Buen Thriller interpretado por un impresionante Robert De Niro, en la que el espectador puede sentir la angustia y la deseperación que produce el acoso de un resentido exconvicto. Estos sentiminetos se verán acentuados gracias enormemente, a una genial realización de planos por parte de Scorsese y a una virtuosa banda sonora de Elmer Bernstein.

Destacar a una jovencísima Juliette Lewis que, como en otros films, nos muestra su aspecto infantil con ademanes viciosos.

Buena película de Sydney Pollack, en la que logra que el espectador se sumerja en las investigaciones que, casi inintencionadamente, comienza a realizar un joven Tom Cruise (Mitch McDeere), abogado prodigio, contratado por un pequeño bufete de Menphis, sobre el cual pesan indicios de corrupción y asesinatos.
Esta interesante e intrigantge película acoge además, a un siempre bueno Gene Hackman, Ed Harris, y a Jeanne Tripplehorn , por cierto, desaparecida en el cine actual.
Por último, hacer mención de la banda sonora (Dave Grusin), que acentúa más si cabe, el suspense de este film.

Reflejo de lo duro que puede llegar a ser la vida de un profesor.
Richard Brooks nos sitúa en una escuela marginal, donde quienes son los amos no son los profesores, sino los alumnos. Un lugar donde el profesor se encuentra sometido a las impertinencias, gamberradas y demás tratos humillantes por parte de unos alumnos, cuya vida parece estar abocada, de forma inevitable, a la delincuencia.

En cuanto al reparto, Glenn Ford realiza una muy buena actuación encarnando a un ex-veterano del ejército, cuya profesión se convierte en un desafío. Éste tendrá como objetivo lograr que esos chicos que "están a su cargo", muestren y sientan un atisbo de ganas por aprender.
La otra gran actuación viene de la mano de un jovencísimo Sidney Poitier, interpretando al alumno que servirá de nexo entre Glenn y su clase.

He de apuntar como nota destacable que "Semilla de maldad" constituye la primera parte de la conocida "Rebelión en las Aulas" de James Clavell, cuyo protagonista no es otro que el propio Sidney Poitier, en esta ocasión en la piel de profesor. Si les gustó la primera, les recomiendo que vean la segunda, ambas son correctas y tienen ese plus de interés por el reflejo que suponen en cuanto a los decorados, moda y las características propias de la sociedad de entonces.

En conclusión, una película entretenida y sociable; también peculiar aunque no tanto por su temática, sino más bien por la época en que sucede y que adquiere una mayor calidad, gracias a la pareja de brillantes actores que la componen.

David Fincher reaparece después de más de 4 años de ausencia con un psicothriller complejo e intrigante cuyo resultado, quizá, se ve manchado por un lado, de la existencia de fases con una acusada densidad y, por otro lado, la excesiva duración del metraje. Ambos "peros" hacen que el film sea tedioso de una forma no muy marcada pero si presente en diferentes trances del film.

La historia en sí misma no es una sorpresa, ya que narra la historia de un famoso asesino, autobautizado como "Zodiac", que aterrorizó San Francisco a finales de la decada de los 60' y principios de los 70', teniendo a cuatro jurisdicciones de policías descifrando sus códigos y cartas para dar con el atípico asesino. La obsesión que produce el caso es tal, que cuatro personas dedicarán prácticamente su vida a seguir cada una de las interminables pistas y dar con la identidad del macabro asesino en serie.

David Fincher junto con el guionista James Vanderbilt, realizan una muy buena adaptación del libro de Robert Graysmith evitando los clichés clásicos de las películas de asesinos en serie, mezclando diferentes ritmos a lo largo de todo el film, creando una simbiosis notable entre las pesquisas realizadas por la pareja de policías de homicidios, así como la pintoresca pareja periodista-dibujante, que nos hacen partícipes de la tela de araña que el misterioso asesino va tejiendo. Sin embargo, esa tela es quizá la causante de la tediosa densidad antes dicha, y que nos hacen recordar a películas de índole política, véase "Los hombres del presidente" por ejemplo.

Mirando el reparto, tanto personajes principales como secundarios, que no son pocos, realizan una más que buena actuación,. De todos ellos, destaco a Dave Toschi (Mark Ruffalo), policía de homicidios frustrado ante la serie de acontecimientos inconexos y que paulatinamente irá conviertiendo el caso en algo personal.

Con todo ello, podemos decir que estamos ante un muy buen thriller piscológico que, a pesar de confundir en momentos puntuales con numerosas detalles y nombres, realiza una combinación perfecta entre miedo y obsesión, pues durante el transcurso del film vemos como el propio asesino va quedando relegado a un segundo plano, ganando un protagonismo absorvente el estado psicológico de los que le siguen la pista.

Aquellos que busquen un thriller puro, con sus grandes dosis de acción y asesinatos dantescos, que no se equivoquen, no lo busquen en "Zodiac", pues este film prima más el estado mental.
Es un dominio de la obsesión sobre el miedo.

Decía William Goldman, guionista de "Todos los hombres del presidente", cuando hablaba del contenido de un buen guión que: "Lo que uno intenta hacer es buscar entre todo ese espeso material y encontrar lo que será el argumento: el definitivo, el hilo central del que penderá todo lo demás" y eso, quizá, ha sido la causa del fiasco de este film, pues las actuaciones de los actores principales, a mi juicio, están muy por encima de su argumento.


David Mayer nos presenta un film que parece no tener una dirección, que se mueve sin un rumbo fijo, pues en nigún momento llega a mostrar cual es la razón de todo lo que está aconteciendo. Únicamente se conoce, se aprecia la existencia de una relación fraternal entre dos amigos que juegan a llevar una vida irresponsable y peligrosa que anestesia sus verdaderas obligaciones o, quizá, sus sueños.
Sin embargo, lo más sorprendente de todo la película no es que el 80% se base en esa relación tan cercana y de sus juegos al límite, sino la aparición repentina de las secuelas de Bale, un actor al cual David Mayer le ha querido sacar lo mejor que sabe hacer y eso, no es otra cosa, que un comportamiento "Made in American Psycho", es decir, un hombre seguro de sí mismo pero que posee connotaciones violentas y enfermizas. Apesar de esa sabia elección, Mayer se equivoca al no fundamentar, de una forma digamos algo más profunda, el porqué de ese extraño comportamiento. Aún así, para bien o para mal, esa conducta interpretativa de Bale se convierte en lo mejor y lo poco reseñable de este film.


En cuanto al resto, poco se puede decir salvo una buena actuación de Freddy Rodríguez, como compañero de Bale, una original y algo atractiva mezcla de diálogos hispano-americanos y la aportación casi testimonial de Eva Longoria.


En definitiva, una película cuya interpretación raya muy por encima de su guión.