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Críticas de Xiclotró de partícules
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Críticas 15
Críticas ordenadas por utilidad
The King of Kong: A Fistful of Quarters
Documental
Estados Unidos2007
7,3
1.797
Documental, Intervenciones de: Steve Wiebe, Billy Mitchell, Walter Day, Robert Mruczek ...
10
15 de diciembre de 2016
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
El sueño americano en su máxima expresión: pasar del más absoluto anonimato a ser el nombre que se encuentra por delante de todos en la lista de máximas puntuaciones de una máquina recreativa. Esta es la máxima aspiración de los gamers. Es el Santo Grial que todos ansían. Y es lo que representa “The King of Kong: A Fistful of Quarters”. Seth Gordon nos trae un documental con el nombre de lo que podría ser una canción buenista de Manu Chao, pero que esconde una cruenta guerra.

Hoy en día los friquis de videojuegos pueden ser vistos como prehípsters guais o incluso ser sinónimo de éxito. Hay torneos y hasta jugadores profesionales que ganan mucho dinero. Pero la historia que se documenta en King of Kong empieza en las décadas de los 80 y 90, cuando, pese al boom que vivían las máquinas recreativas, los jugadores adultos de videojuegos eran vistos como unos parias de la sociedad. Unos losers.

Supongo que eso es lo que hace interesantes a los personajes de este documental. Son gente genuina que se ha sobrepuesto a todos esos prejuicios y que ha seguido adelante con la incomprensión de sus propias familias y de sus amigos (si es que los han tenido alguna vez). Han ido superando todas las adversidades y triunfado entre simios gigantes, naves espaciales o fantasmas acosadores.

Por encima de todos ellos, sobresalen dos nombres como auténticos mesías de los píxeles, dos personajes shakespearianos que captan todas las atenciones y que luchan por un éxito eterno en el más difícil de todos los retos, el Donkey Kong.

Por un lado tenemos al narcisista Billy Mitchel, un magnate del mundo de las salsas que es el rival a batir por todos y que a su vez dispone de su propio grupo de devotos acólitos. Es pretencioso y altivo, y siempre se guarda un as en la manga (un poco como el personaje de Hill Murria en “Kingpin”).

Y por otro lado tenemos a Steve Wiebe, que se presenta como el eterno perdedor. Un padre de familia que ha probado suerte en distintos ámbitos con todo su empeño, pero a quien nunca la sale bien la jugada. Un Ulises moderno que intenta llegar a Ítaca y que se encuentra con todos los obstáculos posibles y más.

David vs. Goliat, Barça vs. Madrid, Ali vs. Foreman, Holmes vs. Moriarty. Nos encontramos ante un duelo de los que hacen historia. Una batalla entre dos personajes épicos e irrepetibles. El resultado tendréis que comprobarlo vosotros mismos, pero lo que sí puedo deciros es que este es un gran documental con una realidad capaz de competir con cualquier film de los Coen.


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Xiclotró de partícules
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9
13 de marzo de 2019
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Coger una hoja, un Post-it, un trozo de papel, da igual, y rayarlo compulsivamente. Llenarlo de centenares de miles de garabatos aparentemente inconexos hasta que acaben formando un dibujo. El subconsciente tomando posesión de nuestra mano.

Esta es una acción levemente forzada o involuntariamente habitual en los niños. Un gesto o una práctica que, muy sutilmente, en “We the Animals” es usada como un valioso recurso narrativo, una línea argumental (a ratos paralela, a ratos principal) indispensable no solo para entender, sino para vivir en primera persona las dudas, miedos y sueños de Jonah.

Jonah es los ojos de esta película. Él, el menor, y sus dos hermanos, Manny y Joel, son los desatendidos hijos de una madre inestable y un padre irascible, el fruto de una relación tóxica. Tres niños que viven salvajemente entre el descontrol, el maltrato y la miseria.

Pero este no es únicamente otro retrato sobre la dureza de la infancia en barrios desfavorecidos y familias desestructuradas. La sorprendente ópera prima de Jeremiah Zagar es mucho más que eso, es sobre todo una historia de crecimiento.

Zagar, hasta ahora documentalista, busca meternos vívidamente en la mente de este niño de nueve años. La pérdida de la inocencia, el autodescubrimiento, las nuevas motivaciones, las nuevas frustraciones… Como en los primeros actos de “Moonlight” (Barry Jenkins, 2016) o en “Boyhood” (RichardLinklater, 2014), se parte del niño con el fin de entender al futuro adulto.

Pero, como señalaba al principio, la novedad viene en forma de trazos gruesos hechos con lápices de colores: donde no llegan las cámaras, los diálogos o hasta los silencios, llega el tesoro más preciado de Jonah, sus dibujos. La sutileza con que estos se fusionan con los fotogramas amplía el abanico argumental y abre progresiva y minuciosamente la puerta hacia el mundo interior del protagonista. Una nueva capa que se suma a la ya de por sí profunda narración.

