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Argentina Argentina · Buenos Aires
Críticas de nicobicho
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Críticas 30
Críticas ordenadas por utilidad
9
2 de febrero de 2011
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí, es cierto, la actuación de Cecilia Dopazo es medio cualquier cosa (y la de Fernán Mirás no se queda atrás).
Sí, es cierto, su personaje prácticamente carece de sentido (y fue pésima la elección de ella para el papel).
Sí, es cierto, hay más de una escena de dudosa credibilidad (desde la facilidad con que roban y escapan a la explosión de un auto a causa de un balazo).
Sí, es cierto, el pelo largo amarillo patito de Sbaraglia para esconderse es ridículo.

Pero, pese a todas sus falencias, la película tiene un toque genial, el mejor gustito a cine argentino noventoso y bien hecho, con un humor irónico, con aires de locura y de grandeza, con una idea magistral, con paisajes, actores y personajes bien argentinos. Es una mixtura entre Tango Feroz, Comodines y Nueve Reinas. La profundidad y el espíritu rebelde de la primera, la acción de la segunda, la inteligencia de la tercera. Y, como condimentos extra, la aparición de Federico Luppi y la música de Calamaro.

Por eso, la película resulta incriticable, espectacular. Tiene muchos errores, pero no se puede dejar de ver un film que instaló una frase hecha como ningún otro en la Argentina: "¡LA PUTA QUE VALE LA PENA ESTAR VIVO!"
nicobicho
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6
5 de noviembre de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
No voy a hacer una crítica detallada. Sólo voy a decir que la vi hace poquito y me hizo acordar mucho a Blue Valentine y a 500 Días juntos (500 Days with Summer). Un poco me indignó el parecido, ya que ambas me habían gustado, pero esto ya me parecía una copia. Y no. Sorprendente análisis de fechas, esta peli es de un lustro antes que sus versiones norteamericanas de "cine independiente" (va entre comillas, porque al lado de los menos de US$ 20.000 gastados en El amor, cualquier cine independiente puede ser llamado "industrial").

Mi calificación de todas formas se mantiene, porque el film tenía algo de exasperante: el guión parecía obsesionado en obtener patrones comunes, en hacerle guiños al espectador que alguna vez se enamoró y que alguna vez se desenamoró, que primero parecía un recurso simpático, pero luego se hizo la matriz sobre la cual se trazó todo el texto. Además, no le encontré el encanto de la comedia romántica pasajera (ninguna de las actuaciones logró "cautivarme") ni la novedad en el tratamiento del tema, excepto por el carácter de "crónica de una separación anunciada".
nicobicho
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8
31 de octubre de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esa cara traicionera de la que habla Toto, el personaje de Manuel Puig, en el libro "La traición de Rita Hayworth", se basa en la película "Sangre y arena", pero perfectamente podría haber venido de "Gilda" (ya sería hora de que podamos hacer uso de la cursiva en nuestras críticas...).
Un guión ágil y entretenido, con personajes que hablan como sólo el cine negro norteamericano de los 40 los pudo mostrar, contribuyen a que Hayworth (belleza de todos los tiempos) brille en su papel de mujer que manda sobre el resto del mundo con tan solo una mirada. Sus ojos traicionan, pero quien es traicionado hace todo a conciencia, disfrutando ser traicionado por esa mujer-diablo a quien le vendemos el alma con placer. Y esto es válido tanto para los personajes como para los espectadores.

Sabía que "Gilda" era un clásico, pero lo tenía que ver con mis propios ojos. Efectivamente, tiene todos los argumentos para serlo, con la falla principal de que la película tenga lugar en una exageradamente fantasiosa Buenos Aires. Casi podría asegurar que ninguna de las personas involucradas en la película pisó jamás Buenos Aires; tal vez ni siquiera vieron nunca a un argentino. Sobre todo, no se dieron cuenta que hablamos castellano, y no ese totalmente americanizado "hagan juegou señoures". Si dejamos pasar este desliz, el film es 100% disfrutable, y no como "pieza de antigüedad", sino para los parámetros de los tiempos que corren también.
nicobicho
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327 cuadernos
Documental
Argentina2015
6,7
58
Documental
9
8 de septiembre de 2015
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esto es sin dudas un documental que debe llevar el epíteto de "sorprendente". Puede gustar o no, pero no deja de llamar la atención cómo se trata cada uno de los tópicos que aparecen, cómo todo resulta tan personal y osado, que aquel iluso que creía que se iba a encontrar con la vida de Ricardo Piglia narrada por él en una voz en off a modo de adelante de sus cuadernos simplemente se va a quedar con las ganas, va a tener que leer los famosos 327 cuadernos. Ah, y que el número sea un simple invento de Piglia, quien jamás los contó, vuelvo todo mucho más pigliesco aún.

