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España España · A Coruña
Críticas de Carli
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Críticas 100
Críticas ordenadas por utilidad
9
11 de junio de 2018
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Premiada con la Palma de Oro en Cannes en 1978, la obra de Olmi funciona también como documento histórico, recreando con veracidad el modo de vida de una pequeña comunidad de campesinos del norte de Italia, concretamente en la región de Bérgamo, durante el cambio del siglo XIX al XX.

El tono semidocumental de la cinta y la elección de campesinos para interpretar a los distintos personajes dotan a la obra de una atmósfera real, sin necesidad de recurrir a artificios de ningún tipo. Uno de los grandes aciertos de "L'albero degli zoccoli" es que el realizador transalpino evita caer en los sentimentalismos, mezclando miseria y humor, narrando de manera natural las tareas domésticas de estas familias en una explotación agraria.

Los campesinos viven todavía sometidos a un régimen casi feudal, obligados a ceder al señor gran parte de las cosechas, subsistiendo como pueden y teniendo que alimentar muchas bocas. Me parece enternecedor las escenas del abuelo mostrando a su nieto cómo esparce el estiércol de las gallinas para que los tomates maduren prematuramente. La brevedad de las tomas le da a la película múltiples direcciones, siguiendo a distintos personajes sin llegarnos nunca a aburrir. Así observamos el noviazgo de una joven y modesta pareja o cómo un padre talla un árbol para prepararle unos zuecos a su hijo para el primer día de escuela.

Se nota una alta intención de Ermanno Olmi de señalar el papel positivo que desempeñaba la extremada fe religiosa en la vida de los campesinos de la época. El fresco pintado por el cineasta italiana es inolvidable, mostrándonos de manera amena el día a día de esta gente: recogiendo y sembrando las diferentes cosechas según la estación del año, acudir a misa por las mañanas, limpiar y separar el grano de la paja, alimentar a los animales o también el único momento del día donde descansan, juntándose todos alrededor del fuego contando divertidas historias.

Obra maestra de visionado obligatorio.
Carli
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8
31 de mayo de 2018
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otro gran trabajo de un Claude Chabrol en estado de gracia, en el que vuelve a diseccionar con eficacia la burguesía francesa, mostrando los vicios y mentiras de los matrimonios de clase alta que acaban saliendo a la luz, dotando a su película de un ambiente inquietante e incómodo sin necesidad de recurrir a giros argumentales.

La película trata sobre el sentimiento de culpa del protagonista después de cometer un terrible acto, cargando con ese peso a sus espaldas, lo que afectará a su idílica vida con su familia. Para el cineasta francés el crimen es algo secundario, interesándole más la psicología de sus personajes, en concreto cómo Charles padece un desmoronamiento moral al no ser capaz de asumir el asesinato que ha cometido.

Chabrol, claramente influenciado por Hitchcock, toma del maestro británico la forma de introducir el crimen en un hogar respetable, aunque con un toque muy personal, con unos diálogos ágiles propios de un director que creció con la nouvelle vague. La obra se apoya en dos actores fetiches para el director francés, con una Stephanie Audren que está impresionante como esa esposa sumisa que parece entender el adulterio de su marido.

Otro gran trabajo de un cineasta infravalorado y seguramente el mejor director de thrillers que ha habido nunca junto a Hitchcock y Melville.
Carli
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8
21 de abril de 2018
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
"He querido filmar la perversidad"

Espectacular drama psicológico que nos regala Claude Chabrol. El director francés recoge las influencias de Hitchcock, haciendo gala de una facilidad pasmosa para crear una obra turbia sobre los recovecos más oscuros de la mente humana. El cineasta galo narra aquí una historia sobre la obsesión y la locura de un hombre derivada de los celos que le provoca su mujer.

Un pueblo precioso y una joven pareja que se casa. Tienen un hijo y todo parece ir sobre ruedas. Pero no, tras ese ambiente idílico se esconde una mente retorcida que poco a poco iremos conociendo. Paul y Nelly han acondicionado un hotel rural donde recibirán a huéspedes que pasen sus vacaciones y fines de semana en el campo. El protagonista de la película es obsesivo, controlador, observador, mostrándose como una persona que es incapaz de creer a su mujer. La narración se convierte en un duro viaje al interior de una mente atormentada que cree ver signos claros de la infidelidad de su esposa. A medida que van pasando los minutos Paul irá perdiendo el control de sus actos, provocando una psicosis emocional que le hará perder totalmente cualquier mínima capacidad de raciocinio, llevándole a un estado de paranoia constante. Ella, por su parte, es una mujer espontánea, bella, atrevida, alegre, con una capacidad innata para atraer la mirada de los hombres.

