Tiene amor, respeto, felicidad, paz interior, tradiciones, buena música, bellos paisajes y que nos inunda con una paz interior como sólo el cine oriental sabe hacerlo. Tiene grandes ingerdientes para hacernos pasar un par de horas agradables, llenas de dulzura y hechados en el sofá. Pero me inquietó la falta de profundidad, sobre todo de las relaciones personales, eché en falta el salirse del margén, llevar un poco los sentimeintos más allá, hacia los extremos. La música y los idílicos paisajes llenan metraje sin llegar a decirnos mucho, rayando un efecto videoclip de ensueño.
Sin embargo, se hace muy amena, las poco más de dos horas se pasan volando y nos deja con ganas de más , de seguir metidos en la historia, que sin grandes pretensiones, nos ha enganchado e unos personajes felices y autorealizados. No conmueve pero si que nos mece, acunándonos en su ritmo lento y delicado, como una dulce melodía de cariño y sensibilidad.

Mafiosos, gansters, delincuentes, yonkies, y ahora también rusos. Guy Ritchie no defrauda, maneja el género, su genero, como nadie, une a una tropa de gente con unos intereses comunes, dinero, poder, y juega con los caminos que los unen. Podemos decir que la acción es repetitiva, alguien roba algo que no debía, pasa de mano en mano y acaba en el peor sitio posible, los "buenos" se salvan, prevalecen los principios y el honor, hay armas, violencia, personajes excéntricos y algún pub de cabecera. No existen los negocios sucios, solo los buenos o los malos negocios.

Emotiva hasta lo máximo, te conmueve, entristece, causa admiración, ternura, sensación de egoismo e inutilidad. Unos niños enternecedores, una historia mínima pero plena, llena de desamparo y valor, que puede ocurrir ante nuestros ojos sin que lo sepamos ver. Crítica, sin nombrar a los culpables, sólo nos muestra quienes son los inocentes, las víctimas que no por ello se rinden y nos enseñan una preciosa lección de supervivencia y fraternidad.
Fácilmente te hará escapar una lágrima, no te sientes indiferente a la narración, te va penetrando lentamente hasta cogerles afecto y cariño a estos pequeños ángeles. La vida siempre sigue y nadie se para a ver o comprender estas pequeñas historias de injusticia y dolor que pueden ocurrir más cerca de lo que creemos.

El dolor, la muerte, la angustia....forman parte de la vida y convivimos con ellos, esta película nos habla de ello, de la última esperanza, el último suspiro, ese anzuelo al que nos agarramos cuando no tenemos nada más. Dos personas que cansadas de huir hacia delante sin esperanza se confortan el uno al otro como tabla salvavidas. Bella, llena de imágenes deliciosas y clautrofóbicas a la vez, con escenas fuertes que te sacuden hasta el fondo. Dos naúfragos que se abrazan en el abismo.

La vida no es siempre un camino recto y sencillo, depende de cientos de aspectos, donde nacemos, donde vivimos, amigos, dinero, año,..y este documental habla de vidas, de personas, de un estrato social, un país, peones o marionetas , protagonistas o meritorios, están en un sitio, en una realidad, víctimas o culpables, no son juzgados sólo retratados en un momento de sus vidas. No es viloento, por lo menos no en el grado que esperaba, incluso llega a ser emotivo y triste, no prejuzga, no exculpa, critico sin hurgar en la herida narra una etapa en la vida y la muerte de unos personajes que se dejaron filmar y abrir sus vidas a cara descubierta, sin perdir perdón ni jactarse de sus vidas. Una realidad social desconocida para la gran mayoría de la gente, muy buena música, buena fotografía y nada de artificios. Muy recomendable.