Ricardo Piglia fue el faro de la crítica literaria argentina de los últimos 30 años. Su lugar lo compartió (lo disputó) con Beatriz Sarlo, quien se volcó en demasiadas oportunidades a la "crítica social" y "política" como para seguir tomándola de referente en literatura, y con David Viñas, tal vez excesivamente irreverente, demasiado lejos de "transar" con el mercado. Piglia en cambio pudo adaptarse, se amoldó a distintos escenarios internacionales, se consolidó también como novelista, escribiendo clásicos de culto como "Respiración artificial" y clásicos populares, como "Plata quemada", que fue llevada al cine con mucho éxito. Además, su reconocimiento en España y sus temporadas en Estados Unidos le permitieron vincularse con una grey literaria que lo colocó en un lugar más reputado que a otros colegas suyos, eternos docentes de las universidades locales (sumamente prestigiosos todos, que no se confunda, pero sin el halo de santo que trajo Piglia cuando decidió volver al país).

Dicho esto, con lo que mucha gente del mundillo de las Letras argentinas podrás disentir, lo magistral de Andrés Di Tella es que, teniendo un montón para contar al gran público, con acceso directo a Piglia y a todos sus recuerdos, hace una selección fragmentada, narra pequeñeces, analiza el detalle de un hombre ya mayor y cada vez más enfermo a medida que avanza el film (esto fue una sorpresa para ambos) reencontrándose con su ser de otros tiempos, leyendo reflexiones que desconoce haber escrito, calificándolas como buenas o malas como si no fuesen propias.

En medio de este mundo que aparece en los cuadernos -es el diario personal escrito a mano que llevó Piglia desde sus 16 años hasta ahora, pasados los 70-, una historia paralela toma fuerza: la de una serie de videos familiares grabados en formatos antiguos, de los años 40, 50, 60, 70, todos en silencio. En un momento el espectador se entera que pertenecen a un archivo de un coleccionista que junta familias sin nombre, niños jugando filmados por sus padres con la satisfacción de jugar con la "última tecnología", grabando recuerdos que se imaginaron eternos y que allí deambulan, perdidos en manos ajenas, olvidados.

Esta asociación entre los cuadernos y los videos funciona como un espacio de reflexión sobre la memoria, el lugar al que van a parar esas horas de esfuerzo destinados siempre a un lector/espectador futuro. ¿Hasta cuánto podemos guardar un recuerdo? ¿Cuándo aparece el límite en el que el registro personal es puro devaneo, exceso?

Andrés Di Tella no cuenta la historia de Piglia, sino que filma junto con él: crean juntos, en una sociedad donde uno tiene la cámara y realiza el montaje, pero el otro es sumamente consciente de las preguntas que se están planteando, sabe cómo quiere que sean sus últimas publicaciones, cuál será su legado. Como todo crítico literario, Piglia es consciente hasta el último instante, y está dejando todo listo para su muerte, ya la tiene calculada, pensada desde hace rato. Por eso ríe cuando intentan disimular sus problemas para moverse, sus parálisis. Piglia ya está escribiendo su legado, y Andrés Di Tella está a cargo de esa transcripción, es el albacea designado por el último gran crítico argentino.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
nicobicho
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6
20 de octubre de 2011
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El clásico decir parece ser el motor de esta película, en la que todos los personajes se conocen a la perfección, pero se ocultan (simulan ocultarse) para guardar las formas. Así, el inicio la trama es digno de un gran policial, en el que la mentira del testigo parece cerrar por todos lados y uno se pregunta si verdaderamente es necesario abogar por nuestra aceptada concepción de justicia.
Además, están el pueblo movido por una sola persona (a quien se aborrece, pero no se puede dejar ir), están los adolescentes que se quedaron, los grandes que fueron adolescentes y no se animaron a irse (Martina Gusmán) y los que triunfaron en la gran ciudad, y vuelven por un momento, con todo su éxito a cuestas (Germán Palacios).
La película, de todas formas, está plagada de altibajos. De las buenas interpretaciones de Palacios, y especialmente de Gusmán, pasa sin atenuantes a lo que puede hacer Alan Pauls, un gran escritor de familia de actores que confundió los tantos. Todo lo que él hace resulta sobreactuado y poco verosímil, y encima el guión no ayuda a su personaje: el diálogo que tiene con su mujer a la vera del río (tal vez definible como "patético") así lo demuestra, muy fuera de tono con la película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
nicobicho
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