La cámara centra su atención en el protagonista, y los espectadores somos partícipes del comportamiento de Paul, y cómo éste espía a su mujer por el pueblo y el lago, escenas dirigidas con la maestría habitual del director francés. La música inquietante le da un toque siniestro a la narración, creando un ambiente de nerviosismo por lo que puede llegar a pasar. A Chabrol no le interesa el final ni el devenir de los dos personajes principales, simplemente tiene interés en mostrar cómo un amor mal comprendido puede llevar a un hombre a perder por completo la compostura.

Muchos han querido imitar a Hitchcock, pero son realmente pocos los directores que han logrado acercarse mínimamente a los logros del cineasta británica. Claude Chabrol fue uno de ellos, creando atmósferas agobiantes, inquietantes y perversas sin recurrir a ningún tipo de artificio. Sin duda uno de los clásicos del cine francés. El tiempo irá poniendo sin duda en un lugar más destacado a uno de los directores más infravalorados de la historia.
Carli
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9
9 de abril de 2018
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué tiene que tener una serie para ser perfecta?

- Calidad.
- Entretenimiento.
- Elaborada caracterización de personajes.
- Intriga, drama y humor a partes iguales.
- Gran ambientación, vestuario y fotografía.

"Downton Abbey" cumple todas esas premisas, y por lo tanto puedo afirmar que estamos ante una serie de alta factura. Un drama de época fantástico, que bebe de las novelas del siglo XIX de Jane Austen o de la fabulosa película de Altman("Gosford Park"), con ese mundo británico en el que abunda el tradicionalismo y las reglas preestablecidas, donde los padres buscan con insistencia el mejor partido para sus hijas.

La trama arranca en 1912, con la propiedad de la familia Crawley como escenario principal, con la intriga de quién heredará el título, las tierras y el dinero de la familia, al ser mujeres todas las hijas de los condes. Ya desde el inicio observamos dos mundos totalmente opuestos: los señores, con sus trajes de gala y sus códigos, ocupando las lujosas habitaciones de arriba, mientras sus criados conviven abajo intentado tener todo en orden para sus anfitriones. A medida que van pasando los años y las temporadas percibiremos los cambios sociales y políticos que tuvieron lugar en la época, y cómo poco a poco la clase media va ganando peso en la sociedad, viéndose esta familia elitista en peligro para mantener ese elevado estatus de vida, y también los sirvientes, con miedo a perder sus trabajo en un mundo que estaba cambiando a pasos agigantados, donde los lacayos, mayordomos y doncellas ya no eran tan necesarios. Los nuevos tiempos van alcanzando a la finca de los Crawley, la nobleza pierde poder ante una emergente clase obrera, que comienza a reclamar sus derechos y unas condiciones de trabajo más justas. Por lo tanto "Downton Abbey" no deja de ser una serie cargada de un gran valor histórico.

El principal acierto de la serie es sin lugar a dudas la caracterización y evolución de los personajes y el retrato y diferencias entre las clases sociales de la época. La ambientación de la sociedad británica de principios del siglo XX es magistral, mostrando también hechos históricos como el hundimiento del Titanic, las consecuencias de la Primera Guerra Mundial, el sufragio feminista, la caída de los zares en Rusia o la independencia de Irlanda. En todos estos berenjenales estarán implicados nuestros queridos protagonistas. Destaca el talento del reparto, con personajes perfectamente perfilados, con un toque de cinismo y humor muy logrado. Julian Fellowes elabora un guión muy ameno y divertido, y la serie apenas sufre altibajos durante sus seis temporadas. Resulta apabullante la habilidad para coordinar varias tramas a la vez, dándole protagonismo a tantos individuos en poco tiempo, sin recurrir prácticamente a giros inesperados en los acontecimientos. Quizás la última temporada sea bastante ligera, donde se van cerrando las pocas tramas que quedaban abiertas. Un final bastante complaciente para los espectadores, con unos protagonistas que parece que afrontarán el futuro con altas expectativas.

