Un cuento de hadas de ciencia ficción, una bella y bestia atípicas, los arquetipos del género distorsionados por el mensaje que subyace en toda la obra de Del Toro: el monstruo como criatura maravillosa que nos rescata de la tumba de nuestra cotidianeidad, y el hombre poderoso y ambicioso como auténtico monstruo. Una película que ejecuta de forma hermosa lo que ambiciona.

Desvergonzadamente nostálgica, casi serie B en su puesta en escena (como la propia Karate Kid, vamos) y sin miedo a incurrir en todos los tópicos del género... Pero con un guion (inesperadamente) bien escrito y unos personajes con más calado que las películas originales. Funciona cuando se pone cómica y cuando se pone dramática (sin esperar que visite las simas del alma humana, por supuesto). Y lo mejor: es rematadamente divertida.

‘Joker’ no es una película perfecta, pero es una película llena de aciertos. El mayor de todos ellos (y no descubro nada) es la interpretación de Joaquin Phoenix. No entiendo las críticas que dicen que construye a su Joker dejándose llevar, entregándose a la sobreactuación. Me parece, más bien, una interpretación muy medida, manteniendo al personaje constantemente al filo del abismo, como una espita a punto de saltar... Hasta que el dique cede. Especialmente brillante es la deriva que logra darle al personaje cuando abandona la medicación y se vuelve paulatinamente más lúcido y cruel. Podrá gustar más o menos, pero ‘Joker’ es una película muy difícil de ignorar.

Doctor Strange tiene la rara cualidad de sustentar su catedral de pirotecnia visual sin la necesidad de un guion que la cimiente. Tan apabullante y arriesgada a nivel visual como esquemática y conservadora en la estructura de su historia, pero funciona como blockbuster palomitero y como espectáculo new age. Ahora, le auguro mal revisionado en la sala pequeña de casa.

Pienso ahora en esos críticos que la echaron por tierra en su momento y me sorprendo de la ceguera cinematográfica que padecen algunos de los periodistas que ejercen esta profesión en nuestro país. Una cosa es el canon de gusto, señores, y otras el canon de valor (como deberían haberles enseñado en la facultad). Lo dicho, sorprendente que personas que tienen el cine como profesión sean incapaz de reconocer una obra maestra cuando la ven.

Poco se puede decir de Blade Runner que no se haya dicho: Vangelis firma una BSO memorable, Scott crea con tres duros una ambientación y un mundo melancólico que hoy día (con la saturación digital) no se podría haber conseguido y, de paso, se permite el lujo de recuperar para el cine moderno los códigos del cine negro y el antihéroe.

Todo un clásico de cuya influencia se han librado pocas películas SciFi posteriores. Sólo resta decir gracias.