Tras el fin de la guerra, un grupo de jóvenes soldados alemanes es enviado a una playa de Dinamarca con el fin de desmantelar las minas colocadas por los camaradas nazis. Los muchachos serán el blanco de las iras de la postguerra. Serán supervisados por el sargento danés Carl Rasmussen que pasará de maltratarlos a entablar una bonita amistad con ellos. Todo sucede en terreno minado en la película nominada al Oscar “Land of mine. Bajo tierra”.

Un drama antibelicista que desentierra las miserias vividas por los prisioneros tras la Segunda Guerra Mundial. Sin decir palabra, tan solo con su presencia avivan el odio entre una población muy dolida y golpeada. La película mantiene un tono de cordialidad que busca el perdón para unos chicos que no son responsables de las atrocidades que llevaron a cabo sus superiores. Los personajes de los chavales son dibujados como una pandilla de críos que sueñan con volver a casa.

“Land of mine. Bajo tierra” capta la atención a través de una fotografía muy trabajada pero es en el tratamiento de la historia y la evolución que va desde el odio hacia el perdón lo que verdaderamente conmueve. Bajo el peligro de las minas surgirán fuertes lazos fraternales entre ellos y con el férreo sargento danés. Todos los personajes van cargados de una gran humanidad. Por eso y por los inesperados giros de guión, recuerda bastante a “Hermanos de sangre” la miniserie de Spielberg. La narración y la fotografía están a la altura de la producción de la HBO, ingredientes muy del gusto de la Academia de Hollywood y que le ha valido la nominación al Oscar de habla no inglesa.

Triunfadora de los Premios del Cine Europeo al llevarse los galardones de mejor fotografía, vestuario y maquillaje. “Land of mine. Bajo tierra” es una de las mejores cintas del cine que se hace en nuestro continente. El del cine que no entiende ni de fronteras ni de muros.

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Un trabajo tan sencillo como robarle a un ciego. Una banda de jóvenes ladronzuelos cree estar en ventaja en pleno asalto a la casa de un invidente hasta que se apaga la luz. Así se presenta “No respires”, ni te moverás de la butaca.

Pocos títulos desafían tanto al espectador con la consabida promesa de ‘aguantarás la respiración durante hora y media’ y que luego de verdad cumplan con su palabra. “No respires” es simplemente brutal. Una cinta de terror a la vieja usanza, sin artificios, sin nada que despiste de la esencia de la película: en la oscuridad, el hombre ciego que desea matarte… es el Rey.

Cuenta la historia de tres amigos que buscan dinero fácil asaltando casas de desconocidos cuando descubren lo que puede ser el robo perfecto: un ciego solitario guarda trescientos mil dólares debajo de la colcha. Un trabajito que les parecerá pan comido. Pero lo que iba a ser como quitarle un caramelo a un niño se convertirá en una auténtica pesadilla.

La acción se sitúa en un barrio abandonado de Detroit, allí vive un hombre ciego apartado del mundo desde que su hija fuera atropellada. Este veterano de guerra desconfía de todo salvo de su perro, su única compañía. Puede que por eso utilice fuertes candados en las puertas o proteja sus ventanas con rejas de hierro. Lo que complicará la entrada a la casa de los protagonistas pero ni se imaginan lo que les costará salir. La casa se convertirá en una trampa.

La película guarda un puñado de buenos sustos gracias a su inteligente guión. Un guión que utiliza los cinco sentidos para crear situaciones de tensión y maneja los objetos para exprimir al máximo una historia de cuatro personajes y un solo escenario. Porque hasta el perro y la casa tienen mucho que decir y se convierten en dos personajes más de este relato de terror.

El autor de esta gran obra es el director y guionista uruguayo Fede Álvarez que se da a conocer en la escena internacional bajo la producción del maestro Sam Raimi. Dentro del reparto destaca un Stephen Lang que está inmenso como el hombre ciego.

“No respires” es la nueva joya de suspense que encandila tanto a crítica como a público. No te la pierdas y aguanta la respiración.

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Un grupo de niños escondidos en un búnker van a la escuela encadenados a una silla de ruedas. No parecen muy listos o simplemente no les interesa aprender la tabla periódica. De entre todos ellos destaca Melanie, una niña inteligente, sensible y con una curiosidad desbordante. Los pequeños parecen prisioneros de una guerra pero son algo más que eso. Son zombies. Así se presenta “Melanie. The girl with all the gifts”.

Un arranque muy prometedor que avanza cumpliendo con las reglas del género Z pero sacrifica la acción en pro de la reflexión filosófica. Todo tiene que ver con una niña zombie que es capaz de pensar y sentir. Algo que no entra dentro del prototipo de muerto viviente que persigue caóticamente a sus presas. Ella también tiene apetito pero es capaz de seleccionar a sus víctimas, reconocer a sus amigos y razonar por sí sola.

Una joya de terror zombie procedente del cine británico. Una delicia de producción y ambientación Z con un inicio muy potente que termina diluyéndose para hablar sobre la existencia del Bien y del Mal, lo diferente da miedo y la lucha entre especies. Entre los momentos memorables destaca la trampa del supermercado y la tropa de niños salvajes a lo Mad Max.

Nominada a un Bafta y reconocida como una de las mejores cintas británicas del año, “Melanie. The girl with all the gifts” destaca por su gusto por los cuentos para explicar las acciones de los personajes. En el reparto destaca la niña Sennia Nanua, premiada en Sitges, Gemma Arterton y la incombustible Glenn Close.

Una niña muy preguntona cuyo mayor deseo es conocer qué clase de ser es: ¿está viva o muerta? Para descubrirlo deberá abrir la caja de Schrödinger, la caja de Pandora… o simplemente ir al cine a ver “Melanie. The girl with all the gifts”.

Muchas más críticas en Butaca Sundance:
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