quedado muchísimo mejor.
Lemmytico
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10
25 de octubre de 2017
28 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dicen que a David Lynch o se le ama o se le odia. Lo que, en mi opinión, es tan falso como tantas otras opciones excluyentes. Al menos si amarle significa creer que todo lo que hace es estupendo y maravilloso o, por el contrario, una puñetera basura pretenciosa si le odias. David Lynch es un genio, uno de los directores más originales, con un estilo más personal y con más talento para plasmarlo de la historia del cine. Esto me parece objetivo e indiscutible. Su habilidad para subvertir los imaginarios dominantes, para perturbar e invertir géneros y estereotipos, para retorcer las convenciones narrativas (los ritmos, los tropos, las estructuras) y para hacerlo mezclando terror y drama con ligereza y humor, le sitúan entre los más destacados directores de todos los tiempos. Es además uno de los grandes paradigmas del director-autor: siempre ha ido por libre, ha hecho lo que le ha dado la gana, siempre ha apostado por el cine como arte. Esto a veces se ha traducido en obras maestras, en pelis de lo más interesante, en extraños experimentos que no sabes bien si te gustan o no (a mí me pasa con “Dune”: la he visto varias veces y nunca me termino de enterar de nada, y sin embargo siempre me engancha tanto que me quedo hasta el final) y algún que otro fracaso. Y no pasa nada por decirlo. De hecho, es lo lógico: cuando apuestas a veces ganas y a veces pierdes. Su legado es una carrera de fondo repleta de coherencia y riesgo, que está por encima de la suma de sus partes. No hace falta votar “Mulholland Drive” como mejor película del siglo XXI, que estoy bastante seguro que no es, para reivindicarle, porque Lynch está por encima de todo eso.

Y si esto que digo es cierto, creo que podemos afirmar que “Twin Peaks” es seguramente el mejor resumen de la carrera de su creador. Dista mucho de ser perfecta, e invito a todo el que no lo piense a que la recupere y lo compruebe. Pero es que no hace falta que lo sea. Era 1990, Lynch, junto al entonces guionista en alza Marc Frost, cogieron algunos de los elementos que más habían contribuido al rearme moral de la América feliz y triunfadora de los 80 (las pequeñas comunidades rurales, los adolescentes de instituto, los varoniles héroes de acción) y los violaron sin piedad, como siempre le gusta hacer a Lynch, como “Corazón Salvaje” con los años 50 o “Carretera Perdida” y “Mullholand Drive” con la supuesta ciudad de ensueño que es Los Ángeles. La serie partía de una premisa simple, de un mcguffin de manual. Pero aquello era mucho más que el típico whudunit rural. La búsqueda del asesino de Laura Palmer era una excusa para mostrarnos un mundo extraño y fascinante, lleno de personajes bizarros y simbología inquietante, que deconstruía el mito de la arcadia rural y los adolescentes bonachones a base de drogas, incesto, violaciones, sociedades secretas y magia negra. Bienvenidos a los 90, don’t worry be happy. Luego la cosa no salió tan bien como pintaba al principio, con enfrentamientos con la cadena, idas y venidas de Lynch y el desplome de audiencias. Y qué más da. El daño ya estaba hecho, la herida ya estaba abierta. “Twin Peaks” demostró que se podía hacer una televisión diferente, atrevida, vanguardista, más que el propio cine incluso. Y que había espectadores deseosos de consumirla. No fue la primera piedra para que la ficción televisiva alcanzara la madurez plena como género, porque ya había habido otras antes, pero sí un hito fundamental y un salto cuántico en ese camino.

Por eso, precisamente por todo eso que os cuento, tenía muchos reparos con el regreso de Twin Peaks, 25 años después. Sí, lo había prometido Laura Palmer en una de las últimas escenas oníricas de la serie original. Y qué. Seamos francos, la famosa edad de oro de la televisión está ya herida de muerte. El momento cumbre ya ha pasado, dominan los productos manufacturados (eso sí, con muchos más medios que antaño, que ese es un legado permanente de este cambio cultural), las grandes productoras han retomado el control y la revolución televisiva, como todas, va poco a poco mutando en un nuevo orden. Claro que sigue habiendo mucho bueno y en ocasiones muy bueno. Con tanta producción, con tantos recursos y con tanta gente buena trabajando es inevitable que salgan muchas de cal. Pero el carro ya no lo conducen los caballos de la creatividad y el riesgo, del todo es posible, sino los bueyes de los resultados, la planificación de parrillas y el big data. Por eso también tanto revival, tanta adaptación, tanta precuela, spin off y universo expandido. En este contexto, ¿cómo no sospechar que incluso el viejo Lynch había sucumbido a la tentación de la nostalgia fácil? Al fin y al cabo, tampoco está en el momento de mayor popularidad de su carrera. ¿Se había vendido por fin Lynch al sistema?

