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Críticas de Platón verbenero
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Críticas 12
Críticas ordenadas por utilidad
4
28 de noviembre de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me dice un amigo que el cine coreano es una sucursal del cine americano, y, con alguna honrosa excepción, me parece que no le falta razón. Esta película es un buen ejemplo.

Entiendo que es muy difícil encontrar un equilibrio entre generar sensación de riesgo en el espectador y contar la historia que uno quiere, pero a menudo el resultado es demasiado artificioso. Se me dirá que si quiero realismo que no vea películas de zombies, y es verdad, pero no puedo evitar que ciertas conveniencias de guión me saquen de la película, especialmente a un aficionado de los vídeojuegos como yo, acostumbrado a que los errores sean castigados.

Los zombies son rápidos y numerosos, pero cuando el guión lo requiere no son tan rápidos ni tan numerosos, como si las hordas de zombies manando de la estación acristalada hubieran decidido echarse una siestecita en el techo del tren, mientras que los más emprendedores, no muchos, por suerte, se vuelven más lentos que el caballo del malo y no son capaces de dar caza a una señora de provecta edad. Lo más cantoso de todo es el tiempo de transformación: en la inmensa mayoría de los casos la mutación es instantánea, pero el tiempo se estira bastante en función de las necesidades del guión. Supongo que las películas de acción y aventuras no serían posibles sin conveniencias de este tipo, pues es indispensable hacer sentir al espectador que los protagonistas están amenazados de verdad, pero convendría disimular algo mejor los efectos del guión y del montaje, porque puede arruinar la experiencia (al menos a los que somos un poco más maniáticos).

Pero lo peor no son las conveniencias, sino los tópicos. Supongo que la culpa es mía, que me hago viejo y cascarrabias. La historia del padre ausente que se da cuenta de la importancia de cultivar su relación con los hijos después de una experiencia traumática es un verdadero clásico. Es lo que nos cuenta Spielberg en muchas de sus películas más importantes, como si tuviera alguna carencia afectiva por culpa de papá Spielberg. Al menos Spielberg ha hecho películas extraordinarias, a pesar de todos los “peros” que le queramos poner.

Lo dicho, a mí me parece que esta película está un pelín sobrevalorada.
Platón verbenero
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7
17 de agosto de 2012
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estas reflexiones son fruto de la perspicaz mirada de ALR, a ella le dedico esta crítica.

Probablemente no descubrí, en su momento, las intenciones que se desarrollan en esta película porque andaba demasiado centrado preguntándome cómo sería su desenlace. Además, pensaba yo -equivocadamente, parece- que la clave de esta historia de Amenábar se hallaba en el clásico problema filosófico: ¿cómo distinguir los sueños de la realidad (o la realidad de los sueños)?

Lo cosa no va por ahí. Tampoco se trata, según creo, de una versión moderna de ‘La bella y la bestia’. Desde mi punto de vista, esta película toma parte en el debate filosófico (mejor metafísico) en torno a cierto dualismo.

Ciertas filosofías, de moda hasta hace pocas décadas (todavía hoy gozan de popularidad), han tendido a prescindir de los dualismos que durante muchos siglos han sido caros a la filosofía occidental (por ejemplo: ser/apariencia, esencia/existencia, sustancia/accidente, ser/deber ser, historia/naturaleza, bien/mal, finito/infinito, etc.). En el caso concreto de esta película, creo que hay buenas razones para pensar que se trata de una perspectiva, a partir de la cual se desmonta la típica concepción de la Realidad sometida al dualismo entre Ser y Apariencia.

Generalmente, creemos que las cosas no manifiestan su ser más profundo a las primeras de cambio. El mundo que nos rodea, se disfraza de apariencias que nos hacen tomar lo falso por lo verdadero; asimismo, las personas con las que nos rodeamos, se disfrazan con máscaras que ocultan sus verdaderos sentimientos o pensamientos. Así pues, el profundo ser se nos resiste y a menudo nos tenemos que limitar a contemplar la superficie de lo que contemplamos. El típico investigador o psicólogo, nos diría que hay que tener mucho cuidado con las apariencias, pues constituyen la mayor fuente de los errores.

Ahora viene la pregunta que se plantea en esta película: ¿Y si sólo hubiera apariencias?

Metafísicamente, esta opción parece descartable (pues las apariencias deben apoyarse en algún punto fijo que las sostenga: el ser).
Gnoseológicamente, también parece descartable (pues nuestro sistema cognitivo debe fabricar síntesis que totalicen/simplifiquen y den coherencia a la vasta y variada información que nos suministra nuestro sistema perceptivo).
Psicológicamente, lo mismo (el mecanismo o fenómeno de la identidad que aparece en ciertos organismos, capaces de orientar todos sus procesos de vida o experiencias a un punto de referencia llamado ‘Yo’, hasta el punto de ser capaces de generar una auto-referencia).

Y, sin embargo, la duda merece seguir siendo planteada: ¿y si sólo hubiera apariencias, sueños?

Si admitimos que sólo hay apariencias, nos encontramos a un paso de afirmar que no existen los hechos (la Realidad) y que es mejor hablar de interpretaciones (¿pero interpretaciones de qué?...).

Interpretar es explicar, expresar, traducir, representar, etc. En cualquier caso, siempre parece que hay un algo que es trasladado a otra forma, otro lenguaje.

Quizá interpretar no es una capacidad restringida a aquellos instruidos en el arte de la traducción y de la actuación. Quizá por eso la palabra castellana ‘persona’ (del griego ‘prosopon’) significa, etimológicamente: máscara.

Sigo en Spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Platón verbenero
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