Se trata de la historia del Stevie del título, el clásico redneck ( garrulo que diríamos por aquí ) de la América profunda. Con tres variantes muy peculiares; la primera, que el pobre Stevie tiene una ligera deficiencia mental, la segunda, que en el pasado atacó a una niña, y la tercera, que es el hermano del director de la cinta. Con estas premisas se podría pensar que el documental tomará, por decirlo de alguna forma, una dirección sensacionalista. Nada más lejos de la realidad. A través de la historia de Stevie y de su día a día, el director nos ofrece un retrato de nuestras propias miserias. Viendo el documental no sientes pena, ni te sientes superior, tan sólo empatía como ser humano hacia otro igual. A la vez su radiografía del género humano deja abierta una puerta al optimismo. Es una película que debería ser obligatoria en el cole. Vamos que hay que verla. También mencionar que es muy amena, entretenida e incluso divertida. Personalmente adoro los documentales, y este es mi favorito.

Ante todo quiero dejar claro que soy un gran admirador de Miike desde hace ya ocho años, por lo tanto he disfrutado bastante de la película, y por eso le he puesto un siete. Miike es una referencia en el cine posmoderno, eso está claro (sólo hay que ver la influencia del director de Osaka en la obra comercial más posmoderna de la historia del cine; Kill Bill), y de ahí que su cine sea un ejercicio de metalenguaje sobre el séptimo arte. Y en esta, su (que sepamos) última película ya es que es muy evidente el refrito de referencias del cine actual, desde los años 70 (spaghetti western y pelis de samurais) hasta los 90 (Tarantino y sus diálogos); y para hacerla aún más posmoderna, se nos presenta una puesta en escena muy pop, con colores primarios (gran trabajo de la fotografía, premiada en el reciente Festival de Sitges), y con unos decorados que bien podría haber firmado cualquier seguidor de Warhol. Como cuadro es evidente su calidad, y el disfrute de cualquier amante del cine está garantizado. Por esa misma razón me duele que después la película se quede en el nivel de la anécdota, acumulando situaciones surrealistas y muy cómicas (típicas de Miike y que personalmente disfruté mucho), una detrás de otra, dejando de lado lo que se supone más importa en el cine; la historia. Se trata de contar algo y valerte, para ese objetivo, del más variado arsenal de recursos, que estarán siempre supeditados a la propia historia. Cuando esto pasa al revés; es decir, que cogemos una historia para meter un conjunto de ideas que se nos han ocurrido, pues queda una película sin sustento, un poco coja. Se nos derrumba el suelo en el que se construye la película. Por eso no le doy un nueve. Aunque, tal vez, por eso se trate de cine posmoderno; más propio de una galería de arte que de una sala de cine.

Me duele hacer esta crítica negativa( aviso ya de antemano,aunque el título es bastante claro ) pero esta me parece la película más floja de Martin Scorsese, un director que me encanta y me engancha, pero que en este caso me aburre y mucho. Vi Infernal Affairs( y la 2 y la 3 también ) en el festival de Sitges hace unos años y me encantó. En cambio este ejercicio es propio de un novato...y malo! o del Brian de Palma de La Dahlia Negra( sin comentarios ). No tiene ritmo, se pierde en su propia red de tramas y subtramas que no sabe resolver, los actores sobreactuan( es que ni punto de comparación con Tony Leung y Andy Lau ). Le falta mala leche y doble lectura. Y para postre el bueno de Martin vuelve a utilizar el Gimme Shelter de los Stones para meter un videoclip en medio de la peli y así quitarse faena...es la tercera vez que utiliza esa canción!! Ya la usó en Uno de los nuestros, Casino y ahora en esta para, la Academia, su mejor película... Esto es una broma. Menos mal que perdí toda confianza en la Academia desde que le dió el Oscar al telefilm Crash en detrimento de la sublime Brokeback Mountain. Scorsese decepciona como el mundo del cine actual.

Esta, señores, es la única película que he visto en el cine con mis padres y mis dos hermanas. Podría servir ese dato como baremo para lo triste que es mi vida...pero me limitaré a decir que después de tan desagradable experiencia, mis padres nunca más quisieron ir al cine conmigo. El porqué de la elección de este bodrio a la hora de comprar unas entradas es una suma de circunstancias tal, que ni el propio Ortega y Gasset podría descifrar. Una cartelera floja (y eso que no era verano, ni navidades), un par de actores jóvenes de moda y al alza (el de Dawson Crece y el de The Boondock Saints con William Dafoe), y no sé qué más decir para justificar esa elección, quizás que quería hacerme el peinado de Norman Reedus y llevar una bufanda tan chula como la suya...pero no convenzo a nadie así ¿no? El caso es que las palomitas estaban buenas, y luego fuimos a una pizzeria y lo pasamos bien. Ya sé que todo esto no tiene nada que ver con la película, pero hagan el favor de creerme si les digo que es mejor que no sepan nada de ella. Tan sólo evítenla.

La Pantera Rosa, a parte de ser rosa, como su tez y rosez indican, es una serie de dibujos útil, sobretodo útil, no confundir con no útil. Su clasiquez se debe a unos chistes muy buenos (sobretodo te ries si estás en la infantez) y a unos guiones llenos de giros y sorpresas, casi tanto como en una película de Godard. También cabe indicar que lo bueno de esta serie es que no hace falta el uso de ningún tipo de gafas para su visionado (ni con forma de corazones, ni de batman, ni de pasta), ni provoca protuberancias en la cara, por lo tanto se puede disfrutar sin el riesgo de soportar efectos secundarios que afecten a tu supuesta utilidad en la vida. A disfrutar.