¿Personajes a destacar? Pues varios:

- Lady Violet: Pinceladas de humor negro en todos los episodios. Maggie Smith interpreta a una viuda inolvidable. Su duelo interpretativo con Penelope Wilton(la prima Isobel) es maravilloso.
- Lady Mary: Seguramente la gran protagonista de la serie. Firme, segura, valiente y con una facilidad enorme para atraer a los hombres. El ojito derecho de los padres, que la consideran más preparada que la hija mediana, la malograda Edith.
- Mrs Patmore: La cocinera. Es la típica señora mayor que todos hemos conocido. Divertida, exigente, pero con un corazón enorme. Es preciosa la relación que mantiene con su ayudante, la ingenua Daisy.
- Mr Barrow: Bajo esa chulería y maldad, se esconde una persona que sufrió mucha falta de cariño durante su vida, de ahí esa máscara para ocultar su lado débil. Además es homosexual, algo que estaba penado hasta con la cárcel. Una persona solitaria, que necesita protagonismo para encontrarle sentido a la vida. Pasará de ser el mayor villano a convertirse en un personaje muy querido. Le acompañará en sus malvadas misiones su confidente Mrs O'Brien.
- Mr Carson: El mayordomo de la casa. Es leal, con un gran sentido de la tradición y un respeto máximo hacia su Señoría.

Y Anna, Mr Bates, Mrs Hughes, Lady Sybil, Tom, Mathew.. Impresionante reparto, con las mujeres llevando en todo el momento el peso de la serie. Hasta nos regalan minutos fantásticos con la presencia de la gran Shirley MacLaine.

Amoríos, secretos, mentiras, traiciones, muertes, humor negro o una fotografía excelente. ¿Necesitáis algo más para verla? Pues no sé a qué esperáis.
Carli
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10
31 de marzo de 2018
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Si fuéramos capaces de asumir las experiencias del arte, los ideales que en él se expresan, hace tiempo que, gracias a ellos, seríamos mejores. Pero el arte, desgraciadamente, sólo a través de la conmoción, de la catarsis, está en condiciones de capacitar al hombre para lo bueno. Sería absurdo partir de la base que el hombre puede aprender a ser bueno”.

Sin ninguna duda estamos ante uno de los ejercicios cinematográficos más fascinantes de la historia. No es fácil adentrarse en el cine de Tarkovsky, todavía menos en esta completísima y densa obra biográfica sobre un pintor de iconos del siglo XV. El cineasta ruso realiza un biopic muy personal sobre la vida del monje Andrei Rublev, que posteriormente se convertiría en el gran maestro ruso de la pintura religiosa. El autor soviético, consciente de la magnitud y dificultad de la cinta, la dividiría en varios capítulos. Porque no nos engañemos, resulta imposible visionar esta pesada obra del tirón. Tarkovsky aprovecha además para reflexionar en esta cinta sobre la función del artista en el mundo, siendo un brutal alegato contra la libertad artística.

El maestro ruso aprovecha el contexto para realizar un fresco sobre la Rusia medieval del siglo XV, una época caótica, en plena persecución a los paganos, donde nuestro protagonista verá con sus propios ojos la miseria, violencia, envidia y hambruna en la que está sumida su país. También tendrá que hacer frente a las tentaciones terrenales que le irán saliendo al paso en su viaje espiritual y artístico. Andrei, como todos los protagonistas de la obra del soviético, es una persona con muchas dudas y que al ser testigo de innumerables atrocidades irá perdiendo paulatinamente su fe en el ser humano, optando incluso por el voto de silencio.

Durante sus casi tres horas de duración, la película versará sobre temas habituales en la filmografía del ruso: religión, arte y filosofía(existencialistas conversaciones entre Teófanes y Andrei). Las secuencias oníricas junto al agua vuelven a predominar en este filme, como es frecuente en los trabajos de Tarkvosky. La puesta en escena está cuidada al detalle, con una bella fotografía en exteriores, mostrándonos parajes inhóspitos. Nada falta y nada sobra en esta apabullante lección cinematográfica. La cámara opta tanto por seguir a sus personajes como por detenerse en un objeto, pero siempre con largas tomas donde el tiempo pasa y pasa, con unos planos-secuencia eternos y unos diálogos extensos y reflexivos. La escena de la invasión de los tártaros en la ciudad de Vladimir está logradísima, mostrando con detalle secuencias de verdadera carnicería, con mujeres violadas y hasta un caballo tirado por escaleras abajo y rematado con una lanza.

Mi capitulo favorito es el de la fundición de la campana de bronce para el Gran Príncipe, y esa escena final donde Andrei le comenta al joven fundidor, rompiendo su silencio: "Tú fundirás campanas y yo pintaré iconos”. Destacar el empleo por parte de Tarkovsky de la grúa de grabación para captar espacios amplios, con una panorámica más general. El epílogo final nos muestra en color detalles de la pintura de iconos de Andrei Rublev.

Andrei Rublev no deja de ser un documento histórico de gran valor, donde además al director le interesa plasmar la faceta creativa del monje, describiendo los vaivenes y problemas que sufre el protagonista y cómo éstos van afectando a su arte. Otra obra imprescindible de un autor irrepetible.
Carli
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