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España España · Barcelona
Críticas de AMQE
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Críticas 355
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
3
11 de enero de 2020
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Malo cuando un proyecto cinematográfico viene motivado principalmente por el deseo de parte de sus integrantes de “hacer algo juntos”. Normalmente se supeditan las historias al hecho de “trabajar codo con codo” como es el caso que nos ocupa, en el que el director Hirokazu Koreeda y la actriz Juliette Binoche parecen haber aceptado cualquier cosa a fin de poder añadir la mutúa colaboración en sus respectivas filmografías. Y casi siempre la cosa acaba en fiasco. “La verdad”, pese a la dirección japonesa, es un film cien por cien francés. De aquellas películas, tan habituales en dicha cinematografía, en las que no pasa nada, en la que los personajes hablan y hablan de asuntos sin la menor importancia, y donde no faltan los libros, las cenas y el vino, elementos característicos e imprescindibles en toda película francesa de autor que se precie. Aquí se cuenta, además, con la carta, por otra parte bastante habitual, de la presencia de la gran dama del cine galo Catherine Deneuve, que se limita a interpretarse (?) a sí misma, lastrando por obra y gracia de un guión insulso, un duelo interpretativo con Binoche, lo que un texto con garra y enjundia hubiese podido ofrecer. No fallan por tanto los mimbres, si no la estructura de una película que deambula por lugares comunes para perderse en una trama errática con las difíciles relaciones madre-hija, con traumas arrastrados del pasado, como telón de fondo. Con una serie de secundarios poco relevantes (mención especial a un Ethan Hawke que pasaba por ahí) y ningún momento emocionante digno de recordar, “La verdad” no pasa de reunión de colegas con poco (o nada) que contar.

Lo mejor: la sensación de que, en el fondo, nadie se la ha tomado en serio.

Lo peor: lo mucho que promete y lo poco que acaba dando.
AMQE
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6
3 de enero de 2020
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rian Johnson nos propone un ejercicio lúdico-cinematográfico que nos lleva a aquellas historias de antaño en el que el mayor aliciente era el de resolver un caso de asesinato descubriendo al asesino mediante una enrevesada trama. De los relatos de Agatha Christie a series como “Colombo” o “Se ha escrito un crimen” los referentes son claros. Y el desarrollo de la trama también, aunque en este caso el momento del suceso sea desvelado relativamente pronto. Así pues, la mayor motivación de la película será un giro de guión que lo desmonte todo y que, por otro lado, todos esperamos. Como en este tipo de producciones, se cuenta con un amplio elenco de nuevas y viejas glorias para ampliar el número de sospechosos, aunque igual que suele pasar en estas ocasiones, y “Puñales por la espalda no es ninguna excepción, hay muchos personajes que son simple relleno, sin ningún tipo de desarrollo ni evolución. A pesar de ello, uno puede rendirse sin esfuerzo al placer del discurrir de una historia con aroma a clásico (a pesar de la presencia de teléfonos móviles, la escenografía nos retrotrae a tiempos pasados) y de una trama tan tramposa como inverosímil, en la que Daniel Craig reina en la piel del detective Benoit Blanc, comiéndose al resto del reparto, a excepción de una correcta Ana de Armas y un Christopher Plummer que aporta presencia y “savoir faire”.

Lo mejor: el gozo de volver a experimentar una partida de “Cluedo”.