Por simple que pueda ser el resultado, pintar o dibujar es un acto liberador. Propuestas cinéfilas como esta, claramente también.

www.cqn.cat
Xiclotró de partícules
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8
29 de mayo de 2017
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
La traducción de «assoupi» es «somnoliento» o «letárgico».

Esta es quizá la mejor descripción del protagonista de «Libre et assoupi». No se trata de un nini en el sentido más televisivo de personaje que ni hace ni deja hacer nada. Él solamente dirige todos sus esfuerzos (pese a la contradicción) a quedarse medio letárgico, apalancado perpetuamente leyendo o mirando pelis. Este estado es para él la vida más fácil, más plena, y, por lo tanto, su máxima aspiración.

Es un personaje simpático, entre complejo y sencillo, genialmente interpretado por Baptiste Lecaplain, la magia del cual radica en el hecho de que todos podemos vernos reflejados en él en algún momento.
Es cierto que el director y guionista Benjamin Guedj a veces cae en una cierta pedantería citando a Rousseau o Epicuro (de hecho, la misma cinta hace autocrítica de ello, comentando la imbecilidad de los que hablan usando citas célebres). Y también es cierto que a veces se fuerza a buscar moralejas un pelín difusas. Pero las pequeñas metáforas visuales, la originalidad de algunas situaciones, y la sencillez de algunos diálogos directos y cotidianos que dan una sensación de proximidad con el espectador, hacen de «Libre et assoupi» una cinta muy recomendable.

En resumen, es una comedia que tiene la condición de «ligera» (no llega ni a «gamberra» ni a «romántica», que parecen los dos grandes subgéneros de las comedias del siglo XXI) y que, con cierta originalidad y con un tono actual, esconde (para quienes las quieran buscar) reflexiones algo más profundas.

Un buen objetivo vital a corto plazo, vamos.

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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Xiclotró de partícules
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8
30 de mayo de 2019
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Olvidaos de “West Side Story”, “Grease”, “Mamma Mia” o la reciente “La La Land”. En el mundo de los musicales no todo es buenismo, luz y vivos colores. La música puede mostrar la alegría y la bondad, pero también puede radiografiar el dolor, la oscuridad y el sufrimiento. Y “London Road” es un punzante ejemplo de ello.

Este filme de Rufus Norris es la adaptación de un exitoso musical que narra los hechos reales acontecidos en 2006 a partir de los asesinatos de cinco mujeres en el pueblecito de Ipswich, Inglaterra. Un reflejo diferente y sincero de una crónica negra actual.

Como espectáculo visual, estamos ante un cuidado retrato de un barrio que vive tenso y con miedo, acompañado por músicas difuminadas y coreografías que se camuflan en medio de actos y gestos cuotidianos. Todo es coordinado y formal como un reloj y está reforzado por actores que, alejándose del perfeccionismo de los cantantes profesionales, magnifican la naturalidad y la entrañabilidad de la gente humilde a la que interpretan.

Ahora bien, la película no solo sorprende en la elección del género, ya que en el guion también se evita cualquier convencionalismo. Todos los diálogos y las letras de las canciones son fragmentos de entrevistas verídicas o de noticiarios reales, hecho que quizá genera un exceso de reiteraciones en ciertos momentos, pero que a cambio reduce ostensiblemente las distancias entre el punto de vista del espectador y la realidad.

Ciertamente, esta es una propuesta valiente. Musicalizar una tragedia reciente ha sido y será una fuente inagotable de “haters” y gente indignada del mundo, pero en una rabiosa actualidad tristemente a rebosar de atentados y de violencia de género, la principal virtud de “London Road” es precisamente la de ofrecer una visión que omite conjeturas truculentas sin ahorrar crudeza u objetividad. Una visión muy cercana y peculiar de todo un vecindario que es el auténtico protagonista involuntario de una tragedia y que lucha por salir adelante.

Sin lugar a dudas, “London Road” se trata de una ‘rara avis’ en el género de asesinatos, no solo por ser un musical, sino también por anonimizar la figura del asesino y personificar la del entorno. El mensaje para los optimistas es claro: ante la indignación y la tristeza, ¡cantad, malditos, cantad!


www.cinequanon.cat
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7
23 de enero de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Joann Sfar vuelve a dirigir un largometraje de animación adaptando un cómic propio, y, como ya hizo con “El gato del rabino”, su Pequeño Vampiro no es un simple calco de la obra original, sino que pasa del papel al fotograma de forma estilizada, colorida y llena de pequeños matices.

Artística y vistosa, esta es una película enfocada íntegramente a un público infantil. Un film pensado para niños en el que Sfar, de forma contenida y jovial, no evita tratar brevemente temas existenciales como la muerte, el amor o el libre albedrío en un leve afán pedagógico.

Con una banda sonora a la altura de su preciosista dibujo artesanal, nos encontramos ante una imaginativa y más que recomendable propuesta para familias que quieran ir más allá de Disney o Pixar. El Pequeño Vampiro, Michel y toda su pandilla les esperan encantados para plantar cara al temible Gibbous.

cinequanon.cat
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