Craso error por mi parte. Con una trayectoria como la de Lynch, ¿cómo he podido pensar que había agachado la cerviz? No ha sido justo por mi parte, y por eso me disculpo sinceramente con usted, señor Lynch. La tercera de Twin Peaks es lo más alejado al fan service que uno pueda imaginarse. Es todo lo contrario: una explosión incontrolada, una liberación de las cadenas de lo convencional, la redención definitiva de una serie que nació para cambiar las cosas y solo a medias le dejaron hacerlo. O para resumirlo en una imagen grosera: una patada en los huevos de la Era Dorada de la Televisión. La ficción televisiva se estaba hundiendo poco a poco en el pantano de la mediocridad, pero Lynch ha llegado y ha dicho: yo fui el primero, y sigo estando mucho más allá. No os lo merecéis, pero os voy a rescatar de esta gris marea de estrenos. Os voy a sacudir, os voy a perturbar, voy a violar a vuestros fetiches y convenciones y os obligaré a mirar. Y acabaréis riéndoos y dándome las gracias. Vaya que sí.

Sigo en spoilers por falta de espacio (pero no hay spoilers)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Lemmytico
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6
11 de enero de 2017
15 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando vi el piloto de Broadwalk Empire tuve una extraña sensación. Todo parecía correcto, todo estaba en su sitio, todo parecía bien hecho. De hecho, todo estaba demasiado bien. Demasiado medido, demasiado pensado, demasiado diseñado. Tan excelente en sus hechuras como carente de alma. Tan incómoda sensación me dejó que no he vuelto a aquella serie, pese a que gente de cuyo criterio me fío a pies juntillas me ha jurado que mejora enormemente. Desde aquel instante tuve el temor de que el siguiente paso en la evolución de la ficción televisiva fuera la promoción de grandes producciones pensadas para epatar al espectador, en lugar de la apuesta por la creatividad y el riesgo autoral. Para entendernos, que pasásemos del Nuevo Hollywood de los 70 a aquellas macroproducciones de estudio de los 50 y 60, como Cleopatra y los Diez Mandamientos, que estaban muy bien pero se quedan muy lejos de las auténticas obras de arte que han hecho progresar al cine como arte. Que al verlas tengas más en mente al ejecutivo que al director. Una evolución involutiva, vaya.

Aunque la irrupción de nuevos actores en la carrera por captar la atención del espectador lo ha paliado un tanto, creo que, en efecto, hay mucho de todo esto en la producción televisiva de los últimos años. Y lo que es peor, parece que ese es el camino en el que se ha embarcado la cadena que comandara la revolución televisiva en primer lugar, la HBO. O esa al menos ha sido mi sensación al ver True Detective o The Night Of, y eso mismo es lo que a uno le llega de Vinyil o Silicon Valley, motivo por el cual aún no me he acercado a ellas. Imaginen el escepticismo con la que recibí esta Westworld, con tanta fanfarria publicitaria detrás y tanto "la gran apuesta de HBO para sustituir a Juego de Tronos" que acompañaron a su estreno.

Y en efecto, Westworld es lo que parecía. Una mezcla de "Yo, Robot", "Parque Jurásico", "Perdidos", "Matrix" y el western crepuscular. "Yo Robot" por el aquel del desperar de la conciencia artificial, de hecho hay varias ideas saqueadas a Asimov. "Parque Jurásico" o cualquier otro relato de aprendiz de brujo, aunque por la cosa del autor común y del parque temático la referencia es obvia. "Perdidos" (no en vano JJ Abrams está en el ajo) por la cosa de las tramas enredadas y superpuestas, llenas de simbología y pistas aquí y allá que están descaradamente pensadas para tener a la gente discutiendo en Internet. "Matrix" como cualquier otro relato postmoderno que ponga en duda el estatuto de la realidad,que tan de moda estuvieron en los 90 y primeros 2000 y que ahora parecen estar volviendo. El western crepuscular por esa concepción del oeste como un espacio de violencia y salvajismo, y no como espacio mítico donde se forjan leyendas. También me valdría "El Club de la Lucha" o cualquier otra que tenga esa visión oscura y nihilista del ser humano, como si solo nos dejásemos llevar por los bajos instintos.

Técnicamente Westworld es impecable, los efectos especiales, el montaje, el ritmo, la fotografía, poco que decir aquí. Narrativamente bastante buena, aunque haya que echarle paciencia porque algunas veces la trama parece descarrilar al final todo encaja, no obstante quedan más agujeros de los que parecen, ¿eh? Interpretativamente, estupenda, con un Anthony Hopkins a un nivel al que por desgracia no solemos verle pese a que sabemos que puede de sobra. En cuanto al contenido, oscila entre la reflexión de baratillo y la profundidad genuina, con mucho fusile de clásicos de la sci fi. No podíamos esperar otra cosa de una serie que se nota a la legua que está pensada hasta el milímetro para generar impacto.

Porque por mucha capa de maquillaje que queramos ponerle, se nota demasiado que Westworld es un producto. Tan gélido como un androide. Si uno lo acepta y entra al juego de lo que propone, incluidas las pistas falsas y los personajes y tramas puestos para despistar o para añadir artificialmente chicha, no se verá defraudado. Pero no puedo evitarlo: añoro los tiempos en los que HBO era sinónimo de creación e innovación. Hoy es sinónimo de superproducción, que puede estar bien, pero menos.
Lemmytico
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