Lo peor: que esas partidas eran más emocionantes.
AMQE
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6
29 de diciembre de 2019
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nuevo ejemplar de lo que la cinematografía francesa ha transformado en un género en sí mismo como es “la comedia francesa”, esta “Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho… ahora?” sigue con la fórmula de utilizar problemas globales vistos desde un prisma local para, en el fondo, hacer un retrato bastante aproximado de las sociedades de hoy en día. Philippe de Chauveron, que había dado en la diana años atrás con la precuela, no se esfuerza en disimular que la mayor motivación de su nueva película es estirar el chicle de su predecesora, exitosa en recaudación en todo el mundo. Y es que no debemos olvidar que el cine, ante todo, sigue siendo un negocio. Y aunque no puede evitar su condición de cara B, de contener todos aquellos chistes que no cupieron en la película anterior, no es menos cierto que pese a ello, la película de Chauveron contiene suficientes elementos para el disfrute y el regocijo. Esto es, una crítica reflexiva sobre el mundo actual oculta bajo capas de humor blanco, una manga ancha para la incorrección política, y, sobre todo, esa pareja de consuegros formada por Claude y André, dinamita cómica pura, cuyas apariciones conjuntas acaban sabiendo a poco. Lástima que el buenísmo se acabe imponiendo en el tramo final, y la mala leche se convierta en solo un apunte. De todas maneras, Chauveron se las arregla para sacar adelante un alegato en favor de los lazos familiares, dejando siempre claro que al final, todos compartimos el mismo tipo de prejuicios sea cual sea el color de nuestra piel.

Lo mejor: cuando Clavier y N’Zonzi comparten plano.

Lo peor: su condición indisimulada de continuación prescindible.
AMQE
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6
20 de diciembre de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Era cuestión de tiempo que los hermanos Dardenne, siempre atentos a cualquier cuestión que afecte a la sociedad para retratarla, abordasen la lacra del fanatismo islámico que ha golpeado distintos puntos de Europa. Lo hacen, con la solvencia que acostumbran, poniendo la lupa en el primer germen, en la figura del niño que sufre el adoctrinamiento por parte de un imán y que se convierte así en una bomba de relojería, preparada para dejar ir en cualquier momento el odio inoculado. Indiscutiblemente, es este personaje, interpretado con hermética prestancia por el joven Idir Ben Addi, el principal punto de interés de la historia. Su interpretación, pobre en matices pero envuelta en una frialdad que define al personaje consigue trasladar al espectador la incertidumbre de sus acciones a la vez que aleja cualquier tentación de empatizar con él. Así pues, una vez más, los Dardenne ponen rostro a los problemas cotidianos y luz en aquellos aspectos que la sociedad prefiere mantener ocultos, si bien en esta ocasión la complejidad del tema seguramente reclamaba una mayor profundidad creativa a la hora de abordarlo. En definitiva, una película de vocación didáctica y que nos pone en alerta sobre el polvorín en el que se está convirtiendo la sociedad occidental.

Lo mejor: su inconfundible sello de autor.

Lo peor: un guión excesivamente simple.
AMQE
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6
13 de diciembre de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dos veces define como “normal” a ella misma y a su hermano el personaje de Sara en el debut de la directora Belén Funes. Ante la imposibilidad de encontrar adjetivos más descriptivos, “normal” parece una palabra acertada también para catalogar la historia que se nos explica, la vida cuotidiana de una serie de personajes, con sus problemas de toda índole, centrados en esa hija interpretada por Greta Fernández, en una película que bebe del cine de los Dardenne y de Ken Loach. Ese cine de temática social, cuyo espíritu tan bien ha sabido captar Funes en un ejercicio cinematográfico que nos acerca al centro mismo del relato haciéndonos sentir parte del mismo. En el otro lado del “ring” encontramos al personaje de Manuel, como ese padre recién salido de la prisión, que se encuentra tan perdido como su hija. El hecho de estar interpretados por padre e hija en la vida real, hace del duelo actoral algo más auténtico si cabe, en una relación que se antoja difícil, por no decir imposible, desde el primer momento. El peso de un pasado que intuímos traumático, planea durante todo el relato marcando el curso de los acontecimientos. Con todo, “La hija de un ladrón” no puede evitar verse afectada por lo que me gusta llamar el “síndrome del capítulo perdido”. Es decir, Funes nos oculta tanta información que, por momentos, da la sensación de estar ante un capítulo de una serie de la que nos hemos perdido las primeras entregas. Así, proponiéndonos más preguntas que respuestas, transcurre una película que habla de sentimientos y esperanzas para desembocar finalmente en el miedo a la soledad.

Lo mejor: Greta Fernández, dueña absoluta de la función.

Lo peor: un guión demasiado hermético.
AMQE
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